lunes, 16 de noviembre de 2009

+ 17-11-09 + 3 días y 4 noches

Sigo vivo.

Se que habréis temido lo peor, ya que he estado más de una semana sin publicar, pero los acontecimientos así lo han requerido. Han pasado muchas cosas a lo largo de esta semana, unas buenas, otras malas y otras muy malas. Podría ahorrarme soltar la parrafada abreviando mis vivencias de estos últimos días y contaros mi situación actual, pero no, prefiero contaros todo desde el principio. De eso se trata mi diario, de contaros todo con pleno lujo de detalles para que aprendáis de mis aciertos y errores, y ello os sirva para vuestra propia supervivencia. A lo que iba:

Tras escribir mi última entrada, pasé casi toda la noche en vela, dando vueltas y más vueltas a como pasar el amasijo de coches y merodeadores. Tenía un plan en mente, pero quería otra mejor opción, ya que este no era del todo seguro. Mi plan principal era transitar el camino encaramado encima de los coches, saltando de uno a otro, estando de esta forma más o menos fuera del alcance de los merodeadores. Este plan no me terminaba de convencer, pero era la única mejor opción que tenía hasta el momento. Le di vueltas y más vueltas, pero nada, no se me ocurrió absolutamente nada más.

Llegado el nuevo día, decidí no perder más tiempo y probar suerte. "Que sea lo que dios quiera..." es lo único que me pasaba por la mente. No os voy a engañar, estaba totalmente acojonado. No tenía ninguna esperanza de salir con vida de esta, ya que esa zona es un completo hervidero de merodeadores. Sobre las 12 del medio día, con el sol arriba de mi cabeza, ande hasta el principio del atasco. Con el cuerpo temblando como un flan, me encarame al primer coche y comencé el juego de ir botando de coche a coche. Al principio fue muy fácil, prácticamente pan comido. Recorrí mas de 10 metros sin ningún tipo de presión, ya que por esta zona la actividad de merodeadores era prácticamente nula. Thor me seguía entre los coches sin parar de husmear la zona. Todo marchaba bien, aunque en alguna ocasión me tocaba descender al suelo para poder llegar a otro coche. Por esta zona podía haber transitado caminando por suelo firme, pero no quería correr riesgos. La cosa se complico cuando llegue a la rotonda que os hable en la entrada anterior. Esta zona si que estaba repleta de escoria andante. Como si se les hubiese activado un radar en la cabeza, todos se dirigieron a mi posición. No perdí tiempo y saltando de coche en coche, dirigí mi rumbo hacía la primera terminal de trabajo. No podía mantenerme mucho tiempo encima de un solo coche, ya que los merodeadores se abalanzaban e intentaban cogerme. En más de una ocasión conseguían agarrarme los tobillos y yo tenía que abrir fuego. En otras ocasiones, se subían a los capós de los coches e intentaban reptar hasta arriba. A dios gracias, sus movimientos son lo suficiente torpes que les impiden mantenerse en pie en superficies que no sean el suelo. Nunca había estado tan sumamente cerca de una horda semejante, sin una valla de por medio y poder observarlos así. Como ya me había percatado cuando los observaba en la lejanía, todos ellos eran trabajadores del puerto. Todos van ataviados con monos fluorescentes. Pobres desdichados, les pillo todo esto en el trabajo, ni si quiera tuvieron oportunidad de estar en sus casas junto a su familia en sus últimos momentos...

La horda estaba tan sumamente centrada en perseguirme que Thor podía escabullirse entre los cadáveres andantes sin problemas. El susto me lo lleve cuando salte a un nuevo coche y desde dentro de este, por la ventanilla abierta, salieron unos brazos que intentaron atraparme. Rápidamente pase a otro coche y así lo hice hasta que llegue a las proximidades de la terminal. Cuando más próximo estaba de esta, menos coches habían, pero también habían menos merodeadores. Sin pensarlo dos veces, baje al suelo y comencé a correr como alma que lleva el diablo, intentando salir lo antes posible del perímetro de visión de esas cosas. En mi camino encontré a unos pocos merodeadores que me intentaron interceptar pero conseguí eliminar fácilmente. Llegue al aparcamiento de la terminal y bajo un gran cartel de la puerta que ponía "MSC" (nombre de esa terminal) estaba la puerta de acceso. Entré y fui recibido por un seguridad de la empresa, pero como os imaginaréis, este ya no era tal y buscaba roerme los huesos. No me esperaba este recibimiento y mi reacción fue propinarle una patada a la altura de la boca del estómago. Mi pie se hundió en su blando cuerpo y este salió despedido hacía atrás, y antes de que se levantara, le atravesé la cabeza con una bala. Acto seguido y con el chucho también dentro, cerré la entrada. Las puertas son de cristal, así que si la horda de ahí fuera llegaba hasta aquí y se percataba de que yo estaba dentro, entrarían sin ningún tipo de problema. Pero no podía hacer otra cosa, tenía que jugármela si quería encontrar a los demás. A unos pocos metros de mi posición, la entrada estaba bloqueada por un torno giratorio, el cual se activaba con tarjeta de identificación. Por momentos pensé que ya me quedaba sin entrar, pero no, ya que al no haber corriente eléctrica, el torno giraba porque el mecanismo de bloqueo estaba inservible. Una vez cruzado el torno, ande unos metros hacía la siguiente puerta que me llevaba a la zona de trabajo, pero me detuve al ver una máquina expendedora de alimentos. Tras el cristal de la máquina, habían todo tipo de chocolatinas, patatas fritas, rosquilletas y ¡hasta un par de paquetes con sandwiches! Con el hambre que llevaba arrastrando de días, no pude hacer otra cosa que romper el cristal con la culata del rifle y comenzar a sacar todo lo comestible de allí dentro. Con todos los alimentos esparcidos por el suelo, me tire en este y empecé a abrir envoltorios y a comer como una alimaña, casi sin masticar. No importaba si lo que abría era dulce o salado, lo comía prácticamente sin mirar. Thor me quitó de la mano un sandwich y se alejó corriendo, mientras lo engullía. Por décimas de segundo afloraron mis instintos más primitivos y casi me lanzo sobre el chucho para intentar arrebatarle lo que creía solo mio. Pero conforme me afloraron esos sentimientos, desaparecieron, y comprendí que él también tenía derecho a comer de mi botín. Después de hincharme a comer, guarde en la mochila todo lo sobrante y reventé la máquina expendedora de bebidas. Abrí una lata de Coca-cola y me la bebí prácticamente de un trago. Hecho esto, continué la marcha y caminé hasta la puerta de acceso. Apenas di unos pasos cuando me tuve que agachar porque casi vomito. No se si fue debido a comer tan rápido o por llevar tanto tiempo sin ingerir alimentos, pero por poco arrojo casi todo lo que me había comido. Me pude contener las ganas de vomitar y me dirigí a la puerta. Cuando cruce esta, baje unas escaleras y observe mi alrededor. Para que os hagáis una idea de como es la zona, os explico. Me encontraba al aire libre, habiendo en frente mía una especie de calles y más calles de contenedores apilados. Mirara donde mirara, había maquinaria pesada, la cual me es prácticamente imposible de describiros, ya que no se como hacerlo. También habían bastantes camiones por la zona, habiendo uno delante mía, volcado. A mi derecha se encontraba el muelle. Ahí se encuentran una serie de grúas inmensas y bajo de estas, varios barcos amarrados.

Visto esto, comencé a andar, sin saber a donde dirigirme. Por el momento no había ningún tipo de señal de que los demás hubiesen pasado por aquí. Por momentos me iba desilusionando, pero a pesar de ello, no paré de buscarlos. Transite por las calles de contenedores. Estas eran muchas y parecían interminables. Por esta zona había mucha maquinaría pesada y camiones. Estaba caminando cerca de un camión, cuando me lleve un susto tremendo, y es que dentro de este había un merodeador, que al percatarse de mi presencia, comenzó a golpear violentamente el cristal. Rápidamente lo encañone con la pistola, pero no le disparé, ya que estaba encerrado en el camión y era absurdo gastar munición en él, ya que no podía salir. Esto es algo importante y que debéis tener en cuenta, y es que si una de estas cosas esta encerrada y fuera de combate, sin suponer un peligro, no debéis de gastar ni medios ni esfuerzo en eliminarlo. Algo que he aprendido en todo este tiempo es que es esencial para la supervivencia el ahorrar munición y evitar el enfrentamiento siempre que sea posible. Así que continué mi camino y lo dejé ahí encerrado. Andadas todas las calles de contenedores, me dispuse a andar por el muelle. Mientras iba andando por este, me percate que todo el material de trabajo y muchos objetos personales (chaquetas, mochilas, carpetas...) yacían tirados por el suelo. Es como si los trabajadores hubiesen salido a toda prisa al comenzar todo el caos. Con razón existe el bloqueo de coches ahí afuera. Quizás se enteraron de lo que estaba ocurriendo y todos intentaron ir a sus casas con sus familias. Pena que nunca lo consiguieron...

Caminando bajo las grúas, a la sombra de uno de los barcos y con el sonido del agua rompiendo contra la pared de cemento de muelle, se me ocurrió subir a uno de los barcos. En que mala hora lo hice. Subí la escalinata de metal y llegué a cubierta. Un pelotón de marineros carentes de vida salieron a mi encuentro. Sin otra posibilidad, comencé a bajar las escaleras cogiéndome de las barandillas para no caerme. Cuando llegué a tierra, estos ya habían comenzado a descender por estas. Eran demasiados y si bajaban, tenía que eliminarlos, así que intente buscar otra solución. Empujé la escalera con la intención de moverla y dejarla suspendida por encima del agua, alejada del suelo, pero era imposible. Esta estaba bien anclada. Detrás mía había una máquina elevadora, la cual me dio una idea. Monté en esta y vi que tenía las llaves puestas, algo frecuente en un lugar de trabajo. La arranqué y con las palas de esta empuje la escalera hasta que conseguí desplazarla. Esta crujió y cedió, quedándose alejada del suelo y por encima del agua. Cuando los merodeadores llegaron abajo, uno a uno fueron cayendo al agua. Hasta me llegó a resultar gracioso verlos precipitarse al agua y los chapoteos que producían al caer. Cuando cayeron todos, me asomé y mire al agua, y comprobé que no sabían nadar (jeje).

Pasaron las horas y di por sentado de que Belén y los demás no estaban allí. Poco a poco se iba acercando la noche, así que decidí pasar la noche allí. Me senté en un noray y desde ahí observe el mar y el horizonte. Aquí sentado me quedé sumergido en pensamientos mientras miraba a los peces danzar en el agua. Sentí tremendas ganas de darme un chapuzón, pero nunca fui un buen nadador, es más, apenas sabía mantenerme a flote. Cuando levanté la mirada, me fije en algo que había pasado desapercibido ante mis ojos hasta el momento. En la otra parte del agua, bastante alejada, había otra terminal de contenedores. Era similar a la que me encontraba, pero muchísima más grande y con muchas más grúas. También habían varios barcos atracados. Según parecía, esa era la siguiente terminal portuaria más próxima, la cual os dije que para llegar tenía que seguir la carretera. Esforzaba la vista en busca de algún signo de vida, pero no vi nada que me llamase la atención. Así pase largos y largos minutos, hasta que vi algo que me llamó la atención. Vi a tres siluetas andando. Por momentos pensé si era mi imaginación que me estaba jugando una mala pasada, pero no, era muy real como para ser una alucinación. Estos individuos andaban hacía lo que parecía un edificio de oficinas. Al estar tan sumamente lejos, no podía distinguir de quienes se podía tratar. ¿Serían ellos? ¿Sería mi grupo? Eso pasaba por mi mente. Empecé a gritarles con la esperanza de llamar su atención, pero fue en vano. Continuaron su marcha hasta el edificio sin percatarse de mi presencia. Efectué un par de disparos al aire, pero de nada sirvió, ellos ya no estaban a la vista. Esto me puso nervioso y con tremendas ganas de continuar la marcha para llegar allí. Hasta me dieron ganas de tirarme al agua e intentar llegar al otro muelle a nado. Menos mal que no lo hice, no habría llegado muy lejos. Hasta para un nadador experimentado, la distancia era bastante grande.

Las horas pasaron y un manto de estrellas se instaló sobre mi cabeza. Había luna llena, así que la visibilidad era bastante buena. Al estar tan cerca del mar, el frío era más fuerte y calaba mis huesos. Tuve que coger una chaqueta reflectante que encontré por el suelo y hacer uso de ella. Comí un par de chocolatinas mientras pensaba en cual era el lugar más seguro para dormir. Pensé en meterme en alguno de los muchos contenedores que habían abiertos, también pensé en encaramarme en algún sitio alto, pero la mejor idea la tuve cuando levante la cabeza y mire hacía arriba: dormiría en lo alto de la grúa, en la cabina. Así lo hice. Subí las escaleras que hay en el lateral de la grúa y continué el interminable ascenso hasta llegar arriba del todo. Aquí arriba tenía una panorámica perfecta de gran parte de Valencia. Observe todo detenidamente mientras el viento acariciaba mi cara, pero en seguida me metí en la cabina del gruero. Con la luz del día observaría todo, ya que de noche la visibilidad es muy limitada.

Dentro de la cabina, la cual esta suspendida en el aire, pase la noche. Esta fue una de las noches más largas de mi vida. Apenas dormí, como viene siendo costumbre, y notaba como mi cuerpo era tomado nuevamente por la fiebre. Tuve que tomarme otro paracetamol para contrarrestar esto. En la cabina permanecí hasta que las primeras luces del alba empezaron a deslumbrarme.


Continuaría esta entrada, relatándoos todo lo acontecido hasta ahora, pero es imposible resumirlo todo en una entrada. En las próximas entradas os iré relatando como han transcurrido los acontecimientos hasta llegar a mi actual posición. Disculparme, pero es que no quiero escatimar en detalles.


- Erik -


3 comentarios:

J-Zombie dijo...

Muy buena entrada tio,la verdad es que ya era hora,sobre las cosas muy malas que mencionas pero que aun no as escrito.....
Me empiezo a oler algo,algo que retrocede a cierta entrada anterior.
Bueno,espero al siguiente.
Saludos.
p.d : dentro de 7 dias estreno el capi 41 en mi blog.

Miembro de la resistencia dijo...

Hola! A que te refieres con lo de cierta entrada anterior? Un saludo, Zuri!

J-Zombie dijo...

basicamente me refiero al tema de los militares que disparaban a gente no infectada,aunque bien podrian ser mas saqueadores,porque el grupo que estaba el que violo a Esther no estarian solos.
Pero estoy seguro que esas tres siluetas que ve Erik no son su grupo.
Aun asi,aunque a lo mejor me equiboco,pero creo que el grupo de Erik esta retenido.