jueves, 3 de junio de 2010

+ 03-06-10 + Contratiempos

Ya hace unos días que nos hemos alejado suficiente de la zona donde habían montado el campamento los caníbales. Estos días han transcurrido con total normalidad y sin ningún tipo de enfrentamiento considerable con merodeadores. Según hemos calculado, habremos avanzado unos 30 kilómetros más o menos de los 97 que nos separan de la ciudad de Reus. Llevamos dos días parados sin poder avanzar, ya que en el kilómetro de la autovía que nos encontramos hay un tremendo colapso de vehículos colisionados, lo cual nos impide que avancemos con nuestros respectivos vehículos. Esto parece un cementerio de vehículos. Parece ser que el día en que todo estalló y los días que le precedieron, como millones de personas en el mundo, estas gentes se echaron a la carretera, huyendo de sus casas en busca de un lugar donde no hubiera llegado el caos. No sabían donde estaba ese lugar, por eso se echaron a la carretera y conducieron sin rumbo. Como en este caso, se producieron múltiples accidentes, la mayoría, en cadena. Gente que conducía a todo velocidad y de repente se encontraba con que en medio de la carretera habían varios vehículos estrellados. Eso ocurrió aquí. La caravana de coches destrozados se extiende por toda la autovía, a ambos lados y direcciones de esta. Más que coches son amasijos de hierro fusionados los unos con los otros. La sangre seca cubre el suelo y lo que queda de los vehículos. Algo que me ha impactado es que de la mayoría de los amasijos de hierro, surgen manos que intentan agarrarnos cuando nos aproximamos. De dentro de esos ataúdes de hierro se pueden escuchar gemidos apagados de esas cosas. No quiero ni pensar como debe de ser morir y reanimarse aprisionado entre hierros y no tener posibilidad de salir. No creo que esos seres se percaten de su situación, no son conscientes de que están atrapados y que jamás saldrán de ahí. Si nadie acaba con ellos, pueden pasar años ahí atrapados hasta que el efecto de lo que sea que los reanima se termine y los deje descansar en paz. Esto partiendo de la base de que ese efecto tiene caducidad, que personalmente, no creo que tenga.
Hoy hemos tenido un par de pequeños sustos, pero nada sin importancia. Nos encontrábamos empujando fuera de la carretera los coches de los laterales que podían ser movidos, cuando de un coche, que estaba totalmente destrozado, ha comenzado a moverse un merodeador que parecía muerto. Era una chica joven, de aspecto cadavérico y color amarillento, que estaba aprisionada, entre los hierros, de cintura para abajo. Cuando Iván se ha situado tras el coche que íbamos a empujar, este merodeador que estaba en el coche contiguo, se ha despertado de su letargo y ha extendido sus brazos hacía Iván, llegandolo a rozar con sus huesudas manos. Iván se ha pegado un tremendo susto y su primera reacción al girarse ha sido propinarle una patada en un brazo. Esta extremidad ha salido volando varios metros y se ha perdido entre los coches. Cuando Iván se ha alejado de este merodeador, este ha comenzado a intentar liberarse. Daba repelús ver como se movía hacia delante y hacia detrás, mientras los huesos de su espinazo crujían por cada movimiento, pero esta, impasible a un dolor que haría agonizar a cualquier ser vivo, nos miraba fijamente con la boca abierta, dejando al descubierto sus podridos dientes. Nosotros hemos observado la dantesca escena sin hacer nada. Después de mucho esfuerzo, este desdichado ser, ayudado por su único brazo que le quedaba, ha logrado escapar del amasijo de hierros. No ha logrado sacar sus extremidades inferiores, sino que ha logrado quebrar su cintura y, dejándose caer, ha conseguido separar la parte superior de su cuerpo de la parte inferior. Ha caído al suelo como un saco de patatas y una vez en este, ha comenzado a arrastrarse hacía nosotros entre insoportables gemidos. María le ha apuntado con su arma para dispararle, pero Iván le ha dicho que no gasté munición en, como él ha dicho, "inofensivo ser", y le ha propinado una patada en la cabeza. Esta no ha resistido el impacto de la bota con puntera de acero de Iván y se ha roto con un sonoro crujido. De la cabeza destrozada de la desdichada individua ha salido un liquido negruzco con miles de larvas.

Cuando hemos acabado de despejar la carretera de los coches que podían ser movidos, nos han quedado cientos de los que era imposible moverlos. Coches volcados, amasijos de chatarra que las ruedas no les respondían, coches colisionados que estaban acoplados los unos con los otros... Imposible despejar la carretera sin ayuda de maquinaria pesada. Como dice el refrán, Dios aprieta pero no ahoga. Ahí estaba la solución. Con maquinaria pesada podíamos abrirnos paso entre el cementerio de coches y no muy lejos de nuestra posición, al borde de la autovía, había una especie de fábrica con varias máquinas pesadas, entre ellas, un Bulldozer y dos apisonadoras. Con el Bulldozer era suficiente, así que solo cabía rezar que funcionase. Cuando Eduardo, acompañado por Hans, se ha internado en la fábrica y hemos oído el rugir del motor de la bestia de acero, el grupo entero se ha dejado llevar por el entusiasmo y ha comenzado a aplaudir y a saltar de alegría. Hemos tenido una suerte tremenda cuando ya estábamos practicamente perdidos. Con Eduardo en los mandos de la máquina y después de averiguar como funcionaba esta, hemos dejado a nuestro compañero despejando la carretera y nosotros nos hemos sentado al borde de la autovía. Estaba inmerso en mis pensamientos mientras los demás conversaban, cuando Iván ha aparecido y me ha lanzado una cosa. La he cogido al vuelo y cuando la he sostenido en mis manos he visto que era un paquete de tabaco Marlboro con casi todos los cigarrillos. Cuando le iba a preguntar de donde lo había sacado, Iván se me ha adelantado contestándome "He rebuscado en el interior de algunos coches y he encontrado esto también". En sus manos sostenía tres paquetes más de tabaco, dos botellas de agua bajo sus brazos y algunas latas de conserva. Lo he felicitado por su iniciativa y sin tiempo que perder, he corrido a encenderme un cigarro. Después de tanto tiempo sin practicar el mal habito de fumar, la primera calada ha sido una mezcla de gloria y tos. El tabaco estaba bastante seco, pero no estamos en condiciones de elegir. Como le he dicho a él, Iván ha tenido buena iniciativa buscando cosas útiles en los vehículos. Eso ha sido algo que no se nos ha ocurrido a ninguno de los presentes. A pesar de los últimos acontecimientos, sigo pensando que Iván es una pieza indispensable en el grupo, aunque a veces pierde los papeles. Últimamente esta muy cambiado, para ser exactos, desde que abandonamos la casa de los abuelos. Esta como más vigilante, expectante, como si temiera que fuese a acontecer algo. Quizás es manía mía, pero yo creo que no.

Mientras apuraba el pitillo, he permanecido ausente mirando como Eduardo trabajaba despejando la autovía de vehículos y Thor corría de un lado a otro husmeando y comiéndose cosas que encontraba entre los vehículos. Esta vez ha sido la voz de Hans la que me ha sacado de mis pensamientos. Con su peculiar acento germano, me ha dicho "¿Que tal, Erik? ¿Me invitas a fumar?". Le respondido un "Claro" sonriendo y le he dado un pitillo. Este lo ha cogido y cuando le he dado el mechero, se lo ha encendido y se ha sentado a mi lado. Hemos permanecido en silencio durante unos segundos hasta que Hans ha dicho "Como han cambiado las cosas, ¿verdad? Antes podíamos conseguir cosas tan simples como el tabaco en cualquier lugar y ahora se han convertido en un verdadero lujo difícil de conseguir...". Le he dado la razón y él ha continuado. "Hacía años que no fumaba. Exactamente, unos cinco. Ya casi había olvidado por completo el sabor de un cigarrillo. En circunstancias normales, no habría vuelto a fumar. No sabes lo que me costó dejarlo. Pero ahora, que más da. No voy a preocuparme de poder morir de cáncer de pulmón cuando mañana puedo estar muerto y devorado por una de esas cosas...". No he podido evitar darle la razón en esto también. Él ha seguido hablándome "...que pena que todo se haya ido a la mierda. Me sentía tan bien en España... Tierra de sol y alegría. ¿Sabes? Españoles y alemanes, a pesar de estar tan alejados los unos de los otros, entre nosotros siempre ha habido una especie de hermanamiento, un... como se dice... ¡feeling!. Un feeling que no existía con países vecinos como son Francia y Polonia. A pesar de ser ligeramente opuestos de aspecto, somos tan similares de corazón. Por esa simpatía no-oficial que siempre han tenido nuestras naciones fue la que me hizo venirme a España cuando me planteé salir de mi patria. Recuerdo a mis familiares y vecinos decirme (aquí ha pronunciado una palabra en Alemán que me ha dicho que quiere decir "¡que tierra más preciosa!") cuando les dije que me marchaba a España. Recuerdo como si fuese ayer el día que llegué a España y salí del aeropuerto de Barcelona. Maletas en mano, permanecí unos largos segundos observando todo lo que me rodeaba. Miraba maravillado a las gentes que caminaban de un lado a otro bajo el luminoso sol de esta preciosa tierra. Cuando el taxi me dejo en pleno centro de la capital, quede más maravillado aun. Todo era tan precioso, tan... tan español. Me sentía como en un sueño. Con el tiempo me compré un piso, conocí a la mujer con la que me casé, una preciosa mujer española con la que tengo dos hijos. Yo trabajaba dando clases de alemán e historia alemana y en mis ratos libres, escribiendo libros sobre historia de Alemania, igual que hacía en mi país. Esto último me dejo un buen dinero y me permitió recorrer España de norte a sur, casi siempre con motivo de dar conferencias en universidades. Así transcurrieron mis años en España. Para mi, todo era como un sueño, me sentía feliz. Pero todo sueño acaba y puede transformarse en una pesadilla. Para mi, la pesadilla comenzó cuando en la tele comenzaron ha hablar de un extraño mal que volvía a la personas agresivas. A partir de ahí, todo fue de mal en peor. Me lo tomé como se lo tomó todo el mundo cuando hay alertas de una nueva gripe o algo similar, con miedo pero sin interrumpir nuestras vidas. Yo tenía que dar una conferencia en la universidad de Málaga, así que a pesar de las incesantes y alarmantes noticias de las televisiones y periódicos, hice caso omiso y marche a Málaga, dejando a mi mujer e hijos en Barcelona. No comprendí la verdadera gravedad de la situación hasta que vi ante mis ojos un caso de ese extraño mal que todo el mundo hablaba. En plena conferencia en la universidad, un joven entro en la sala, enfurecido y ensangrentado, y comenzó a atacar a los presentes. Ni los guardias de seguridad, con sus porras en mano y golpeándole, pudieron pararlo. Ellos también resultaron heridos. Cuando consiguieron reducirlo entre toda la sala y vino la policía y la ambulancia, me marché de allí. Lo primero que hice fue llamar a mi mujer. Cuando esta me cogió el teléfono, lo primero que le dije que no llevara a los niños al colegio y que no saliera de casa. Le conté por encima lo que había visto y que la situación era grave, la televisión no mentía. Me despedí de ella y le dije que iba a intentar volar a Barcelona lo antes posible. Esto no pude ser. El aeropuerto estaba colapsado de gente y la mayoría de vuelos estaban siendo cancelados y no nos explicaban el motivo. Fue entonces cuando me enteré de que mucha gente, ante la necesidad de volver a sus casas, estaban olvidando la idea de coger un avión y compraban billetes de autobús. Desesperado, yo hice lo mismo. Sería un viaje largo pero seguro, ya que las estaciones de trenes también estaban teniendo problemas. Íbamos por Valencia cuando recibí la última llamada de mi mujer. Sus palabras fueron que en Barcelona las cosas iban muy mal, que habían altercados en toda la ciudad y se oían disparos día y noche. También me dijo que el día anterior, el vecino del quinto piso había intentado atacarla y que logró escapar metiéndose en casa. Sus últimas palabras antes de que la comunicación telefónica se cortara fueron que estaban evacuando a la gente a un lugar seguro. No pude oír a que lugar se refería, ya que la comunicación se cortó, pero cuando vosotros me hablasteis de la colonia Reus, no me cabe duda de que mi mujer se refería a esta ciudad. No he vuelto a hablar con ella. Las últimas veces que intente llamarla, su teléfono estaba apagado. Pero algo me dice que ella esta en Reus con mis hijos... Volviendo al tema de mi viaje, el autobús finalizó su trayecto por Castellón. Los motivos fueron diversos. El vehículo se averió y varios de los pasajeros se dieron un festín con el conductor y varios pasajeros. Después de esto, los pasajeros supervivientes huimos en diversas direcciones. Yo, junto a cuatro personas más, emprendimos el viaje hacía Barcelona. No teníamos otro sitio donde ir y yo quería llegar a casa para ver si mi mujer seguía allí o había dejado una pista sobre su paradero. Nuestro viaje fue desquiciante y mis compañeros cayeron en su totalidad. Los primeros, una joven pareja de novios, de unos 20 años. La chica fue devorada por una manada de andantes y su novio devorado también al intentar rescatarla. Solo quedamos tres personas. Un hombre de mediana edad, una chica joven y yo. El hombre, Michael se llamaba, fue mordido cuando llegamos a Cataluña y se convirtió en una de esas cosas en cuestión de un día. No fuimos capaces de matarlo, solo de huir cuando se intento abalanzarnos sobre nosotros. Pudimos dejarlo atrás. Al poco tiempo y con ayuda de un coche, transitamos hasta llegar a la zona de los caníbales. Allí nos dieron caza de la misma forma que a vosotros. Una mujer nos pidió ayuda y cuando nos dimos cuenta, teníamos a todo un campamento apuntándonos con armas de fuego. Nos internaron en esa jaula junto a más personas, las cuales iban siendo asesinadas para ser alimento de ese campamento. Mi compañera corrió esa suerte...". Desde que Hans había comenzado a contarme su historia, yo había permanecido observando a Eduardo trabajar mientras escuchaba las palabras de Hans y recreaba cada escena en mi mente. En el momento que Hans ha dicho "Mi compañera corrió esa suerte..." he visto algo que me ha sacado por completo de su historia y me ha hecho volver a la realidad en cuestión de una décima de segundo. Hans, ajeno a lo que yo estaba viendo, seguía relatando su historia mientras mis ojos se centraban en Eduardo. Este seguía montado en el Bulldozer, moviendo la máquina hacia delante y hacía atrás, desplazando los vehículos. En la parte trasera de la máquina, trepando como un reptil, había un escuálido merodeador. Este estaba trepando como podía en dirección a la cabina, donde se encontraba Eduardo. Como movido por un resorte, mi primera reacción, la cual sorprendió a Hans que seguía ajeno a todo esto, fue levantarme de un salto y comenzar a llamar a gritos a Eduardo. Este, bastante alejado e inmerso con el ruido de la maquinaria, no me escuchaba. Todos el grupo se percató de porque gritaba y todos se pusieron a hacer lo mismo. El merodeador ya había conseguido trepar hasta arriba de la parte trasera y ahora se escurría hacia la cabina. No podíamos llegar a tiempo para avisarle. Había que hacer algo y rápido. Corrí hacía el vehículo y busqué el fusil con mira telescópica. Cuando lo encontré, cerrojé el arma, busqué un punto de apoyo en el capó del coche y situé mi ojo en la mira. Una vez ajuste los aumentos de la lente, vi a la perfección al merodeador. Situé la cruceta en el blanco, pero era casi imposible acertarle. Eduardo no paraba de mover la máquina y era casi seguro que fallara el disparo, eso en el mejor de los casos, en el peor, la bala podía alcanzar a Eduardo. Era una lotería. Si no probaba suerte era seguro que ese merodeador se iba a colar en la cabina.

Respire hondo, fije el blanco y... disparé. La bala paso rozando al podrido pero no le acerté. Cerrojé rápido y volví a apuntar. Efectué otro disparo. La máquina se movió en ese instante y la bala impacto en la carrocería del Bulldozer. El merodeador ya estaba entrando en la cabina. Cerrojé y casi sin apuntar, disparé de nuevo. Esa fue la buena. La bala alcanzó al merodeador y lo derribó de la máquina, haciéndolo caer de esta. Eduardo se percató y movió la máquina marcha atrás y, acto seguido, embistió al podrido que se estaba levantando. Por la lente vi como Eduardo nos miró y nos hizo un gesto con el dedo pulgar hacia arriba.

Fue cuestión de una hora que Eduardo trazase un camino entre tantos vehículos. El camino era lo suficiente ancho para que nuestros vehículos continuaran la marcha. Así lo hemos hecho. No nos ha dado tiempo a transitar muchos kilómetros, ya que ha empezado a anochecer y hemos decidido acampar en este lugar. Cuando hemos parado y bajado de los coches, nos hemos quedado sorprendidos. La chica que no habla, la cual Iván ha bautizado como "La muda", se ha quedado absorta mirando a un punto fuera de la carretera. Cuando Esther se le ha acercado y preguntado "¿Que ocurre?", esta, sin apartar la mirada ha levantado el brazo y señalado a donde estaba mirando. Todo el grupo hemos mirado extrañados, pero allí no hemos visto nada. Solo campos y una carretera secundaria a la cual se accedía desde una salida de la autovía. Esther le ha preguntado varias veces "¿Que hay allí?". La chica no ha contestado, solo ha seguido mirando hacia ese punto. Viendo que, para variar, no ha articulado palabra, María le ha dicho que escribiese que hay allí. Por primera vez y contra todo pronostico, nos ha hecho caso. Sobre el polvo de una de las ventanillas de nuestra furgoneta ha escrito "CASA". Nos hemos quedado mirándonos los unos a los otros con cara de poker y "la sin nombre" ha comenzado a andar camino a la salida de la autovía. Le hemos pedido que se detuviera pero no nos ha hecho caso. Ha seguido caminando. Al final, Eduardo y yo nos hemos visto obligados a correr tras ella y detenerla. Cuando la hemos detenido, se ha puesto a llorar y a gritar como una loca. Al menos ya sabemos algo, no es muda, pega buenos gritos. Como hemos podido, la hemos metido en la furgoneta y Belén la ha intentado tranquilizar. Así hasta ahora, que se ha dormido.

¿Casa? ¿Su casa? ¿Entre los campos? Dudo mucho que sea así. Esta chica tiene un grave trastorno psicológico y dudo mucho que este actuando con lógica. Habrá que mantenerla vigilada, sino, escapará y solo conseguirá convertirse en una presa fácil para los merodeadores.



- Erik -

No hay comentarios: