viernes, 4 de junio de 2010

+ 04-06-10 + Esperanzas quebradas

Debí suponerlo antes. Era de esperar. Nuestra compañera, la chica sin nombre, ha huido de buena mañana. No sabemos cuando, pero no hace mucho de eso. Son las 7:30 de la mañana y hace un rato que nos hemos despertado. Ha sido Belén quién ha dado la voz de alarma. La chica ha dormido en nuestro coche y cuando Belén se ha despertado, se ha encontrado con la puerta del coche abierta y ni rastro de ella. Ni siquiera ha tenido la delicadeza de cerrarnos la puerta. Nos podía haber sorprendido algún merodeador que estuviese rondando por la zona y no quiero ni pensar en el desenlace. Menos mal que Thor se encontraba en el exterior, el cual debe de haber salido del coche cuando ella se ha marchado. No creo que Thor hubiese permitido que ningún andante se hubiese acercado. Es un perro muy inteligente. Lo primero que hemos hecho al ver que no estaba ha sido avisar a todo el grupo y comenzar a buscarla por los alrededores. La hemos llamado (imaginar lo difícil que es llamar a alguien que no conocemos su nombre... Me he sentido ridículo oyéndome gritar "¡¡Chica!!") pero esta no ha dado señales de vida. Deducimos que ha escapado camino por la salida de la autovía que tenemos a pocos metros de nosotros, así que vamos a ir por allí a buscarla, ya que debe de ir camino al sitio que anoche llamó "CASA" y con el cual estaba tan obsesionada. Calculó que no hace mucho que se ha ido. Si hemos estado buscándola 15 minutos y le sumamos unos 30-45 minutos que escapó, aun estamos a tiempo de poder alcanzarla. Además, ella va a pie y nosotros con los vehículos. Si no ha llegado a su destino o ha tomado un rumbo diferente, daremos con ella. Vamos a buscarla. En cuanto sepamos algo, continuo la entrada.


- Erik -

13:45 - Sorprendente. Todavía sigo alucinando. Nada más acabar con el texto anterior nos hemos puesto manos a la obra para buscar a la chica. Hemos tomado la salida de la autovía de la que os he hablado y la hemos circulado a una velocidad moderada. Por el camino no hemos visto ni un solo merodeador. Llevábamos unos 10 minutos recorriendo esta carretera cuando, en efecto, la hemos divisado andando en la lejanía. Cuando se ha percatado de que la íbamos siguiendo, ha comenzado a correr. Viendo que la estábamos alcanzando, ha variado su rumbo y se ha salido de la carretera, internándose en un campo de oliveras. Ante la imposibilidad de meter los vehículos en el campo, Eduardo, Iván, Fede y yo hemos bajado de los vehículos y nos hemos internado corriendo por el campo.

Era casi imposible seguirla por aquí. La ramas de las oliveras, ante la obvia falta de poda, habían crecido desmesuradamente e impedían la visión. Apenas la veíamos correr entre las oliveras. Nos llevaba bastantes metros de ventaja y nos ha ganado terreno cuando Eduardo, que iba en cabeza, ha tropezado y nos hemos parado a ayudarle. Con Eduardo en pie, hemos retomado la marcha, pero ya no había rastro de ella. Hemos seguido corriendo, pero nada. Hemos parado para tomar aire y entonces ha venido la sorpresa que nadie esperaba. De entre las oliveras, como fantasmas, han comenzado a aparecer una serie de siluetas. Hemos temido lo peor en ese momento. Era un mal momento para toparnos con una horda de merodeadores, ya que por la rapidez con la que hemos bajado de los vehículos, nos hemos olvidado las armas en estos e íbamos desarmados. La primera reacción ha sido ponernos espalda contra espalda todos, ya que estábamos rodeados, y prepararnos para luchar cuerpo a cuerpo. Pero la realidad era muy distinta a nuestros temores. Esas siluetas no eran merodeadores, sino personas de carne y hueso. Iban ataviadas con extraños ropajes, los cuales eran finas túnicas blancas. Eran al menos unos siete, cinco hombres y dos mujeres, y todos nos miraban de forma extraña. Nos observaban de arriba abajo detenidamente. En sus manos portaban largos palos con lazos de acero en el extremo, exactamente los mismos que se utilizaban en las perreras para inmovilizar a los canes. Eduardo, Iván, Fede y yo nos hemos mirado entre si. Con un cruce de miradas fue suficiente para decirnos mentalmente que no llevaban buenas intenciones y que teníamos que salir de allí fuese como fuese. Fue Iván quién tomo la iniciativa. Se lanzó hacía el hombre que teníamos más cerca y le propino un puñetazo que podía haber quebrado una viga de cemento. Este salió despedido y cayó rodando sobre la polvorienta tierra del campo. Acto seguido, Iván cogió el palo de este y amenazó a los demás diciendo un sonoro "¡Venga! ¡El siguiente!". Todos permanecimos en guardia esperando que los otros seis se nos echaran encima, pero no ocurrió así. Cuatro de ellos, lo primero que hicieron fue correr hacía el que había derribado Iván y preocuparse por su estado. Rápidamente lo ayudaron a levantarse, mientras los otros dos nos miraban con más cara de horror que de intención de atacarnos. Aquí fue cuando una voz familiar, a grito de "¡¡No os mováis!!", rompió el silencio. Era María, que acompañada de Hans, Juanca, Belén y Esther, todos armados, apuntaban a los extraños personajes. Observé como la pistola de Juanca temblaba en sus manos. Este chico no parece muy acostumbrado a momentos de suma tensión como ese y mucho menos parece que haya empuñado un arma antes. Los extraños personajes de las túnicas estaban desconcertados y asustados. Dos de ellos sostenían al aun moribundo personaje que había sido golpeado. Uno de estos se dirigió a María y comenzó a tartamudear "Por... por favor... N-no queremos problemas, solo queríamos ofrecer nuestra ho-hospitalidad...". María respondió "Sí, claro. ¿Y nos tenemos que creer eso? Lo que tenéis que hacer es tirar el palito...". No terminó la frase. Una voz que provenía de nuestra espalda, comentó: "Creetelo, hermana. Nuestra intención no es haceros daño. Solo Dios puede decidir eso. Si nos encontramos aquí no es en misión de destruir. Nosotros estamos tan sorprendidos de veros a vosotros como vosotros de veros a nosotros. Bajar las armas, por favor os lo pido...". Al girarme vi a quién hablaba. Un hombre, de unos 50 años aproximadamente, pelo blanco y rechoncho, embutido en una sotana blanca como los demás, con la pequeña diferencia de que la suya llevaba ribetes dorados. A su lado y para mi asombro, abrazado a él y con el rostro cubierto de lágrimas, nuestra amiga la muda, la fugitiva por la que nos encontrábamos allí. Cuando miré a mis compañeros vi que ellos estaban tan sorprendidos como yo. Acto seguido, le pregunté si la conocía. Su respuesta fue concisa y con una sonrisa en los labios: "Por supuesto. Es Eugenia, de nuestra comunidad. La perdimos junto a otros cinco hermanos más que fueron a evangelizar a los salvajes que viven en pecado kilómetros abajo. ¿Que vosotros la conocéis? ¿Sois quienes dice ella que la salvasteis de esas bestias? Si es así, quiero agradeceros...". No pude evitar cortarle, preguntándole "Un momento, un momento... Acláranos dos cosas... ¿Ella habla? Y, ¿has dicho comunidad? ¿Sois más?". Sin borrar la sonrisa de su cara, me contestó con su tono de voz pausado "Sí, Eugenia habla. Pero no lo hace con todos. Solo conmigo y con unos pocos hermanos más. Todos hemos sufrido mucho desde que el apocalipsis comenzó, pero algunos, por sus desenfrenos en su antigua vida, más. Dios les castigo especialmente, aunque después les ha dado una segunda oportunidad para que enmienden sus errores. Es el caso de Eugenia. Antes de que la encontráramos y la lleváramos por la senda correcta, fue objetivo de abusos y torturas que le infringieron unos desalmados. Ese fue el castigo que le envió el altísimo. Pero pudo escapar y Dios la condujo a nosotros en un mundo de oscuridad y tinieblas. Desde entonces, no habla con casi nadie y, mucho menos, con extraños. A tu segunda pregunta, sí, somos una comunidad de hermanos que vivimos en paz y armonía. Rendimos culto a Dios, seguimos su palabra, trabajamos la tierra y nos alimentamos de ella, no infringimos daño a nadie, ni vivo ni muerto. Vivimos a un kilómetro de aquí, en nuestra iglesia. Sería un honor que nos acompañaseis y conocierais a los demás hermanos, siempre y cuando vuestras intenciones sean puras y nobles...". Eduardo replicó "Te lo agradecemos, pero, ¿como sabemos si vuestras intenciones también son puras y nobles? De todas formas, nos dirigimos a Reus. Aquella ciudad es más segura que cualquier comunidad perdida entre campos". La respuesta del hombre fue la que me dejó congelado y horrorizado a partes iguales: "Ya os he dicho que nosotros no hacemos daño a nadie, ni vivo ni muerto. En nuestra comunidad ni siquiera hay una sola arma de fuego. Así que no tenéis nada que temer. Vosotros sois los únicos armados. Sí nuestras intenciones son oscuras, yo seré el primero en situarme delante de tu arma y te pediré que aprietes el gatillo. Mis hermanos harán lo mismo. Pero eso no ocurrirá, porque nuestras almas e intenciones son puras como el agua cristalina que corre por los ríos. Y si nos acompañáis, se que vuestras intenciones no serán oscuras, porque entonces Dios no os habría puesto en nuestro camino. Sobre lo de Reus, siento ser yo quién os de la mala noticia. Esa ciudad cayó hace unos meses. Todos han muerto. No supieron seguir la palabra de Dios, no aprendieron de sus errores y el altísimo mando a su ejercito de no-muertos, al martillo de los impíos, a los maldecidos que están purgando sus pecados, y ellos acabaron con la ciudad del pecado. Sufrieron la ira divina. Ahora, vosotros decidís, nos acompañáis a nuestra iglesia, donde os ofreceremos nuestra hospitalidad y conoceréis a los demás o seguís vagando por el infierno terrenal". Nuestra sorpresa fue mayúscula al oír que Reus había caído. Esther, mientras oía la noticia, soltó el arma y se dejo caer de rodillas sobre la tierra. Cuando el desconocido terminó de hablar, estalló a llorar. Eduardo escuchó la noticia con las manos en la cabeza y María con la cara desencajada. Belén me miró con los ojos bañados en lágrimas. En ese momento, yo sentí unas profundas ganas de gritar, de maldecir, de salir corriendo de allí... pero me contuve. Solo le pregunté si estaba seguro de ello y como lo sabía. Su respuesta fue tajante "Tan seguro como que estamos aquí presentes. Si lo sé, es porque yo en persona intente llegar allí para evangelizar sus almas que vivían en pecado. Cuando llegué, me encontré la ciudad arrasada como fue arrasada Sodoma y Gomorra. Sus habitantes ya estaban purgando sus pecados como no-muertos...". Le pedí que nos dejaran a solas un par de minutos para poder hablar entre nosotros y decidir, y así lo hicieron. El primero en pronunciarse fue Iván, diciendo "Ese sectario miente. No me fió de él". Por el contrario, Eduardo, todavía afectado por la noticia, replicó "No entiendo porque iba a mentir en eso. Parece que dice la verdad. Después de todo lo que hemos visto, ¿de que nos extraña que Reus haya caído? Sabemos de que son capaces esas cosas...". Belén no se ha pronunciado, solo me ha seguido mirando con lágrimas en sus mejillas. Podía leer sus pensamientos. Al igual que me había ocurrido a mi, la esperanza de llegar a un lugar donde vivir tranquilos, donde construir una nueva vida, se acababa de desmoronar. Meses alimentándonos de esa esperanza, la cual nos daba fuerzas para seguir adelante, ahora se había destruido en cuestión de unos segundos. Ahora estábamos perdidos y sin rumbo a seguir. No se si lo he dicho porque me niego a creerlo o para seguir manteniendo viva la llama de la esperanza en mis compañeros, o ambas cosas, pero mis palabras han sido: "No creo que la ciudad de Reus haya caído. Sigue en pie. Estoy seguro de ello y voto por seguir con el plan inicial: intentar llegar allí. Si llegamos allí y entonces veo que la ciudad esta arrasada, entonces me daré por vencido. Pero no lo voy a hacer antes sin verlo con mis propios ojos. Si queréis, podemos acompañar a estos desconocidos a su refugio y así vemos que clases de personas son. Si son de fiar, tendremos un plan B por si Reus ha caído. Ya de paso, les pediremos que nos den agua y comida para el viaje, ya que apenas nos quedan víveres. Levantar la mano los que estáis conmigo...". En ese momento, vi que Belén había cesado de llorar. En sus ojos pude ver como brillaba de nuevo la llama de la esperanza. Belén levanto la mano. Después Eduardo, Hans e Iván. María y Fede también. Los únicos que no la levantaron fueron Esther, que seguía destrozada, y Juanca. Este tenía la mirada perdida y estaba cabizbajo. Mis siguientes palabras fueron "Ok. Perfecto. Falta saber que piensa hacer Elena. Vamos a decirle a este hombre que los acompañamos y luego vamos a por los coches. Allí decidiremos cuando seguimos el viaje". Después de esto, le comunicamos al hombre que los pensábamos acompañar hasta su refugio, pero que nos marcharíamos lo antes posible, y que si nos podría dar víveres para el viaje. Con su habitual sonrisa en los labios, nos dijo "Será un placer, hermanos". Nos indicó el camino para llegar allí y fuimos a por los vehículos.

Cuando llegamos a los vehículos, vimos a Elena, que estaba fuera, correteando con Thor. Estaban jugando. Envidio su capacidad de evasión de la realidad. Cuando le dijimos lo que había ocurrido y que nos habían dicho que Reus había caído, solo le faltó encogerse de hombros.
No tardamos mucho en llegar al refugio de estos extraños personajes. Al borde de la carretera, se erguía un alto y ancho edificio. En lo alto de este, ponía un letrero "Tanatorio La Santísima Trinidad". Al ver que se trataba de un tanatorio, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. A Belén le ocurrió lo mismo. Al lado de la puerta de entrada, había una gran cruz de madera clavada en la pared. Supongo que esta había sido puesta por la gente que ahora la habitaba. Cuando metimos los vehículos en el aparcamiento de la entrada, bajamos y observamos el lugar. En el aparcamiento habían bastantes vehículos abandonados, entre ellos, dos Harleys-Davidson que llamaron la atención de Iván, el cual no tardó en acercarse y observarlas detenidamente. Por la puerta del tanatorio y por alrededores era un no parar. Cantidad de personas salían y entraban del edificio, yendo de un lado para otro, y todos nos miraban sorprendidos. Algunos vestían normal, otros llevaban la túnica blanca que vestían los personajes que acabábamos de conocer. Todos coincidan en algo, y es que cuando nos veían allí esperando, todos aceleraban el paso y desaparecían rápidamente. Era como si nos tuvieran miedo...

El extraño hombre y su séquito tardó en llegar unos unos 10 minutos. Sus primera palabras fueron "Ser bienvenidos a la 'Iglesia del fin de los tiempos'. Este lugar es vuestra casa también y se puede quedar quién quiera de vosotros. Será tratado como el hermano que es. Ahora, si me permitís, os enseñare el recinto entero y los lugares de trabajo. Ya de paso, os presentaré a todos los hermanos que pueda...". Cuando dijo "La iglesia del fin de los tiempos" me vino a la mente que dicho nombre ya lo había oído. Fue en boca de uno de los caníbales que nos capturaron. Parece que la historia de que los intentaron "evangelizar" es cierta. No ha mentido. Después de decirnos esto, ha comenzado presentándonos a todos y cada uno de los que lo acompañaban y a terminado en él. Su nombre es Miguel, o como él quiere que lo llamemos, "Hermano Miguel". Nosotros también nos hemos presentado y después de esto, nos ha llevado a que viéramos el recinto y alrededores. Primero ha comenzado a enseñarnos el edificio. Nada más cruzar la puerta, hemos quedado sorprendidos por la limpieza y orden que hay en todas y cada una de las estancias. Nos ha llevado a las cocinas, donde habían varias personas preparando la comida del día, luego nos ha llevado a unas salas que habían habilitado como dormitorios, a una gran estancia con mesas y sillas de la que han hecho un inmenso comedor, los baños, después nos ha mostrado una absurda sala diáfana, parecido a un trastero vació de 2x2 metros, que según él tiene mucha importancia. Sus palabras han sido "Aquí es donde Dios me habla". ¿Donde Dios le habla? Este hombre esta peor de lo que pensaba. Por último, nos ha enseñado la iglesia. Esta es inmensa. Se nota que han ampliado la antigua capilla del tanatorio. Luego nos ha enseñado los exteriores. Nos ha llevado a un taller donde fabrican ropas, luego a unas obras pegadas al edificio, en las cuales están trabajando para ampliar el edificio, el campo donde siembran hortalizas y el cual les suministra alimento. Este es gigantesco y repleto de hortalizas y legumbres. En ese momento he contado a más de diez personas trabajando en él. Por último, nos ha enseñado una zona que casi habríamos preferido no conocer. Tras el edificio principal, a varios metros de este, y entre un par de edificios que nos ha dicho que son almacenes para los alimentos, hay una gran cerca que abarca una gran cantidad de terreno. Conforme nos íbamos acercando, hemos visto a personas allí dentro. Lo primero que he pensado ha sido que se trataba de personas haciendo algún tipo de tarea. Pero no. La realidad ha sido muy diferente. Cuando estábamos lo suficiente cercanos para distinguir a esas "personas", hemos visto que se trataban de merodeadores. No se cuantos había allí dentro, pero más de un centenar seguro. Todos agolpaban sus descompuestos cuerpos en la alambrada y cuando nos han visto, se han comenzado a excitar y a poner extremadamente nerviosos. Uno tenía medio brazo metido en un agujero de la verja. Le he preguntado a Miguel que qué hacían tantos merodeadores allí encerrados. Su respuesta ha sido "No los destruimos. Dios nos lo tiene terminantemente prohibido. Son condenados que están purgando sus pecados y ejecutando el plan divino del apocalipsis. Pero Dios es comprensivo y justo. Él nos permite encerrarlos para que no nos den problemas. Cuando hoy, nuestros caminos se han cruzado, nosotros nos encontrábamos capturando condenados. Lo hacemos todos los días y por eso llevamos lazos de inmovilizar perros. Con estos lazos los traemos hasta el recinto. Aquí los debemos de mantener encerrados hasta el día del juicio. Cuando llegué el día del juicio final, sus almas condenadas y las almas de los justos serán llamadas ante el tribunal divino. Los condenados que sus pecados sean leves, habrán concluido su penitencia y podrán entrar en el reino de Dios. Con los justos ocurrirá lo mismo. Los condenadas que sus pecados en vida hayan sido graves, sus almas irán directamente a arder en el fuego eterno para terminar de purgar sus pecados. Todo lo que ocurre esta en los planes de Dios. Quién se convierte en un reanimado, es porque su vida ha sido una vida llena de excesos y pecados. Pero no padezcáis, Dios da una segunda oportunidad a todos. Ellos la debieron tener en su día y la rechazaron o no la quisieron escuchar. Vosotros estáis teniendo la vuestra ahora mismo. Ahora vayamos al comedor, nos gustaría que comierais con nosotros antes de partir". ¿Por qué a todos los tarados les da por encerrar a merodeadores? No es la primera vez que vemos esto. He visto la intención de Iván de replicar a las palabras de Miguel, pero le he hecho un gesto con los ojos y no ha dicho nada. Que más nos da lo que quieran hacer si dentro de nada estaremos lejos de aquí.

Miguel nos ha llevado al comedor, donde estaba la sala repleta de personas. Al menos, unas 50. Una gran cantidad de estos vestían túnicas blancas y alguno llevaba en la cabeza un extraño tocado blanco que le caía por encima de los hombros. Todos nos observaban desde sus asientos. Miguel nos ha conducido a una larga mesa situada al final de la sala y nos ha invitado a tomar asiento. Él ha permanecido de pie en el centro de la mesa y ha pronunciado en voz alta "¡Hermanos y hermanas! ¡Ruego que deis la bienvenida a estos hermanos, los cuales han salvado a Eugenia del campamento de los salvajes!". Toda la sala se ha puesto en pie y ha gritado un fuerte "¡Bienvenidos!". Miguel ha continuado "Dios los ha puesto en nuestro camino. A pesar de que se marcharan pronto, hoy son nuestros invitados y, por lo tanto, debemos de ser buenos anfitriones. Si por el contrario, deciden quedarse en nuestra comunidad, nosotros estaremos felices de que lo hagan y aceptaremos a cada uno de ellos como a uno más de los nuestros. Y ahora, disfrutar todos de estos alimentos que un día más, Dios nos ha dado. ¡Provecho, hermanos!". Después de estas palabras, Miguel se ha sentado y unos chicos y chicas han comenzado a servir comida en los platos. Iván, sentado a mi derecha, me ha susurrado en el oído: "Estos beatos sectarios comienzan a ponerme de los nervios. Comer tranquilos, yo no voy a comer nada que nos sirvan estos. Si estos personajes de circo han puesto droga en la comida, yo me encargaré de freírlos a plomo gustosamente mientras estáis de viaje sicotrópico". Iván y su eterna delicadeza. La comida no llevaba ningún tipo de droga, eso, o no ha hecho efecto todavía. He de reconocer que esas judías pintas estaban divinas. De beber nos han servido un zumo de naranjas que no le he hecho ascos. Y de postre, unas galletas dulces bastante ricas. Después de la comida, Miguel nos ha dado la libertad de que paseáramos por donde quisiéramos mientras sus "hermanos" preparaban los víveres que nos íbamos a llevar para el camino. Así lo hemos hecho. Belén, Eduardo y yo hemos paseado por los alrededores del recinto, mientras hemos cambiado opiniones de todo lo que hemos visto hoy. Los tres hemos llegado a la misma conclusión, son un atajo de perchados que ante la desesperación, se han entregado a la religión para dar una explicación a todo. Pero a pesar de esto, parecen inofensivos. Si quisieran habernos hecho daño, ya lo habrían intentado. Andando andando hemos llegado a una gran explanada verde, donde estaban pastando numerosas vacas y caballos. Parece ser que son propiedad de la comunidad de Miguel.

Algo que no nos ha hecho mucha gracia es el detalle de que tengan encerrados tan cerca a los merodeadores. La experiencia me dice que esta clase de situaciones siempre terminan dando problemas. De todas formas, creo que vamos a pasar la noche aquí. Necesitamos descansar. Por supuesto, Belén y yo (los demás no lo sé) no vamos a dormir en el interior del edificio, aunque Miguel nos ofrezca habitaciones individuales. Lo haremos en los coches. No es muy cómodo, pero al menos podremos pegar ojo y no permanecer toda la noche en vela temiendo que nos asesinen a media noche. Por muy inofensivos que parezcan, las apariencias engañan. Con todo lo vivido hasta ahora, ya no me fío ni de mi sombra. De todas formas, ni aun durmiendo en el coche creo que pueda pegar ojo. Voy a pasar toda la noche dándole vueltas a lo de Reus. A pesar de que he dicho que hasta que no vea la ciudad destruida con mis propios ojos no me dare por vencido, no es así. No mantengo esperanzas después de lo que Miguel nos ha dicho. He dicho todo eso por dar una inyección de esperanza a mis compañeros e intentar engañarme a mi mismo. Que va a ser de nosotros cuando lleguemos a Reus y la encontremos asolada...


- Erik -

2 comentarios:

Unknown dijo...

Felicitaciones, muy buena tu historia sigue asi. Saludos desde Argentina

Unknown dijo...

Ya hace mucho desde la ultima entrada al Blog ... se extraña mucho la historia.