lunes, 22 de febrero de 2010

+ 22-02-10 + Interceptados

Dios mio... Me lo han quitado... Lo han hecho...

...

No soy Erik. Soy Belén... No estoy acostumbrada a esto. Nunca antes os he escrito, pero ahora necesito hacerlo. Nunca he tenido esperanza de que alguien lea esto, pero hago las cosas como Erik las haría. Además, necesito contarlo, necesito no sentirme sola... Joder, lo hecho tanto de menos...

Ayer, día 21, nos interceptaron esos cabrones. Nuestra huida no ha servido de nada. No los hemos despistado. ¿Como pueden conocer todos nuestros movimientos? Huimos en plena noche, tomamos carreteras secundarias, recorrimos una barbaridad de kilómetros bajo la penumbra y aun así, todo ha sido en vano, nos siguieron. Quizás habría sido mejor habernos enfrentado a ellos como dijeron Iván y Fede, haberlos pillado por sorpresa y así evitar que ocurriera al contrario. Si eso hubiese servido para que Erik siguiera conmigo, habría votado por el enfrentamiento. Pero no, no lo hice. Me negué por que él y los demás no corrieran peligro y me he equivocado.

¿Que quiere esa gente de nosotros? ¿Por qué hacen esto? ¿Que obtienen de nuestro sufrimiento? ¿Acaso no estamos todos en la misma situación? ¡Deberíamos ayudarnos los unos a los otros! ¡No ponernos las cosas más difíciles! Antes no lo creía, pero desde que estamos sumidos en esto, me he dado cuenta que el ser humano es malo por naturaleza. Es egoísta, es mezquino, es dañino, es... es... no tengo palabras para definirlo. Me siento tan llena de ira y tristeza al mismo tiempo que no me salen ni las palabras.

Siento si me he ido por las ramas y no he explicado con detalles lo que ha ocurrido exactamente. Como he dicho anteriormente, nunca he escrito aquí y se me hace un poco difícil expresarme. Todo sucedió ayer. Pasamos toda la madrugada huyendo. Eduardo no paro el bus ni tan solo un segundo. Condució toda la noche. No se cuantos kilómetros recorrimos, pero creo que una barbaridad. Cuando amaneció, Eduardo detuvo el bus. Así lo creímos, pero nos equivocamos. Lo que había sucedido era muy diferente. El combustible se había agotado. Ante esto, la única solución era buscar la gasolinera más próxima, llenar el mayor número de garrafas posible y volver al vehículo. El problema era que, según ponía en nuestro mapa, la estación de servicio más próxima se encontraba a 20 kilómetros de nuestra posición. ¿Como podía el grupo andar 20 kilómetros con un montón de garrafas a cuestas? ¿Y como podían volver con estas llenas? La solución fue utilizar un vehículo que había allí en el arcén. Iván le hizo un puente al coche y lo arrancó al tercer intento. Con un solo coche era imposible que el grupo entero participase en el viaje, así que solo fueron tres voluntarios: Iván, Ana y María. No se porque esta vez Erik no se ofreció voluntario para ir... no lo se. Si lo hubiera hecho, él seguiría aquí conmigo...

Iván, Ana y María llenaron el coche con las garrafas vacías y se marcharon rumbo a la gasolinera. Allí nos quedamos los demás, a la espera de que volvieran lo antes posible con el combustible y así poder reanudar la marcha. En la zona que nos encontrábamos todo parecía tranquilo. Nada presagiaba lo que iba a suceder. Esther me pidió que la acompañara, ya que necesitaba ir a orinar. También se acopló Elena diciendo que ella también necesitaba ir a lo mismo. Yo les dije que las acompañaba y así lo hice. Se lo dije a Erik y me pidió que fuéramos con cuidado. Después de esto, me beso... siempre hacemos eso cuando nos tenemos que separar aunque sea por unos instantes... sabemos que cualquier momento puede ser el último... Se me caen las lágrimas escribiendo esto

...

Bien, salimos del bus con nuestras armas y Thor nos siguió. Una vez fuera de la carretera, andamos por el campo, en busca de un sitio oculto para que Elena y Esther pudieran orinar. No se porque fue, pero caminamos bastante. Quizás Esther y yo íbamos hablando y nos despistamos lo suficiente como para olvidar que alejarnos tanto es peligroso. Llegamos a una gran explanada tras una colina. A 50 metros de nosotras había una especie de caseta. Eso nos hizo recordar el peligro que corríamos. Elena y Esther fueron tras unos arbustos y les pedí que se diesen prisa. No tardaron y salieron rápido. Nos disponíamos a marcharnos, cuando nos dimos cuenta de que Thor se había alejado de nosotras y se encontraba merodeando cerca de la caseta. Lo llamamos, pero el perro no nos hizo ni caso. De repente, el perro desapareció tras la casa. Elena comenzó a decirnos, palabras textuales, "Vamonos, por favor, que le den al perro...", pero yo me negué. Conozco el cariño que le tiene Erik a Thor y nunca nos perdonaría que lo perdiéramos. Comenzamos a andar hacía la casa con las armas preparadas y llegamos a la caseta. Una vez aquí, comenzamos a buscar a Thor. Elena temblaba como un flan. Yo no me sentía nada agusto ahí, pero teníamos que encontrarlo. Pensé que se podía haber metido en la caseta y entré en el interior. Esther y Elena me siguieron. Un olor nauseabundo inundaba el interior. Un olor que ya conocía. En la pared, pinchado con un largo tridente para la paja, había un cadáver. El cadáver estaba clavado a la pared y se movía... aullaba como solo los merodeadores lo hacen. Elena lanzó un grito y pensé que lo hacía por ver al merodeador allí clavado, pero no. En el suelo, junto a nosotras, había otro merodeador. Este no tenía piernas y se arrastraba por el suelo. Tenía a Elena cogida por el tobillo y estaba a punto de morderle. Elena había soltado su arma del susto y yo no podía reaccionar, estaba bloqueada por el miedo. Esther fue rápida y le disparó instantes antes de que le mordiera. Acto seguido, le di un tiro de escopeta al de la pared. Salimos de la casa a toda prisa, pero algo nos asustó todavía aun más. Unos motores sonaban y lo hacían muy cerca de nosotras. Tras un pequeño montículo de tierra, aparecieron dos motos de motocross. En ellas iban dos individuos. Comenzamos a correr, pero nos alcanzaron rápidamente. No tuvimos tiempo ni de encañonarlos, sin bajar de las motos, nos apuntaron con las pistolas. Nos quedamos allí clavadas, casi paralizadas por el miedo. Mientras bajaban de las motos y se quitaban los cascos, yo rezaba porque Erik, Fede y Eduardo hubiesen oído los disparos y aparecieran, pero no fue así. Estos personajes descubrieron sus rostros mientras nos encañonaban. Elena temblaba y lloraba. Esther y yo permanecíamos calladas. Uno de esos dos creo que dijo "Vaya, vaya... que tenemos aquí...". No me cabía duda, esos eran miembros del Skull Korps. De repente, comenzaron a sonar disparos en la lejanía. Algo no marchaba bien en el bus. Algo estaba ocurriendo. Estos dos comenzaron a reírse a carcajadas y yo intente escapar, pero uno de ellos me derribó al suelo de un empujón. Si no recuerdo mal, dijo algo como "No tengas tanta prisa que lo vamos a pasar muy bien". El muy cerdo se estaba bajando los pantalones mientras el otro decía algo de "Como se entere Vladimir de esto nos corta las pelotas. Quiere a la novia de ese intacta...". Se refería a mi. El otro dijo que no tenía porque enterarse y se bajo los pantalones. El otro cogió a Elena por el pelo y la tiro al suelo. Todo paso en décimas de segundo. Cuando el puerco que tenía enfrente mía se iba a tumbar sobre mi, Thor apareció tras unos matorrales y cayó sobre el otro individuo. Aterrizó sobre él, derribandolo y mordiéndole en el cuello. No lo soltaba y no para de gruñir. Este se revolvía en el suelo sin poder soltarse ni respirar. El puerco que tenía delante mía se giró para ver que ocurría y aproveche ese instante para coger mi escopeta y pegarle un tiro. No se porque, pero el tiro se lo dí en sus partes nobles. Cayó al suelo gritando de dolor y Esther lo remató. Le vació el cargador entero. Cuando fuimos a disparar al otro, no hizo falta. Thor lo había matado. No perdimos tiempo y corrimos hacía el vehículo.

Por el camino iba temiendo lo peor. No estaba equivocada. Cuando llegamos al bus, este estaba desierto. No había nadie. Comencé a llamar a Erik a gritos, pero nada, no estaba allí. Mientras lloraba desconsoladamente, apareció Fede. Este estaba tras unos arbustos. Él nos contó lo sucedido. Dijo que de repente aparecieron un jeep y 4 motos, que ellos intentaron buscar cobertura fuera del bus, pero interceptaron a Erik y a Eduardo. Él pudo esconderse mientras le disparaban. Acto seguido, inmovilizaron a Erik y a Eduardo y se los llevaron. Cuando me contó esto, le di una bofetada. Lo hice porque los dejo tirados y huyo a esconderse. Ahora comprendo que no es su culpa, el solo intento salvarse, nada más. Que lo hubieran capturado a él también no habría cambiado las cosas.

Permanecimos escondidos tras unos arbustos a la espera del retorno de Iván, María y Ana. Temíamos que volvieran a aparecer los del Skull Korps con más hombres. Mientras estuvimos ahí escondidos, no paré de llorar. Creo que no he parado de llorar desde que se lo llevaron, ni siquiera lo he hecho escribiendo todo esto. Cuando Iván, María y Ana volvieron y se enteraron de lo ocurrido, no salieron de su asombro. Iván ha tomado la iniciativa del grupo y me ha dicho que vamos a sacar a Erik y a Eduardo de allí. Me lo ha prometido y desde que lo ha hecho, estoy ansiosa por hacerlo. Quiero sacarlo de allí lo antes posible. Solo me ha dicho que tenga paciencia, que tenemos que encontrar el lugar donde han acampado. Cuando lo hagamos, los liberaremos a la fuerza.

Cada minuto que pasa es una tortura para mi. Conozco por lo que estará pasando Erik en estos momentos. Esos pirados no lo habrán matado aún, no todavía. Yo he estado en las garras de esa gente y se de lo que son capaces de hacer. Nunca he contado a nadie lo que paso en esos días, la angustia que sentí, el dolor que me infringieron en cuerpo y alma... Las atrocidades que hicieron morirán conmigo, jamás las contare. Nunca. Por todo esto se que cada minuto que pasa, es tiempo que corre en contra de Erik y Eduardo.

Los vamos a sacar de ahí, lo haremos o moriremos todos. No me importa morir en el intento. Si pierdo a Erik, doy por hecho que estoy muerta. Me quitare la vida. Lo juro...

...

Aguanta, cariño... Te vamos a sacar de ahí. Te lo prometo.


Belén.




No hay comentarios: