miércoles, 23 de junio de 2010

+ 23-06-10 + Un mal augurio

La mañana de hoy, como todas, ha amanecido tranquila, al menos, aparentemente. Todos los miembros de la comunidad arriba y abajo, ignorándonos, Miguel con su habitual amabilidad, la cual me empieza a mosquear, la ya común jornada de trabajo en el campo e Iván brillando por su ausencia. 12 días van desde su partida. Bueno, como os voy diciendo, esta mañana pintaba como otra cualquiera. Aburrida y tediosa en un mar en calma. Pero hoy ha sido día de acontecimientos. El primero ha sido una discusión, de la cual he sido uno de los dos protagonistas. Eran las 11 de la mañana y me encontraba recolectando patatas en el campo junto a Esther y Juanca. En este campo habríamos unos diez realizando la misma tarea, ya que el campo es bastante grande. Eduardo y Hans se encontraban trabajando en la obra de ampliación del edificio. Si se han ido allí ha sido porque Miguel se lo ha pedido a ambos, alegando que hay pocas personas ocupando esta tarea y les sería de gran ayuda si ambos trabajasen allí durante nuestra estancia. Belén, Elena y María se encontraban en el taller de costura, remendando ropas y túnicas. Si no me equivoco, Miguel y varios miembros de la comunidad estaban recolectando cítricos en los campos de los alrededores.

Mientras Juanca y yo sacábamos las patatas de la tierra y se las pasábamos a Esther, la cual las amontonaba en el capazo, estábamos charlando sobre lo lentos que pasaban los días aquí. Cuando he dicho "Tenemos que aprovechar esta tranquilidad. Dentro de poco, cuando tengamos que retomar el viaje hacía Reus, se nos habrá acabado el chollo". Esther, totalmente indignada, me ha replicado "Erik, creo que ya os lo he dejado claro. Yo no me voy a marchar. Mi sitio esta aquí, junto al hermano Miguel. Quítate esa idea de la cabeza". Como es costumbre, no me he podido morder la lengua y he intentado hacerla entrar en razón, una vez másm contestándole "Mira, se que han ocurrido muchas cosas desagradables y que hemos sufrido mucho. Pero eso, como ya te he dicho muchas veces, no es motivo para que busques consuelo en la religión. Nunca has sido religiosa y por los acontecimientos que hemos vivido te estas volcando tanto hacía esa fe que promulga Miguel. Tú sitio esta junto a nosotros. Tú eres una de los nuestros. A pesar de que vistas esa túnica, no eres una de ellos. Estas equivocada y debes replantearte las cosas". Ella me ha lanzado una mirada que parecía cargada de odio y me ha gritado "¡Basta de juzgarme! ¡Basta! ¿Quién te crees para hacerlo? Soy libre de escoger mi fe y de decidir si quiero continuar junto a vosotros o no. No voy a ir. No ahora que he encontrado la paz espiritual". Nunca hasta ese momento he visto gritar a Esther de esa manera. Parecía que iba a dar un salto sobre mi y empezar a pegarme. Sin levantar la voz, he comenzado a decirle "No conoces a Miguel más allá de la imagen que nos ha dado. No sabemos nada de él. ¿Quién te dice que no es un perturbado más como los que nos hemos encontrado en nuestro camino? No podemos confiar tan fácilmente. Eso es algo que tenemos que haber aprendido a estas alturas. Sinceramente, no me creo eso de que habla con Dios. Antes de que comenzara todo esto, él sería un charlatán más, como el Carlos Jesús ese que salía en la tele y todos se reían de él. Pero ahora, con el fin de la humanidad encima de nosotros, se le da credibilidad a cualquier individuo disfrazado de elegido. Te voy a demostrar de que no conoces de nada a Miguel. ¿Recuerdas la medicación que te enseñe hace unos días? La encontré en su habitación, junto a unos diagnósticos médicos que no pude leer. ¿Como sabemos que esa medicina no es para algún tipo de trastorno mental? ¿O alguna droga que le hace creer que habla con Dios? Esther, por lo que más quieras, a toda esta gente le han vendido la burra, no caigas en el mismo error y razona por ti misma". Esther ha permanecido en silencio y después, ha dicho "¿Has robado a Miguel?". No he sabido que contestarle. De mi boca ha salido un "Robar... robar, no...". Rápidamente, se ha levantado del suelo del campo en el cual se encontraba sentada y cogiendo el capazo de patatas con la mano, me ha dicho "O sea, el hermano Miguel nos abre las puertas de su casa, nos acepta e integra en su comunidad, comparte sus alimentos con nosotros, nos da techo... y tú... y tú... se lo pagas ¿robandole? Es un acto repugnante. Él no tiene culpa de que seas un puto desconfiado. Te estas volviendo un enfermo como tu amigo Iván. Siento pena por Belén por estar con un tipo como tú. Te voy a juzgar como tú me has estado juzgando. ¿Sabes que es lo que pienso de ti? Que eres un hijo de puta". Después de estas palabras, me ha lanzado el capazo, el cual ha caído al suelo esparciendo las patatas del interior por todas partes y se ha marchado camino al edificio. Cuando he mirado a Juanca, este me ha devuelto la mirada y acto seguido se ha agachado, comenzando a recoger las patatas una a una y devolviéndolas al capazo. Yo, sin decir nada, he comenzado a hacer lo mismo. Juanca, sin dejar de recoger las patatas, ha comenzado a decir:

"Yo no soy quién para opinar sobre esto. Cada uno de los que estamos aquí, tenemos nuestros motivos y razones para creer en las palabras de Miguel. Unos por simple fe, otros por la necesidad de creer en algo en estos momentos, otros porque este es un lugar seguro y una forma de permanecer vivo. Yo tengo mis motivos. He pasado una vida difícil. Muy difícil diría yo. Mi padre murió cuando yo tenía 2 años. Mi madre cuando yo tenía 6. La causa fueron las drogas. Mi padre estaba enfermo de sida y paso sus últimos días en la cárcel. Mi madre se paso con su dosis diaria de caballo. Con 6 años me tuvo que acoger mi abuelo en su casa. Y digo mi abuelo, porque mi abuela hacía años que estaba enterrada. Con él solo pase 3 años, los cuales transcurrieron con sus continuas borracheras y los azotes que me daba con su cinturón. El motivo era que ya no tenía a su mujer para maltratar y con alguien lo tenía que pagar. A los 3 años de estar con él, murió. Entonces, sin familia que se quisiera hacer cargo de mi, acabé en un orfanato. En esté, pase unos años y, la verdad, mis compañeros no fueron un buen ejemplo para mi. Cuando me encontraron una familia de adopción dispuesta a darme todo lo que me tenían que haber dado tiempo atrás, yo ya estaba echado a perder. Solo les dí que problemas y noches en vela. Con 15 años caí en las drogas. Empecé con los porros, los cuales me los fumaba a pares en un parque con la crème de la crème de mi barrio. A los 17 le comencé a pegar a las pastillas. A los 20, a la cocaína. A los 22, no tenía suficiente con esto y me metí en el caballo. Caí en el mismo error que mis padres. Al principio, conseguía mi dosis con el dinero que me daban mis padrastros. Más tarde, no era suficiente y comencé a robarles dinero. Cuando se percataron y escondían el dinero por las noches, comencé a vender cualquier cosa de valor que había en casa. La gota que colmó el vaso fue cuando le levanté la mano a mi padrastro. Aquí fue cuando me echaron de casa y me vi obligado a vivir en la calle. He hecho cosas de las que no me siento orgulloso. Me he prostituido para sacar mi dosis, he dado tirones de bolso a ancianas, he atracado comercios a punta de navaja... ¿Te acuerdas el día que nos encontramos por primera vez con el hermano Miguel? ¿Recuerdas que acudimos las chicas y yo en vuestro rescate empuñando las armas? En ese momento, yo temblaba como un flan porque con ese arma en la mano me estaba viniendo a la mente todo mi pasado. Recordé aquellas ocasiones en las que atracaba a personas inocentes para obtener mi dosis. Yo me rehabilite a los 25 años, gracias a una clínica de rehabilitación. Salí de la calle, obtuve un trabajo, me alquile una casa... remonte mi vida. Pero volvía recaer un día antes de que comenzara todo esto. El motivo fue porque me quede sin trabajo y me sentí deprimido. Pensé que por un chute no iba a pasar nada. Me chuté y cuando desperté del viaje, me encontré con todo esto. Las calles eran un caos, personas ensangrentadas atacan y mataban a otras personas. En ese momento solo podía pensar que ese chute me había sentado muy mal para que viera todo eso. Pronto comprendí que no, que era real. Salí de mi casa cuando me quedé sin comida y corrí lo más rápido que pude. Le robé la moto a un hombre que lo acababan de alcanzar un grupo de reanimados. Durante un tiempo estuve vagando sin rumbo y huyendo de esas cosas. Entonces fue cuando aquellos caníbales me apresaron y al poco aparecisteis vosotros, liberándome. Te estarás preguntando el porque te he soltado todo este rollo, que no viene al caso de tu pregunta. Pues es fácil y tiene mucho que ver. A los días de que esto empezó, comencé a pensar que todo esto era culpa de haber recaído en las drogas, por haber desaprovechado mi segunda oportunidad. Es decir, un castigo por no aprender de mis errores. Cuando conocí al hermano Miguel y me contó la historia de su vida llena de excesos, la revelación que le hizo Dios y el comienzo de todo esto, me sentí identificado. Entonces caí en la cuenta de que todo esto no era solo un castigo, sino la última oportunidad que nos daba Dios para la salvación. Cuando vi a Miguel andar entre los reanimados, ya no tuve más dudas. Yo, al igual que Esther, creemos en ese hombre. Creemos que nos trae la salvación, que es el mensajero de Dios, un mesías. Jamás en mi vida, antes de que comenzara esto ni después, he sentido tanta paz. Este sitio es perfecto. Un verdadero Edén. Aquí es donde me he encontrado a mi mismo. Y a todos los demás les ocurre lo mismo. A Esther también, por lo cual, comprendo que se haya puesto así. Vamos a seguir a Miguel hasta donde haga falta. Vamos a seguir su palabra sea cual sea. Así que es mejor que no pierdas el tiempo intentando convencernos de que cambiemos de opinión. No insistas. Tú y los demás no-creyentes os podéis marchar cuando os de la gana. Pero dejarnos en paz a los demás".

En otra ocasión no le habría contestado. Pero no me he podido contener: "Lamento mucho que hayas sufrido una vida tan difícil. Y me alegro de que por fin hayas encontrado tu paz aquí. Pero he de decirte una cosa al respecto. Tu haz lo que te plazca. Como si ahora mismo quieres abrir la verja de los podridos y meterte dentro para imitar a tu mesías. Pero a lo que respecta a mi y al antiguo grupo, abstente de dar tu opinión. Tu eres un recién llegado en el grupo mientras que la mayoría de nosotros llevamos juntos desde que todo esto empezó, sufriendo y padeciendo. Nos unen lazos muy fuertes para que un simple charlatán venga y nos desuna. Y tampoco voy a permitir que vengas tú a decirme lo que debo hacer o ha hablar con mis compañeros. Un consejo, guárdate tus jodidas opiniones para cuando te las pida. Lo que tengo claro es que no voy a dejar a Esther aquí cuando llegue el momento de marcharnos. Tu haz lo que te plazca, por mi, te puedes quedar aquí a adorar a tu líder".
Ahora en frío pienso que me he excedido un poco en mis palabras. Un poco bastante. Pero no puedo permitir que uno de los últimos en el grupo me censure lo que tengo que hablar con mis compañeros, los cuales los considero una familia. Y en realidad, es la única familia que me queda. Juanca, cuando ha oído mis palabras, las cuales mientras escuchaba ni siquiera me miraba, a seguido actuando normal, sin dirigirme la palabra y como si no hubiera escuchado nada. Cuando ha llenado el capazo, se ha dirigido al almacén, ha vaciado este y se ha dirigido a unos diez metros de donde yo estaba. Allí habían tres miembros de la comunidad realizando la misma tarea que nosotros. Juanca se ha unido a ellos y ha seguido recolectando patatas mientras reía y hablaba con ellos. Yo me he quedado solo. Tampoco me ha importado. He cogido un nuevo capazo y he seguido recolectando patatas.

Cuando he terminado mi jornada, he pasado por las obras a ver como les iba a Eduardo y Hans. Estos estaban subidos a un andamio junto a otro personaje de túnica. Los tres estaban terminando de enlucir el muro. Ambos se han puesto contentos al verme y han empezado a gastarme bromas y a reírse. Hasta el hombre de la túnica se reía por cada chascarrillo que soltaba la pareja. Al verlos así, no he podido evitar contagiarme de esa felicidad que compartían en ese momento. Hacía tiempo que no los veía así. Y eso es bueno. He preferido no contar mi enfrentamiento con Esther. Después de hacerles esta visita y de que me hayan pringado de yeso con sus bromas, he jugado con Thor a tirarle una pelota y cuando he terminado me he dirigido al taller de costura, donde estaba Belén, Elena y María, junto a más mujeres y hombres, todos ellos remendando ropas. Cuando he entrado, Belén y María estaban algo alteradas, hablando entre ellas. Cuando les he preguntado, no han tardado en contestarme. Esther había ido a hablar con Belén después de discutir conmigo. Según me han dicho, ha entrado hecho un basilisco y me ha puesto de vuelta y media. Ha dicho que soy un manipulador, que me creo líder y que no merezco que Belén sea mi pareja. A Belén le ha dicho que no sea tonta y que me mande a hacer puñetas, que solo voy a conseguir conducirla a una muerte segura. Parece ser que Belén no ha tolerado que dijese todo eso de mi y le ha terminado gritando, diciendo que ella me debe estar agradecida por permanecer viva hasta ahora, que sin mi, el grupo no habría sobrevivido tanto. Su respuesta ha sido que no me tiene nada que agradecer y que por mi culpa, su hermano Manuel murió en el hospital de Valencia, porque según dice, esta segura de que lo abandone y lo dejé tirado.

...

Sabía que en sus adentros, me culpa por la muerte de su hermano. Y eso me hace sentirme muy fatal...

Cambio de tema. Lo necesito, porque revivir viejos fantasmas solo va a conseguir que me hunda aun más. Como iba diciendo. Después de eso, cuando Belén ha terminado en el taller de costura, hemos salido al exterior del edificio y nos hemos sentado en las escaleras. Allí hemos estado disfrutando del sol veraniego mientras charlábamos. Me habría fumado un cigarro, pero hace tiempo que nos quedamos sin tabaco para intoxicarnos. Hablaba con Belén sobre la reacción de Esther, cuando algo me ha llamado la atención. En los campos habían miembros de la comunidad trabajando. Arando, recolectando, sembrando... En el campo más cercano al edificio, el cual hay plantadas lechugas, estaba la chica muda que rescatamos del campamento de los caníbales, ¿recordáis? Esta estaba de rodillas, cortando lechugas. Tras de ella habían tres personas que se le estaban acercando. En principio, no me ha parecido que esto tuviese nada de raro, sin embargo, estas tres personas caminaban con un estilo inconfundible. Eran merodeadores. La chica no se había percatado de esto y los tenía prácticamente encima. He dado un salto, poniéndome en pie, y he salido corriendo. Belén, que no se había percatado de lo que yo acababa de ver, me ha comenzado a chillar que a donde me dirigía. No he contestado. Solo corría y le gritaba a la chica que corriera. Esta, cuando se ha percatado de lo que tenía detrás, se ha quedado paralizada y en vez de correr, se ha puesto de rodillas y... ¡se ha puesto a rezar frente a ellos!
Me ha dado tiempo a llegar hasta donde estaba ella y he podido soltar un placaje al merodeador que ya se estaba abalanzando sobre ella. Este, en avanzado estado de podredumbre, ha caído desplomado. Al ver esto, varios miembros de la comunidad han acudido corriendo, algunos armados con azadas. Los dos merodeadores que quedaban en pie han centrado su atención en mi. El primero, una adolescente que le faltaba maxilar inferior, se ha lanzado sobre mi y de una patada la he conseguido repeler. El otro, un hombre anciano y que le faltaba un brazo, ha sido inmovilizado por tres miembros de la comunidad. Estos lo han derribado y en el suelo, sujetado. Cuando he cogido una azada y me dispuesto a golpear a los otros dos que se estaban levantado, un hombre de túnica con ribetes rojos me ha detenido y ha mandado a dos chicos a coger los lazos. La chica que no habla, Eugenia se llama si no recuerdo mal, seguía de rodillas, con los ojos cerrados y en posición de rezo. Entre todos, han inmovilizado a los otros dos merodeadores y cuando ya estaban llegando los chicos con los lazos, uno de los hombres que sujetaba al anciano merodeador, ha pegado un grito. Este le había mordido, en un descuido, le había mordido un brazo. Todas las personas allí presentes nos hemos horrorizado al ver esto. El hombre se ha cogido el brazo inmediatamente mientras de este brotaba sangre a chorros. Mientras, el merodeador mascaba el trozo de carne que le había arrancado al tiempo que los tres chicos de los lazos han capturado a los merodeadores y se los han llevado de camino a la granja de podridos. El hombre que había sufrido el ataque no paraba de lamentarse y gritar mientras se apretaba la herida. Allí hemos permanecido todos hasta que ha aparecido Miguel y sus acompañantes. Estos venían portando sacos repletos de frutas, y que, al ver lo que allí había ocurrido, los han soltado y han comenzado a preguntar que ha ocurrido. Cuando todos le han contado lo que ha pasado, lo primero que ha preguntado ha sido que habíamos hecho con los merodeadores. Al enterarse de que los habían llevado a la granja, se ha preocupado por el herido mientras le decía "Tranquilízate, hermano, tranquilízate... Dios te ha llamado a sus filas". Pero este había olvidado su fe y estaba desesperado. Era consciente de cual era su destino. Por orden de Miguel lo han llevado a su dormitorio y allí lo han encerrado, hasta que se ha convertido. Es la segunda transformación más rápida que he visto desde que todo esto empezó. Lo han encerrado a la 1:00 PM y a las 4:30 PM ya estaba golpeando la puerta de su dormitorio convertido en un reanimado. No han tardado en llevarlo a la granja junto a los demás podridos.

Hoy no se habla de otra cosa. En el ataque de esos tres merodeadores. A pesar de lo creyentes que son aquí, hay una gran mayoría que están asustados. La gente dice que desde que el edificio fue convertido en "La iglesia del fin de los tiempos", jamás se han acercado tanto unos merodeadores a la zona. Miguel ha dicho que si esto ha ocurrido es porque Dios los ha enviado por uno de dos motivos: o bien porque el hombre al que han mordido era una persona carente de fe y, por lo tanto, un impío, o porque Dios no esta de acuerdo de como están funcionando las cosas en la comunidad.

¿Queréis saber mi opinión? Que Miguel esta obcecado en su religión y no quiere o no le interesa ver la realidad: los merodeadores, si atacan en grupo, nunca lo hacen aleatoriamente o por casualidad. Estos tres solo han sido la punta del iceberg. Estoy seguro que detrás de ellos hay una gran cantidad de merodeadores acercándose hacía nuestra posición que han averiguado que aquí hay carne fresca. Esto lo digo por experiencia propia. Y sino, tiempo al tiempo. Espero equivocarme. Solo digo que tenemos que estar preparados para la que se nos viene encima.


- Erik -

3 comentarios:

J-Zombie dijo...

Buena entrada,volvemos a ver un buen ritmo de publicacion.
Miguel me sigue dando un asco impresionante,que tio mas odioso,puto M.
La muda......,la gilipollas la llamaria yo,pensaba que Elena era estupida,pero esta en pocos segundos la ha superado con creces,y todo por una fe ciega en un tio que dice ser elegido de dios......bla,bal ,bla.
Ha Esther le han sorbido el coco de mala manera,y Juanca........uno que se añade a mi lista de odiados.
Me sabe mal que por la droga tubiera que vender su culo para que lo taladraran,pero nadie le dio bela en el entierro( buen pasado por cierto para el personaje).
En fin,buena entrada,esperando la siguiente.

P.D :
Si Elena no a dicho nada de Ivan es porque su cerebro no puede procesar tanta informacion de golpe,en su mente aun trata de comprender que han llegado a una comunidad con personas,aun va por la P.con suerte en la siguiente entrada descubrira que Fede murio de apendicitis.

DAG-SYSTEM dijo...

esto se pone feo,es cierto, detras de de un zombie siempre llegan mas, es como las abejas o los buitres y estod ultimos simpre saben quien va a morir,esos bichos, los buitres son psicopompos hehhehe y los Z unos ambrientos.

seeyouinthenextlife dijo...

Espero que pase algo y bien gordo, no sé porque coño Miguel guarda a tanto zombitaco como si fuese rebaño...