martes, 11 de agosto de 2009

+ 11-08-09 + Todo un éxito

Aunque parezca mentira, sí, hemos vuelto. Antes de nada, decir que la operación no ha sido fácil y hemos visto cosas que mejor no ver. No he podido contar lo sucedido antes, ya que ha habido largos cortes de luz (no me preguntéis por qué) y me ha sido imposible. Bueno, algunos estaréis esperando detalles de mi relato y muy a mi pesar he de refrescarlos en mi memoria. Pero mi deber es dejar constancia de lo que esta ocurriendo, así que allá voy.

Después de una dura despedida (estábamos acojonados, escribiendo rápido y mal), salimos de la casa con todo el equipo y dispusimos a bajar. Cogimos las escaleras, ya que seria una locura coger el ascensor, porque seria arriesgarse a que hubiera un fallo técnico y quedarse ahí enclaustrado. También podíamos tener un recibimiento no deseado al abrirse la puerta del ascensor en el garaje. Bajando las escaleras no hubo ningún tipo de percance, aunque si que oímos algún que otro gemido procedente del interior de alguna vivienda. No era un gemido normal y corriente, era el típico "aullar" de los que ya sabemos. En ese trayecto se empezó a notar más los nervios.

Una vez llegados al garaje, tuvimos un encuentro desafortunado. Cual fue nuestra sorpresa cuando abrimos la puerta del cortafuegos y nos dimos de frente con un infectado. Yo iba el primero, y no se como, pero mi primer acto reflejo fue arremeterle con la culata del rifle en la cabeza. No podía hacer otra cosa, ya que estaba encima. Nunca pensé que estas cosas fueran tan endebles. Fue como golpear una sandía. Se le destrozó la cabeza y este cayó desplomado. Una vez en el suelo, pude ver de quién se trataba. Era el señor Andrés, el conserje. Por lo visto, le habían infectado en el garaje. Nos pusimos más en alerta y abrimos la segunda puerta cortafuegos. Para nuestra sorpresa, el camino estaba despejado. No parecía haber muchos coches. Quizá mucha de la gente había intentado huir.

Una vez en nuestro coche, nos pusimos en marcha. Salimos por la puerta trasera del garaje y esperamos a que se cerrase, asegurando que no se colase ninguno. El trayecto fue bastante tranquilo, no habiendo mucho movimiento de infectados. Si que vimos algunos, que intentaron abalanzarse al coche. Pudimos darnos cuenta del nerviosismo de José. Le temblaban las piernas como dos flanes.

Llegados a nuestro primer punto, nos pusimos manos a la obra. Equipados con las armas, bajamos Raúl y yo y corrimos hasta el supermercado, que estaba abierto. Al alejarnos pude ver como José preparaba su rifle y vigilaba desde el coche. Tenia la orden de tocar el claxon si las cosas se ponían feas.

Ya dentro del establecimiento, nos pusimos manos a la obra. Hicimos un breve reconocimiento del lugar y nos encontramos varios infectados. Para ser exactos, fueron cuatro. Tres mujeres y un hombre. Los abatimos sin problemas, aunque tuvimos que emplear varios disparos en alguno de ellos. El supermercado estaba lleno de cadáveres desmembrados. Fue una visión horrible. Raúl se puso a vomitar nada más ver el panorama. Pasado el shock, empezamos a rellenar las mochilas con las cosas de mayor utilidad. Latas de conservas, galletas, quesos y demás productos que se pueden conservar bastante tiempo. También nos aprovisionamos de carnes que necesitan frió, pero estas para gastar en no muchos días. Cuando teníamos las mochilas a medio llenar, oímos dos disparos en el exterior. Seguidamente sonó el claxon de coche con mucha insistencia. José estaba teniendo problemas.

Salimos escopeteados de allí y eso nos acarreo otro susto añadido. Al pasar por al lado del cadáver de un infectado, este se revolvio e intento atacar a Raúl. Raúl fue rápido y le realizó un disparo certero. Seguimos corriendo hasta la puerta y al salir quedamos atónitos. La calle estaba repleta de infectados. Estaban acercándose peligrosamente al coche. José empezó a chillarnos mientras disparaba a los más próximos. Con rápida actuación, corrimos hacia el interior del vehículo, realizando algún que otro disparo. Ya dentro, José chillo ruedas y se llevo a varios por delante. Se aferraban al coche de manera infrahumana. Una vez dejados atrás, puso rumbo a la farmacia. No estaba muy lejos y llegamos en menos de dos minutos. El trayecto no fue tan ameno como el anterior, ya que la calle estaba con bastante movimiento de infectados. Una vez en nuestro destino, tuvimos una decepcionante sorpresa. La persiana de la farmacia estaba bajada. Pudimos ver como detrás de la persiana de rejas había una barricada de muebles y trastos. Baje del coche y golpee la persiana con la culata del rifle. Pude oír voces en el interior. Había gente y chillaba que nos fuéramos. No tuve tiempo de más, ya que la calle estaba siendo visitada por más de esas cosas. Era como si nos olfatasen o algo. Subí al coche y pusimos rumbo a casa. Hubieron más problemas, ya que por la calle que teníamos pensado dar el rodeo estaba bloqueada por coches. Tuvimos que coger otra calle paralela. Una vez en a recta de retorno a casa, José atropelló a más infectados. El camino que a la ida había sido tranquilo y apacible, ahora esto era un hervidero de infectados. Pude ver detenidamente a esas cosas. Estaban completamente ensangrentados, algunos de ellos mutilados y destrozados, y aún así podían andar. No puedo quitar de mi mente una imagen. Pude ver como tres de ellos devoraban y destripaban a un cadáver. Nunca olvidare esa imagen...

Una vez en el garaje, todo transcurrió con normalidad. Desmasiadas emociones por un día. Espero que tardemos en volver a enfrentarnos a esas cosas...


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