sábado, 27 de febrero de 2010

+ 27-02-10 + Nuestro cautiverio

Hola a todos. Me presento. Soy Eduardo Álvarez Castillo, 38 años, trabajaba como conductor de autobús y ahora soy miembro de este grupo que lucha día a día por sobrevivir en un mundo muerto. Posiblemente sobra la presentación. A quién le importa a estas alturas como me llamo, a que me dedicaba o que edad tengo. Supongo que ya tendréis suficiente con intentar sobrevivir como para que os importe esto.
De siempre me ha llamado la atención el trabajo de Erik en este blog. Me resulta curioso que una persona, no bastante con cargar la cruz que presupone el luchar día tras día por su propia integridad física y la de sus compañeros, se preocupe de narrar las vivencias del grupo para que puedan servir de ejemplo a otras personas de cualquier parte del mundo. Me parece algo noble por su parte. Para quitarse el sombrero. Pero yo sería incapaz de hacerlo. Quizás sea algo egoísta al respecto y prefiera centrar todo mi esfuerzo físico y mental para el bien de mi grupo. Ojo, no estoy diciendo que todo esto sea una perdida de tiempo, solo que ahora mismo, todo esto no sirve para nada. Esa es mi humilde opinión. Vosotros, si leéis esto, no es para informaros de lo que ocurre en el exterior de vuestros cómodos refugios. Yo creo que lo hacéis para no sentiros solos. Para sentir que hay alguien al otro lado de la linea, alguien que sufre y esta en la misma situación que vosotros. Nada más. Por otra parte, creo que todas estas vivencias que recoge Erik en cada entrada, son solo útiles para que en un futuro, un futuro en el cual tengo la esperanza de que toda esta inmundicia desaparezca, quede constancia de lo que ocurrió. De como se vivió en primera linea el peor desastre conocido hasta la fecha por la humanidad. Y digo hasta la fecha, porque estoy seguro de que si el mundo se recupera de esto, nuevos y peores desastres acontecerán a la humanidad, todo porque el ser humano no aprende ni tropezando mil veces. Quién sabe, quizás este diario sea lectura obligatoria en una aburrida aula de colegio, donde una horda de quinceañeros coja el libro y diga "¡Bah! ¡Que me importara a mi lo que les pasara a esos!". Sinceramente, ojala fuera así. Que a las nuevas generaciones no les importara lo más mínimo nuestra historia. ¿Sabéis porque digo que ojala fuera así? Porque si esto sucediera, querría decir que existiría un futuro. Un futuro en el que todo esto habría quedado atrás, siendo solo una aburrida y antigua anécdota del pasado. Algo que ocurrió tiempo atrás y que ya de nada sirve recordar sino es con fines educativos. Una etapa de sufrimiento como lo fue la primera y segunda guerra mundial. Épocas en las que el dolor y el sufrimiento llegó a cumbres impensables, donde se destrozaron las vidas de millones y millones de familias, pero de lo cual el mundo consiguió recuperarse y levantar cabeza.

No os voy a seguir aburriendo con mis tribulaciones mentales, ya que vosotros queréis conocer lo que aconteció durante nuestra etapa de cautiverio, así que no voy a seguir dando rodeos. A parte, os aseguro que utilizar el teclado con dos dedos menos es un poco difícil. Al menos, hasta que consiga acostumbrarme a la vida de tullido. je, je.
Por lo que he podido leer en entradas anteriores, algunos de mis compañeros os han relatado como transcurrieron los acontecimientos. Desde que ese grupo nos dio caza hasta que nos sacaron de allí. Pero lo que nos ocurrió a nosotros durante esos dos días de cautiverio solo lo conocemos Erik y yo. Ahora se el sufrimiento por el que paso Belén, Ana, María y Fede en manos de ese grupo de mezquinos. Como ya conocéis, nos cazaron por sorpresa cuando estábamos Erik, Fede y yo en el bus. No tuvimos tiempo para reaccionar, varias motos y un jeep aparecieron de la nada y en seguida nos vimos encañonados por los individuos que iban en los vehículos. Fede fue rápido y pudo escapar, ya que el estaba un poco más apartado de nosotros. No se si decir si hizo bien o hizo mal. Esta claro que hizo lo más adecuado, ya que le salió bien la huida, pero se jugó la vida haciendo esto. Me alegro por él que no lo hicieran preso. Me alegro mucho que no padeciera lo que padecimos nosotros.
En un abrir y cerrar de ojos, nos vimos en la parte trasera del jeep, atados y amordazados, custodiados por un mastodonte que parecía un armario empotrado. Este simpático personaje se entretuvo durante todo el viaje dándonos puntapiés. Una extraña forma de diversión, sí, pero que se puede esperar de una persona que es miembro de un grupo de sádicos. No tardamos nada en llegar al campamento que habían improvisado en mitad de la autopista. Allí, junto a varios hombres, estaba ese tal Vladimir. Nunca he sido una persona muy fisonomista y siempre me ha costado reconocer una cara, pero con él me basto mirarlo a los ojos para reconocerlo. Esa mirada penetrante no se olvida tan fácilmente. Esos ojos azules inmersos en esas cuencas hundidas, ese rostro largo y demacrado, esa sonrisa maquiavelica... un rostro que no se olvida tan fácilmente. Cuando nos bajaron del jeep de forma poco delicada, el protestó. Ese comportamiento me desconcertó. ¿Un sádico como él protestando porque nos tratan de forma brusca? No podía ser. Con las horas comprendí que su extraña cortesía formaba parte de su carácter irónico y si en algún momento no quería que nos hicieran daño era porque quería infringirnoslo él. Algo de lo que también me percaté fue en su obsesión por Erik. Para él, era como si yo no existiera. Era como si el único secuestrado fuese Erik y yo un simple pegote a ignorar. Lo miraba de forma extraña, como si él fuese un trofeo que llevaba mucho tiempo buscando. Recuerdo que se le acerco y comenzó hablarle. Yo no escuche nada, ya que estaba bastante ocupado buscando como salir de esa situación, buscando puntos débiles en su organización. Era prácticamente imposible por el momento, nos rodeaban hombres y más hombres, todos armados hasta los dientes y nosotros ahí, inmovilizados por las ataduras, en el centro de todos. Sí pude escuchar algo que le dijo Vladimir a Erik. Era algo como "...¿Tú zorrita bien? Tranquilo, pronto estará aquí con nosotros y se unirá a la fiesta. En la última ocasión lo pasamos muy bien, ¿no te lo ha contado? Es una máquina en la cama...". Lo demás que dijo fue una serie de obscenidades que dijo haberle hecho durante el cautiverio que solo consiguieron que Erik se revolviera intentando aflojar sus ataduras. Por respeto a Erik y a Belén no mencionare lo que dijo Vladimir.

Cuando terminó su aburrido discursito, nos arrastraron dirección al trailer. Al pasar cerca de este, vi en la parte delantera el cadáver reanimado de Juan. Lo tenían atado y este se revolvía gimiendo. Lo llevaban ahí como si fuese un adorno. Nos arrastraron hasta la parte trasera del trailer, abrieron las compuertas de este y nos metieron allí dentro, entre cajas y garrafas de combustible. Luego cerraron las puertas y nos dejaron allí inmovilizados, en plena oscuridad. No se cuanto estuvimos allí metidos. Calculo que unas 7 u 8 horas. 7 u 8 horas en las que luchamos por soltar nuestras ligaduras, pero fue algo imposible, estaban atadas a conciencia, de tal forma que apenas podíamos mover las manos y los pies. Cuando desistimos, Erik y yo comenzamos a hablar, a contarnos nuestras penas. El me contó cosas, sueños que ya daba por perdidos, ya que él ya asumía que nos iban a ejecutar en poco tiempo. Yo también pensaba eso, solo que no lo expresaba. Hacerlo habría significado derrumbar más aun el espíritu luchador de Erik. Me contó los proyectos que tenía con Belén, la esperanza de crear una nueva vida en Reus, el poder vivir en una comunidad segura lejos de los merodeadores. Durante las horas que permaneció hablando, recreaba todo lo que decía en mi mente. Y creerme, me llene de esperanza e ilusión, con ganas querer ver un nuevo amanecer. Algo absurdo, ya que eran momentos de abandonar toda esperanza y resignarse a morir. Pero no, oírlo narrar todo eso me contagio con sus ganas de seguir adelante. Nuestra conversación fue interrumpida cuando abrieron las puertas y nos enfocaron con una linterna. Cuando nos sacaron de allí a estirones pensé que ya nos iban a matar, pero no, tenían otros planes para nosotros. Y no se cual de las dos opciones era peor. Era de noche y nos llevaron al centro del campamento, donde estaba todo el grupo bebiendo y riendo. Cuando nos tiraron al lado de una hoguera que había allí encendida, comenzaron a patearnos en masa. Solo se detuvieron cuando Vladimir lo ordenó. Fue ahí cuando el grupo se apartó de nosotros y vi a este junto a un jeep, que tenía el capó levantado. Vladimir sostenía en sus manos dos pinzas de batería, que estaban conectadas al vehículo. Cuando me di cuenta, ya habían cogido a Erik y lo estaban acercando. Les grité, pero me callaron a patadas. Lo siguiente no me es agradable contarlo. Sentaron a Erik en una silla, le quitaron la camiseta y comenzaron a darle descargas eléctricas con las pinzas. Me dolía tanto como a Erik lo que le estaban haciendo. Verlo gritar de dolor y revolverse hacía que yo sufriera tanto como él. Así siguieron durante un rato, hasta que se cansaron. Pensaba que el siguiente sería yo, pero no fue así. El objetivo principal era Erik. Con un hierro al rojo vivo, calentado en la hoguera, Vladimir continuó su sádico juego. La gente vitoreaba y reía cada vez que quemaban su piel. Podía ver el sufrimiento en los ojos de Erik. En varias ocasiones perdió el conocimiento, pero lo reanimaban con pozales de agua. No conozco cuanto dolor puede soportar el cuerpo humano, pero él suyo estaba al limite. No tuvieron suficiente con todo esto. Colgaron en un árbol dos cuerdas con dos garfios. Estos garfios se los introducieron en la carne, en el pecho para ser exactos, y lo dejaron allí suspendido, mientras que con unos palos lo golpeaban, como si de una piñata se tratase. Después de esto y con Erik inconsciente, todavía suspendido en el aire, llego mi turno. Me sumergieron la cabeza en un gran barreño de agua, creándome un ahogo "controlado". Cada vez que me sumergían la cabeza allí, era un calvario. Me sacaban unos pocos segundos para que tomara el oxigeno suficiente y me volvían a sumergir hasta que me quedaba sin aire. Cuando se cansaron de esto, comenzaron a hacerme cortes por todo el cuerpo. El dolor era insoportable, sobretodo cuando, entre risas, me echaban whisky de las botellas por las heridas abiertas. Disfrutaban con esto, con nuestro sufrimiento. Vladimir parecía estar en un estado de trance mientras ejercía las torturas. Ni los gritos de dolor, ni las suplicas, nada hacía cambiar ni un ápice su rostro, su rostro seguía impasible sin mostrar el más mínimo de compasión.
Temí lo peor cuando vi a cuatro hombres llevando con ellos a cuatro merodeadores atados con correas, los cuales los habían sacado de una jaula que llevaban llena de merodeadores. Los azuzaban como si fueran perros de presa y me los estaban acercando a mi posición. Todos se apartaron al ver a esto y alguien me lanzó un palo para que pudiera defenderme. No creo que esto lo realizaran por pena, sino porque el juego sería más divertido si duraba más. Me rodearon los cuatro individuos con los respectivos merodeadores, los cuales estiraban los brazos para atraparme. Como pude, aparte al primero de un palazo en las costillas. A otro le propine un golpe en la cabeza, la cual se le hundió como mantequilla y cayó al suelo sin volver a levantarse. Otro merodeador me sorprendió por la espalda, cogiéndome del hombro, pero pude escapar y golpearlo. La gente gritaba y vitoreaba. Hasta vi como algunos apostaban tabaco y bebida. Al final, me pude hacer con los merodeadores y los dejé fuera de combate. Tal como esperaba, no me iban a felicitar por ello, al contrario, me quitaron el palo y me comenzaron a golpear con las culatas de sus rifles, hasta que perdí el conocimiento. Cuando desperté, estaba en el interior del trailer, rodeado de oscuridad. Llamé a Erik mientras intentaba moverme. Una lastimera voz me contesto, era Erik. Mi única preocupación era que no siguiera con vida y al oírlo, me tranquilicé. Desde ese momento, comencé una nueva lucha por librarme de mis ataduras. Lucha que duró horas y que al final, dio sus frutos. Conseguí aflojarlas. Necesite un par de horas más para desatarme completamente. Después, desate mis pies y busque a Erik en la oscuridad. Cuando lo encontré, lo liberé a él también. Pero él estaba tan sumamente magullado, que apenas podía moverse. Había que escapar de allí como fuera, pero con Erik en esas condiciones era prácticamente imposible. En la oscuridad comencé a buscar la puerta del trailer. Mientras tanteaba en la oscuridad, toqué una rueda. Seguí palpando y toque un manillar. Era un quad y tenía las llaves puestas. Esto nos podía servir para escapar, pero ahora necesitábamos abrir las compuertas. Nosotros no podíamos hacerlo desde dentro, así que nos tenían que abrir ellos. Subí a Erik al quad, monté yo y pedí al altísimo que esto saliese bien. Sin saber si el vehículo tenía combustible o no, decidí jugarme el todo por el todo. Comencé a gritar como un poseso, mientras Erik estaba sentado tras de mi, moribundo. Grité como nunca lo había hecho, pedí auxilio con tal de llamar la atención de nuestros verdugos y que nos abrieran. Así sucedió. Atraídos por los gritos, comenzaron a abrir las puertas y cuando ya la tenía prácticamente abierta, giré la llave y el vehículo arrancó. Cuando la puerta estaba abierta casi del todo, aceleré y salimos de allí. El trasto ese salió volando del trailer al exterior y nos llevamos por delante a uno de los que estaban abriendo. Cuando aterrizamos en tierra firme comenzamos la huida mientras nos disparaban.

Nos alejamos de la zona tan rápido como nos permitió el trasto con ruedas. No se cuanto trayecto habíamos recorrido cuando comenzaron a perseguirnos con las motocicletas. Al menos 8 de estos vehículos con dos personas en cada una nos perseguían, pero no nos disparaban. Parece ser que nos querían con vida. En la huida pude derribar una moto de un choque lateral, pero fue la única, porque de repente me cayó encima una cuerda que me aprisiono todo el cuerpo y nos hizo caer al suelo a Erik y a mi. El golpe fue brutal y el quad continuó solo a toda velocidad. Nuestras esperanzas de recuperar la libertad se habían desvanecido en cuestión de segundos. Nos ataron de nuevo, esta vez más fuerte y con más nudos, nos cargaron en las motos y nos llevaron de vuelta al campamento. El primero que nos recibió allí fue Vladimir. En su cara se dibujo una expresión de alivio al vernos de vuelta. Nos sentaron en el suelo y Vladimir comenzó uno de sus discursitos habituales, que vino a ser algo como: "¿A donde pensabais iros? Con lo bien que os estamos tratando. Que falta de educación... iros sin permiso. No me esperaba eso de vosotros. Ahora que pronto estaremos todos en familia, ¿verdad, Erik? Creo que os voy a contar lo que tenemos planeado para vosotros y para vuestros amiguitos. Os explico. Vosotros no vais a ver muchos amaneceres más. Vais a ver los suficientes para conseguir que vuestros compañeros piensen que os vamos a intercambiar por Iván. Tu novia accederá a esto sin duda alguna y convencerá a los demás, Erik. Ella creerá que decimos la verdad, querrá creerlo, porque sus ganas de tenerte de vuelta la obligaran a creer cualquier falsa esperanza que le demos. Cuando accedan y procedamos al intercambio, no habrá dicho intercambio. Ellos entregaran a Iván y vosotros os quedaréis aquí. Acto seguido, mataremos al que intente algo raro, pero no te preocupes, tu chica sobrevivirá. Cuando los tengamos, lo siguiente sera hacerte sufrir más aun. Nos la follaremos delante tuya. La torturaremos ante ti y tu no podrás hacer nada, solo mirar. Cuando hayas sufrido bastante y pagado todo lo que nos hiciste, haremos lo siguiente. Te mataremos a ti y a tu amigo, pero no lo haremos de forma convencional, lo haremos de forma para que te reanimes. Esto se consigue dejando intacto el cerebro, por si no lo sabíais. Una vez reanimados, seréis mi mascota, como él (señalo a Juan que estaba atado en el trailer). Cada vez que os mire y os vea podridos, gimiendo como otro andante cualquiera, recordare que yo os maté. Que conseguí lo que quería. Que en este mundo, nada se me puede interponer en mi camino, este vivo o muerto. Os tendré como un trofeo, como un cazador conserva la cabeza de su pieza cazada. A tu chica la mantendremos con vida. Nos servirá para desahogarnos y me dará un vástago. Alguien que continuará mi legado. Cuando lo haya hecho, se la entregaré a mis chicos para que hagan con ella lo que quieran. Eso es lo que ocurrirá. Deberíais descansar, tenéis mal aspecto y mañana será un día largo. Vamos a visitar a vuestros amigos para decirle nuestras intenciones de "negociar". Hasta mañana, chavales" Cuando termino, se dispuso a irse, pero a mitad camino se detuvo y se giró, diciéndome "Eduardo, ¿ese es tu nombre? Olvidaba una cosa. Hay alguien que quiere hablar contigo..." A su lado apareció un chico muy joven, de unos 16 años. Este sonreía al mirarme y yo no tenía ni idea de porque. Mientras el cogía carrerilla y corría hacía mi, dándome una patada en la cara, a mi mente vino el motivo de que lo conocía. Este era el niño que azote con mi espada durante el asalto al Palacio de la Artes y las Ciencias Reina Sofia, refugio del Skull Korps. Mientras el crío, con sádica sonrisa me golpeaba y golpeaba en el suelo, en mi cabeza pensaba como un niño como él había acabado en un grupo así. Sentía pena por él en vez de odio. El dolor de cada patada y puñetazo era menor que la pena que sentía por ese joven. Me golpeó hasta que se cansó y cuando termino, nos llevaron de nuevo a nuestra prisión, la parte trasera del trailer. A partir de este momento, mis recuerdos están a trozos, a retazos. Se que cuando me metieron ahí dentro me quede dormido. Cuando me desperté, el trailer se movía. Después recuerdo que estábamos cerca de nuestro autobús mientras Vladimir hablaba por megáfono. Acto seguido, me cortaron los dos dedos de la mano izquierda y perdí el conocimiento. Lo siguiente fue más de lo mismo, otra noche de tortura. Torturas peores que las del día anterior, sobretodo para Erik. Esa noche ya no tenía fuerzas para intentar una nueva fuga. Me había resignado a morir.

Cuando llego el nuevo día, nos sacaron a golpes del trailer y así permanecieron durante todo el día, hasta que llegó la hora del intercambio. Cuando se iba a realizar el intercambio, a Erik y a mi nos subieron en lo alto de la jaula de los merodeadores, la cual tenía arriba una portezuela abierta por la cual nos amenazaban con tirarnos dentro. Tras de nosotros había un individuo encargado de hacer esto si nuestros compañeros no accedían a entregar a Iván. Mientras estábamos arriba de la jaula, yo miraba a su interior y observaba a todos los merodeadores de allí dentro. Los miraba uno a uno, viendo sus podridas caras, sus manos despellejadas y brazos estirados intentando cogernos, sus amarillentos y astillados dientes... Los seguí mirando hasta que allí vi algo que hizo que mi corazón se desbocara. Esa mujer que allí había, esa mujer que gemía con los brazos estirados, yo la conocía. Pero no podía ser ella. Recé porque no fuera, suplique a dios que por favor estuviese equivocado, que no fuera ella... Si era ella, esa visión me atormentaría cada noche de mi vida repitiéndose en mi mente sin cesar. Mis miedos se confirmaron cuando vi su mano. En su dedo anular estaba ese anillo, el mismo anillo que lucía en mi mano también. Ese cadáver reanimado era mi mujer, la cual no volví a ver desde que todo esto estalló. Las lágrimas se deslizaron por mi rostro mientras no podía dejar de mirarla. Llamé a Erik, que estaba a mi lado y se lo dije. Le dije que ahí estaba mi mujer. Él solo me pudo contestar con un leve balbuceo. Mientras la miraba, la llamaba por su nombre, le decía cariño, que la había echado de menos todo este tiempo... era como si esperase que ella me contestará. Todavía no me puedo creer que ella estuviera ahí. ¿De donde la capturaron? Es algo que todavía no entiendo. Si ella esta muerta... mi hija... mi pequeña...

No se que me pasó por la cabeza durante esos instantes. Comencé a inclinarme hacía la portezuela de la jaula, hasta tal punto que las manos de los infectados tocaban mi cara. Yo seguía mirando a mi esposa mientras ella extendía los brazos y tocaba mi cara. Cuando estaba a punto de dejarme caer adentro de la jaula, una explosión nos hizo saltar por los aires y volar varios metros. Lo que sucedió a continuación ya lo conocéis.
No se que me ocurrió para hacer eso. No se porque estuve a punto de dejarme caer al interior de la jaula. Si la explosión no hubiera tenido lugar y yo me hubiera dejado caer al interior de la jaula, me habrían devorado. No puedo decir que haya superado la perdida de mi hija y mi esposa, pero si que había aprendido a vivir con esa perdida. Y verla allí... trastocó mi mundo. Me siento que no soy el mismo de que vi a mi amor allí adentro. Estos meses que he pasado sin saber que ella estaba muerta, podía soportar esta carga mejor. Tenía una ligera esperanza de que ella y nuestra pequeña estuvieran en un lugar seguro, sanas y salvas. Pero ahora... ahora se que no. De nada sirve lamentarme y derramar más lágrimas. Esto no va a hacer que vuelvan a mi lado. Debo de asumir los hechos y mirar hacía delante. No hay más.

Erik esta bastante mal. Desde que nos liberaron a estado tumbado. Apenas puede moverse y articular palabras. Pasa la mayor tiempo del día durmiendo. Las torturas que le infringieron fueron brutales. Belén lo ama con locura. No se separa ni un segundo de su lado. Envidio a Erik. Tiene a su amor a su lado. Es un chico afortunado. Yo daría lo que fuera porque mi esposa y mi hija estuvieran a mi lado también. Daría hasta todos los dedos que me quedan si eso fuera a servir para que ellas estuvieran aquí.

Erik va a estar un largo tiempo sin escribir. Por lo menos, hasta que se recupere. Ser pacientes.

Ha sido un placer escribir para vosotros.

Un afectuoso saludo y cuidaros lo mejor que podáis.


Eduardo Álvarez Castillo


3 comentarios:

Miembro de la resistencia dijo...

Saludos a todos! Espero que la nueva entrada os guste. Quería aclarar una cosa. Os habréis dado cuenta que las fechas de las entradas están con fechas atrasadas, en febrero para ser exactos. Vale, esto se debe a que en una de las ocasiones en que dejé de escribir, se me acumulo la faena y he tenido que ir llenando los meses atrasados. Como ha dicho Eduardo, Erik estará recuperándose de sus heridas durante un largo tiempo, tiempo en el que no podrá escribir. Vosotros no tendréis que esperar para leer sus entradas, ya que habrá un salto temporal que se situé en las fechas actuales. Un saludo a todos y espero vuestros comentarios!

J-Zombie dijo...

Muy buena la entrada,lo de la mujer de eduardo ha hecho que se me encogieran las pelotas.Me gusto mucho como narraste la tortura ,lo del salto temporal es necesario,deben recuperarse y mas despues de todo.En mi historia tambien los uso como bien sabes,y mas despues del devastador capitulo 60 .
salu2

seeyouinthenextlife dijo...

Una entrada magistral, con unos sentimientos y de una contundencia realmente abrumadora.