sábado, 5 de junio de 2010

+ 05-06-10 + Despedida

Me equivocaba. A pesar de que ayer dije que muy difícilmente iba a dormir con tanto problema rondándome la cabeza, he podido conciliar el sueño. Fue entrar en el coche y caer rendido en cuestión de unos pocos minutos. Ni la incomodidad de dormir encajonado en el asiento del conductor ha podido evitar que me quedara dormido. Ayer me fue muy difícil rechazar la oferta que nos hizo Miguel de acondicionarnos una habitación para cada uno de nosotros. Ya os dije que por nada del mundo nos íbamos a meter Belén y yo allí. Esa gente no esta en sus cabales y no nos fiamos. Todos han pensado igual que nosotros menos Esther y Juanca. Ellos si que no se han podido resistir a la oferta y aceptaron, pasando la noche en el interior del edificio. Intentamos quitarles la idea de la cabeza, pero fue imposible. No se como han tenido valor. Pero su decisión arriesgada ha tenido recompensa. Esta mañana han salido sanos y salvos por la puerta, y, como no, descansados. Mientras ellos han dormido cómodamente en un colchón, nosotros lo hemos hecho aquí sentados. Queráis que no, esto se nota bastante. Al día siguiente de dormir en el vehículo, cuando sales al exterior, se notan todas las extremidades y articulaciones agarrotadas. Y no hablemos de los dolores de espalda... Pero no me arrepiento, y supongo que mis demás compañeros tampoco, de no habernos arriesgado a dormir en esa comuna. Prefiero seguir con mis dolores de espalda que no, por un exceso de confianza, acabar con dolor abdominal a causa de una cuchillada nocturna. Como os decía, Esther y Juanca han salido esta mañana del edificio y han venido a buscarnos. Nos han contado lo maravillosamente que han dormido y la exquisita atención que les ha dado la comunidad. Según cuentan, les han acondicionado las habitaciones como si de un hotel se tratase. Luego nos han dicho que Miguel y la comunidad nos esperaba en el salón comedor para desayunar, que todos querían despedirse de nosotros por nuestra inminente partida, ya que la noche anterior les comunicamos que por la mañana, o como muy tarde, al mediodía, marcharíamos. A pesar de que la noche anterior rechazamos la invitación de cenar con ellos (cenamos en el coche, con alimentos que ellos nos suministraron), hemos aceptado la oferta de desayunar con ellos. No es muy cortes que digamos, el rechazar una invitación de despedida. El único que si estaba dispuesto a rechazarla ha sido Iván. Él les procesa mucha animadversión a todos y cada uno de la comunidad. Los llama "Atajo de puretas insoportables".

Cuando hemos entrado al salón, nos hemos encontrado con casi todos en sus respectivos asientos. Miguel nos ha vuelto a pedir que nos sentáramos en su mesa y así lo hemos hecho. He sido yo uno de los que se ha sentado a su lado. Él nos ha recibido con la misma cortesía de siempre. No se como consigue mantener siempre la sonrisa en la boca. El desayuno ha transcurrido con normalidad. Nos han servido un vaso de leche, galletas y algo de miel (parece ser que tienen también panales de los que obtienen la miel). Como no, Iván no ha probado bocado y su niñita, Elena, se ha comido su parte. Cuando hemos acabado de desayunar, Miguel se ha puesto a hacerme preguntas como "¿Ha donde os dirigís?" y "¿Estáis seguros de que no preferís quedaros?". Le he contestado que nos íbamos hacía el norte y que gracias por la oferta, pero que tenemos pensado buscar algún lugar tranquilo donde no haya llegado la infección o lo que narices sea lo que esta pasando. Esta claro que no le iba a decir la verdad, que nos vamos a Reus porque no nos fiamos de lo que él nos ha dicho. Sus palabras textuales "No perdáis el tiempo, hermanos. Todo esta igual que lo que habéis conocido hasta ahora. Es el apocalipsis que Dios nos ha enviado y esto se extiende a todos los rincones del planeta". Palabras alentadoras donde las haya. Yo me he limitado a no replicarle, pero Iván... Iván no se ha callado. Con tono burlón, le ha dicho "Tu Dios es un poco tocapelotas, ¿verdad?". Al escuchar esas palabras, he temido que Miguel estallase como lo haría cualquier fanático, pero no, todo lo contrario, sonriendo y en tono pausado ha replicado "Hermano, los 'tocapelotas', como tu dices, hemos sido nosotros, que hemos ignorado su palabra. Nosotros somos responsables de todo esto, nadie más. El altísimo solo se limita a darnos lo que nos merecemos para hacernos entrar en razón". Iván no se esperaba que Miguel contestara sin alterarse, es más, creo que su intención era provocarlo. Iván le ha dicho "En primer lugar, no me llames hermano. No soy tu hermano, ni tuyo ni de ninguno de los ignorantes que tienes aquí enclaustrados. Segundo, ¿que me estas contando? ¿que nos merecemos esto? Todos los beatos meapilas siempre tenéis que venir con el mismo cuento. Que si nos merecemos esto, que Dios nos castiga por lo otro... La cuestión es tener que creer en algo, cuanto más absurdo, mejor. ¿Y sabes porqué? Porque vuestras vidas son tan insignificantes y aburridas que necesitáis creer en algo. No tenéis el valor suficiente para enfrentaros a la vida con dos cojones, así que tenéis que inventaros y creer en que un ser divino os ayuda o castiga. Dejaros de chorradas, ¡por favor! Estamos crecidos para creer en cuentos de este calibre, así que abrir los ojos y ver la realidad. Dios no existe ni ha existido jamás. Y si existiera, se cagaría en vuestras plegarias, porque os vería como lo que sois, un atajo de patéticos disfrazados. No se porque coño los muertos se levantan, andan y se dedican a destripar a las personas, pero que no sepa el motivo no quiere decir que tenga que ser algo divino y sobrenatural. La religión es la droga de los ignorantes y eso es lo que os pasa a vosotros, que sois unos ignorantes...". Ni todos los puntapiés que le he dado por debajo de la mesa a Iván han logrado que se callé. Aunque comparto gran parte de su forma de pensar, no es motivo para que ofenda así a Miguel, que hasta el momento, se ha portado correctamente con nosotros. Pero a pesar de todo lo que le ha dicho, Miguel ha seguido con su actitud anterior, tranquilo, sosegado y sonriente. Mientras cogía de la mesa una pequeña cajita metálica, la abría y sacaba una pastilla (¿?) que tomó con agua, contestó "No es mi intención ofenderte cuando te llamo hermano, así que discúlpame si te molesta. Pero todos somos hijos de Dios y, por lo tanto, hermanos. Sobre tu opinión de nosotros, la respeto. Yo no soy quién para juzgar tus palabras y, mucho menos, juzgarte a ti. Solo el altísimo es capaz de eso. Pero te diré una cosa. Yo antes pensaba como tú. Es más, era similar a ti. En tu aspecto y forma de vestir me veo a mi hace años, cuando era joven. Vivir la vida al limite, reírme de la muerte, estar con cuantas más mujeres mejor... Me creía alguien. Me sentía Dios. Pero luego, ciertos hechos que ocurrieron, me hicieron darme cuenta que había llevado una vida poco correcta. Estaba yendo por la senda equivocada. De la noche a la mañana, me vi sin nada. Sin amigos, sin familia, sin dinero, enfermo... Cuando comenzó el apocalipsis fue cuando comprendí que todo lo que me ocurría era que Dios me estaba castigando por mi mala vida. Y ahora estaba castigando a toda la humanidad. Y te preguntaras, ¿por qué esta tan seguro de todo esto? ¿Por qué se dio cuenta cuando empezó el apocalipsis? Muy sencillo. La misma mañana que los muertos comenzaban a levantarse y a andar, Dios me hizo su primera revelación". Todos permanecimos callados e Iván dijo "¿Qué?". Miguel no tardó en decir "Como lo has oído. Dios mismo me habló. Esa fue la primera vez de muchas que la han precedido. Yo quedé asombrado como todos los profetas anteriores a los que se les reveló Dios por primera vez. En su primera revelación, me dijo muchas cosas. Entre ellas, que el apocalipsis había llegado y yo era el último elegido para guiar al rebaño a su reino. El último profeta. Desde entonces, no hay día que Dios no me hable. Todos los días me encierro unas horas en la pequeña habitación que os enseñe ayer y escucho su palabra. Él mismo me aviso que vendríais días antes de vuestra llegada...". Aquí ha sido cuando Iván se ha levantado de golpe y exclamando un "¡¡Venga ya!!" se ha alejado, andando hacía la puerta del comedor. Cuando estaba cruzando esta, nos ha dicho "Os espero en el coche, paso de seguir escuchando más estupideces". Miguel, sin inmutarse, nos ha dicho "Lo compadezco... Esta perdido. Era de esperar que reaccionara así. Todo el mundo lo hace cuando no quiere entender algo. Si no tuvieseis que marcharos hoy, yo mismo le demostraría a ese chico que digo la verdad con algo muy simple...". No he querido preguntar a que se refería. Ya he tenido suficiente teología por hoy. Después de esto, Miguel nos ha dicho que si íbamos a asistir a la misa del día, a lo cual, claro esta, le hemos dicho que no, que teníamos prisa. Nos ha deseado que Dios este con nosotros y que en la misa del día pediría porque volvamos pronto. Esta perdiendo el tiempo con sus plegarias, no pensamos volver por aquí. Ni Dios puede hacernos cambiar de opinión.

Después de despedirnos de Miguel, este y toda la comunidad se han marchado a la iglesia. Nosotros hemos salido al exterior y hemos cargado los alimentos que nos han dejado en la puerta. Cuando estaba junto a Belén llenando nuestro vehículo, Esther se ha acercado a nosotros. Le he sonreído y le he dicho que si quería algo. Cuando de su boca han salido las palabras "Yo no voy. Me quedo", el corazón me ha dado un vuelco. ¿Como se iba a quedar allí ella sola? Belén se ha sorprendido igual o más que yo. No olvidemos que antes de que yo conociera a Belén, ella convivía con Esther, por lo tanto, ambas se tienen mucho apego y cariño. Esta le ha dicho que no sea tonta, que qué pintaba ella allí con todos esos sectarios. Esther a contestado "Lo siento... No puedo seguir adelante. No me quedan fuerzas. Desde que nos enteramos de que Reus ha caído, mis esperanzas y fuerzas para seguir adelante han desaparecido. No soportaría llegar allí y encontrarme la ciudad asolada. Necesito tener un lugar donde asentarme y comenzar una nueva vida. Y este lugar es lo más parecido que he encontrado hasta ahora. Son unos fanáticos religiosos, pero se nota que no son malas personas. Ya lo habéis comprobado. Así que yo me quedo...". Belén y ella se han abrazado y se han puesto a llorar. Echaremos de menos a Esther. Sobretodo, cuando alguno de nosotros caiga herido. Cuando los demás se han percatado de esto, no me ha quedado más remedio que explicar que ocurría. Y mi sorpresa ha sido más mayúscula aun cuando María y Juanca han dicho que también se quedan. Por Juanca me da un poco igual, no hemos tenido tiempo para estrechar lazos con él, pero María... la única persona superviviente de mi antiguo grupo, una buena amiga, nos abandona también. La voy a echar mucho de menos. Aun más la echare de menos cuando tengamos que enfrentarnos a merodeadores o cualquier otro peligro. Ha demostrado su valía a la hora de entrar en combate. Pero es su decisión y yo no puedo hacer nada, más que preguntarle el motivo y de si hay posibilidad de hacer cambiar de opinión. Ha dicho algo similar a lo que ha dicho Esther y no, ha dicho que no podemos hacerla cambiar de opinión. Acto seguido, la he abrazado y he contenido las ganas de llorar. Le he pedido que cuide de Esther y que no pierda de vista a los miembros de "La Iglesia del fin de los tiempos". Que aunque parecen inofensivos, no hay que fiarse de nadie. Me ha jurado que no bajara la guardia y nos ha deseado suerte. Después, se han despedido de todo el grupo. El momento más emotivo ha sido cuando María y Eduardo se han abrazado y ambos se han emocionado. Nunca me había fijado hasta ahora, pero parece que ambos sienten un profundo cariño el uno por el otro. Después, le he dado una palmada en la espalda a Juanca, que estaba a un lado, cabizbajo. Este también nos ha deseado suerte.

Después de despedirnos, nos hemos montado en los coches y nos hemos alejado poco a poco de allí. Verlos por el retrovisor, diciéndonos adiós con la mano desde la puerta del edificio, ha hecho que me acongoje hasta el punto de derramar unas lágrimas. Belén también estaba llorando. Hace horas que nos hemos marchado de allí. Ahora nos encontramos acampados en mitad de la autovía. Llevo hora pensando en si nuestra decisión, o más bien, mi decisión de continuar la marcha a Reus ha sido buena idea. Quizás debimos haber hecho lo mismo que Esther, María y Juanca, resignarnos y habernos quedado con los sectarios. Pero es que no se si será por todo lo que hemos vivido hasta ahora o que, simplemente, algo me dice que no nos fiemos de ellos, pero no me hacía mucha gracia quedarme allí. Quizás, si llegamos a Reus y tal ciudad ya no existe, volvamos a la iglesia. Quizás esa sola sea la única forma de que confiemos en ellos, volviendo y comprobando que María, Esther y Juanca están sanos y salvos. Si llegamos y Reus esta intacta, será que Miguel nos ha mentido y nuestros amigos corren un grave peligro, ya que la comunidad no será de fiar. Que dilema. Bueno, ahora solo podemos desearles lo mejor y mirar hacía delante, no hay más. Lo que sea, será.


- Erik -


1 comentario:

J-Zombie dijo...

Muy buena entrada,no me esperaba para nada lo de la comunidad.
Ha mi personalmente,toda esa gente que porta la "palabra de dios" me da grima.
No se si seran de fiar o no,pero lo que si que tengo claro es que estan mal de lo hoya,coincido plenamente con Ivan,le falto hostiar al padre Apeles este de Miguel( o Carlos Jesus) segun se mire.
A ver que pasa ahora.