martes, 4 de mayo de 2010

+ 04-05-10 + El calor de un hogar

Hola a todos. Soy Erik. Ya estoy de nuevo aquí. Ha pasado mucho tiempo desde mi última entrada. Casi el mismo tiempo que me ha costado poder ponerme en pie y poder andar sin ayuda. Creo que ya estoy perfectamente recuperado de mis heridas. Puedo respirar sin notar esa presión dolorosa en el pecho, síntoma de tener medio costillar roto. Puedo mover la mandíbula sin tener que agonizar en el intento. Puedo tocar mi pecho sin bramar de dolor al tocar piel en carne viva. Puedo mover todos los dedos de mi mano. Sí, estoy recuperado al 100%. Pero hay dolores que no se curan tan fácilmente. El dolor que me corroe el alma creo que ya no tiene solución. Todo lo que ha ocurrido solo ha servido para azuzar la hoguera que llevo en mi interior. Una hoguera que se alimenta de más y más sufrimiento, y que solo hace que cuestionarme si merece la pena vivir un día más en este podrido mundo...

¿Que puedo decir de lo ocurrido meses atrás? Creo que nada. Ya conocéis todo. Yo no lo podría haber relatado mejor que mi compañero Eduardo. Hace unos días, mientras reunía fuerzas suficientes para retomar nuestro relato y hacer una nueva entrada, pude leer las entradas de mis compañeros, en especial, la de Eduardo. Yo no habría podido ser tan explicito. Os ha narrado todo lo que ocurrió, sin omitir ningún detalle por crudo que fuese. Hay cosas que ni si quiera recuerdo. Supongo que en esos momentos estaría en estado de shock (no hace falta explicar porque).
Hay muchas cosas que no logro entender. Una de ellas es, y creo que ya os he hablado de ello, es porque con todo lo que a ocurrido y esta ocurriendo, bajo este jodido apocalipsis, ¿por qué cojones hay gente que se empeña en hacer esto más difícil? ¿por qué en vez de ayudarnos entre todos, los hay que se empeñan en complicar más las cosas? Nunca entenderé que han ganado esos bastardos del "Skull Korps" con todo esto. Que han ganado persiguiéndonos tantos kilómetros, malgastando fuerzas en buscarnos, que han obtenido torturándonos, haciéndonos sufrir a mi y a todo nuestro grupo, directamente o indirectamente, matando a Ana... no han conseguido absolutamente nada. Solo se han buscado morir inútilmente. Si tan preparados estaban para luchar, entrenados con las armas de fuego, en la lucha contra cualquier objetivo, ¿por qué no han hecho algo útil y se han dedicado a limpiar Valencia de los merodeadores? ¿por qué no han ido calle por calle, limpiándolas y abatiendo a todo andante? Eso si sería algo útil y no el pillaje al que se han dedicado desde que todo esto empezó, actividades que los han llevado a su propia destrucción.

Esto ha sido otro ejemplo más de que los seres humanos somos destructivos y ruines por naturaleza. No vemos más allá de nuestro propio ombligo y nos importa un cuerno el sufrimiento del que tenemos enfrente si con ello obtenemos algo, ya sea por mantenernos vivos como por alimentar nuestro ego. Por todo esto, cada día que pasa estoy más convencido de que este castigo nos lo merecemos. No me cabe duda de que ahí arriba hay alguien que nos ha enviado toda esta basura, alguien o algo que ha hecho que los muertos anden y nos atormenten la puta existencia. Ese alguien o algo se ha cansado de nosotros, de nuestras absurdas guerras, de nuestra falta de humanidad, de nuestro comportamiento egoísta, de nuestra sociedad podrida entregada a los sin valores... Ese ser, divinidad o como narices queráis llamarlo, se ha hartado de nosotros hasta tal punto que ni se ha molestado en separar a los justos de la escoria y nos esta haciendo pagar a todos por igual. Nos lo merecemos... todos. Unos por sus actos, otros por nuestra complicidad, nuestra pasividad. Cuando lo teníamos todo, solo nos preocupamos por nuestra comodidad. No nos importaba una mierda si al vecino del quinto le rajaban el cuello para robarle el reloj, lo importante era que no fuésemos nosotros los que nos veíamos en esa situación. Que más daba que medio país no tuviese trabajo para mantener a sus familias si nosotros podíamos costearnos una nueva televisión de plasma donde poder ver el fútbol. Todo tenía que estallar, de una forma u otra. Esta sociedad corrompida no podía continuar. La injusticia debía de acabar y este es nuestro castigo. Ahora solo nos queda lamentarnos y ver el reflejo de nuestra sociedad desmoronada.

En fin...

Como os decía al principio, mis heridas han curado bien. He necesitado mi tiempo, ya que hasta hace poco, apenas podía comer y ni si quiera hablar. Belén no se ha apartado de mi en ningún momento y si lo ha hecho, ha sido porque no había otro remedio. Ha permanecido a mi lado desde el principio. No esperaba menos de ella. Lo ha pasado tan mal... Yo también la perdí en una ocasión y se lo que es eso. Es un trago muy amargo el pensar que nunca vas a volver a ver a la persona que amas. Por eso, cuando vuelves a tener a esa persona de nuevo junto a ti, valoras todo más.
Han ocurrido muchas cosas desde que estado inútil. Muchas de ellas me las han tenido que contar mis compañeros, ya que yo estaba demasiado ocupado agonizando. Fijaros si han ocurrido novedades, que ahora mismo estoy tumbado en una cama bajo unas mantas limpias, mi ropa limpia y colgada en un impecable armario, y respirando el sabroso aroma del café recién hecho que sube del piso de abajo. Parece mentira, ¿verdad? Ni un solo podrido que quiera destriparnos cerca, todo como si nunca hubiera ocurrido nada malo y todo siguiera como hace un año. La verdad es que observando la habitación, viendo la normalidad que aquí se respira, me parece mentira que hayan ocurrido tantas cosas. Parece que todo ha sido una horrenda pesadilla. ¿Donde estoy? ¿Que hago aquí? Os cuento.

No se cuanto tiempo hará. Quizás un mes y algo. Yo todavía estaba aturdido por las heridas. Apenas me enteraba de lo que ocurría a mi alrededor. Solo se que Eduardo conducía el bus con menos regularidad, debido al malestar de sus heridas. Realizábamos muchas paradas y eso nos impedía avanzar los kilómetros que nos habría gustado. Según me han contado, tuvimos que desviarnos de la autopista, ya que estaba colapsada de coches accidentados, y atravesar un pueblo con el autobús. Este estaba infestado de merodeadores y nos abrimos paso arroyandolos con el vehículo. Según me cuentan, la avenida principal del pueblo era un hervidero de merodeadores y corredores. Por poco consiguen colarse por el cristal roto. Eduardo condució hasta llegar de nuevo a la autopista y seguimos nuestro trayecto. No se en que kilómetro estábamos de esta, cuando ocurrió algo que hasta ahora ni siquiera habíamos pensado que pudiese ocurrir. Pinchamos una rueda. Recuerdo cosas de ese justo momento. Iván y Fede tuvieron una pequeña refriega cuando ocurrió esto. Mientras Eduardo estaba fuera examinando la rueda, estos comenzaron a discutir que debíamos hacer. Iván quería ir andando por la carretera intentando buscar otro autobús para quitarle la rueda de repuesto, mientras que Fede quería buscar un par de utilitarios y continuar con ellos. Iván se argumentaba que la seguridad del autobús no la ofrecían dos coches normales, mientras que Fede se defendía alegando que era imposible encontrar otro bus con ruedas del mismo calibre en la autopista. Tuviese la razón quién la tuviese, acabaron enzarzados en una refriega en la que se empujaron y no llego a mayores porque Elena, María y Esther se metieron por el medio para poner paz. Cuando volvió Eduardo, después de haberse asegurado que el vehículo no había rueda de repuesto, dio una solución al dilema. Iríamos a buscar una rueda. El grupo encargado de esto andaría varios kilómetros en busca de un bus y si no encontraba la rueda de marras, volvería y seguiríamos sin el bus, con vehículos normales. Así fue. El grupo encargado de ir fue Iván, Eduardo, Fede y María. Belén, Esther, Elena y el perro se quedaron en el bus, conmigo. No se cuantas horas tardaron el volver. No lo recuerdo. Pero si que se que cuando volvieron, lo hicieron corriendo y con caras de horror. Habían encontrado algo que no les gustaba nada. Sin tiempo que perder, nos sacaron rápidamente del bus. Yo no podía mantenerme en pie y valerme por mi mismo, pero Iván me cogió como se coge a un saco de patatas y me cargó en su hombro. Acto seguido y bajo toda la confusión, comenzaron a llevarnos campo a través corriendo, alejándonos de la autopista. Mientras Iván me llevaba, yo solo podía observar el camino que dejábamos atrás. Veía a Thor corriendo a un metro de Iván, veía como nos alejábamos de la autopista, veía como una serie de rápidas siluetas hacían aparición en esta, veía como estas salían de la calzada y comenzaban a perseguirnos... pero yo estaba tan sumamente aturdido que no era consciente de la gravedad de la situación. Pude oír como Belén gritaba que qué pasaba para tener que huir. Le contestó Eduardo, casi sin poder hablar a causa de la fatiga. Dijo "Corredores... corredores... ¡toda la autopista llena!... ¡una horda de corredores!". En la autopista seguían llegando más y más siluetas y todas comenzaban a correr tras nosotros, uniéndose a las que ya habían comenzado la persecución. Estos nos ganaban terreno por momentos. Iván y yo íbamos de los últimos. Cargar conmigo le estaba retrasando. Yo intentaba decirle que me dejara allí, pero apenas salía un hilo de voz de mi boca. Cuando los corredores nos ganaron terreno, Fede y María comenzaron a abrir fuego. No sabría decir a cuanta distancia tendríamos a los más cercanos, solo se que podía verlos claramente. Quizás a unos 10 metros, no se. Era mucho tiempo corriendo y todos comenzaron a aminorar la velocidad. Los corredores nos ganaban terreno. Fue entonces cuando Belén comenzó a gritar que había una casa. Yo no pude ver donde estaba esta, pero se que la distancia era mucha porque Iván dijo que estaba muy lejos y no podríamos llegar con los corredores detrás. Algunos de estos ya estaban muy cerca de nosotros. Entonces ocurrió lo inesperado. Recuerdo que Iván exclamó un sonoro "¡¡A la mierda!!" y frenó en seco. Acto seguido, me lanzó por los aires, alejándome de su posición. Aterrice sobre los matojos y fue como si todas las heridas de mi cuerpo se pusieran de acuerdo para dolerme en ese instante. Seguidamente, comenzaron a sonar disparos. Belén se echo encima mía para protegerme mientras empuñaba su pistola y disparaba. El dolor me impedía girar la cabeza y solo podía ver a Belén agarrándome y disparando a todos lados. Las ráfagas de ametralladora no cesaban y me ensordecían. Veía los casquillos salir de todos los lados y aterrizar a mi lado. Oía los sollozos de Elena muy cerca de mi, la voz de Eduardo gritando que eran demasiados y teníamos que escapar, veía a Esther intentando llevarse a Belén a estirones... En ese momento, Belén efectuó dos disparos y su arma quedo descargada. Pude ver como junto a mi aterrizó un corredor con las piernas destrozadas a causa de un disparo de escopeta. Belén comenzó a buscar un nuevo cargador mientras yo veía al corredor arrastrarse por el suelo hacía mi. Sus ojos estaban clavados en mi y de su boca, la cual se abría y cerraba intermitentemente, brotaba una masa parduzca. Encima mía estaba Belén, buscando el cargador y temblando como un flan. Intente alejarla de mi, pero apenas tenía fuerzas. Cuando encontró el cargador, este se le cayó al lado del corredor. Este ya había extendido el brazo y me estaba agarrando el mio. Era cuestión de segundos que me mordiera. Pero Belén actuó rápido y le aplastó la cabeza a culatazos con la pistola. Los gritos y disparos seguían sonando por todos los lados y pude oír a Iván como llamaba a Elena, diciéndole "¡Elena! ¡¿Donde cojones vas?¡ ¡Ayuda a Belén, pedazo de zorra!". No cabe duda que Elena estaba huyendo. Esther se acercó a Belén y comenzaron a intentar levantarme. Cuando lo consiguieron, comenzaron a arrastrarme, intentando alejarnos. En el horizonte podía ver a Elena huir y a lo lejos, una casa situada en medio de una extensa llanura. Mientras me llevaban a rastras, oía como Belén decía que llevábamos a un corredor detrás nuestra. Como pude, gire la cabeza y lo vi. Estaba lisiado de una pierna y no podía correr tan rápidamente como los otros. Su pierna estaba totalmente roída y prácticamente era solo hueso. Detrás de este, veía a los demás, luchando contra una marea de corredores que los rodeaban y desbordaban. Y yo no podía hacer nada...

Seguimos corriendo y vimos como Elena cayó al suelo. Mientras nos íbamos acercando, vi como ésta seguía allí tirada y no se levantaba. Se cogía el tobillo mientras lloraba. Se lo había torcido. Cuando llegamos a su altura con el corredor detrás nuestra, Esther hizo un amago de ayudarla. Ella nos gritaba que no la dejáramos allí, pero Belén le dijo a Esther "Déjala. Si la ayudamos nos atrapará el corredor a nosotros también. Ya esta muerta... que le jodan". No la juzgó por haber actuado así, pero... no sé. Me impactó su forma de actuar. El corredor que iba tras nosotros cambió su rumbo y comenzó a dirigirse hacia Elena. Esta intentaba levantarse pero volvía a caerse. Cuando tenía al corredor prácticamente encima y nosotros ya estábamos lo suficiente alejados, un disparo alcanzó al podrido y cayó desplomado al suelo. Eran los demás. Habían conseguido acabar con los corredores que tenían encima y corrían hacía nuestra posición. A lo lejos se divisaba otra horda, pero no parecían que fueran corredores, salvo unos cuantos. Eran merodeadores, lentos y torpes, pero tras nuestros pasos. Los demás no tardaron en alcanzarnos. Estaban todos, sanos y salvos, incluyendo a Thor. Fede y Eduardo ocuparon el puesto de Esther y Belén y cargaron conmigo, mientras que Iván cargó con Elena. Seguimos en dirección hacía la casa. Cruzamos la larga explanada de hierbas y no tardamos en encontrarnos en el porche de la casa. Apenas se divisaba a la horda. Eduardo intento abrir la puerta, pero estaba cerrada a cal y canto. Cuando Iván se disponía a propinar una patada a esta, la puerta se abrió de golpe e Iván cayó al interior de bruces. Tras el umbral había un hombre apuntándonos con una escopeta paralela. El hombre aparentaba unos 70 años más o menos y nos apuntaba a cada uno de nosotros, incluyendo a Iván, que permanecía en el suelo sin atreverse a levantarse. El hombre dijo que qué queríamos y fue Eduardo quién le dijo que veníamos huyendo de una horda y necesitábamos ocultarnos. Este nos invitó a pasar con la única condición de que dejáramos las armas en el suelo. Así lo hicieron todos y a mi me dejaron sobre un sillón de la casa. El anciano cerró la puerta y puso un simple cerrojo. Fede le dijo que debía poner al menos un parapeto, un armario o algo que frenara a los merodeadores en caso de que nos descubrieran, pero el hombre, sin inmutarse, le contestó "No, no hace falta. Aquí no van a entrar. Nunca lo hacen. Dios nos protege". Esa respuesta nos extraño a todos por partes iguales. Algo que también me extrañó fue ver que en la puerta y en cada una de las ventanas, había un crucifijo colgado. Detrás de mi, escuche una voz femenina. Cuando se puso en mi campo de visión, pude ver quién era. Se trataba de una señora, al igual que el hombre, de unos 70 años aproximadamente. Luego resultó ser la esposa del señor mayor que nos había recibido. Ambos nos interrogaron sobre quienes eramos, de donde veníamos, que hacíamos allí, como hemos sobrevivido tanto tiempo... preguntas que se han convertido en típicas para mis oídos. Después de esto y una vez más relajados, nos presentamos y ellos hicieron lo mismo. El hombre, de aspecto curtido, pelo blanco y cara ajada, se llama Joaquin. La señora, de profundos ojos azules y pelo blanco, se llama Mercedes. Después de las presentaciones, Joaquin nos dejo algo claro: "No podéis quedaros aquí por mucho tiempo. Haceros la idea de que tenéis que marcharos. Lo siento mucho". A su aclaración, Eduardo añadió que no era nuestra intención y que pensábamos marcharnos lo antes posible. Le contó lo del refugio de Reus, con lo cual aprovecho para invitar a la pareja de ancianos a acompañarnos, invitación que Joaquin y Mercedes rechazaron alegando "No nos moveremos de nuestra casa. Aquí tenemos todo y estamos seguros. Ellos nunca se acercan. Jesús vela por nosotros". Visto lo visto, Eduardo les pidió que nos dieran cobijo durante un tiempo, el suficiente para mi recuperación, entonces nos marchariamos. A cambio obtendrían protección y toda clase de ayuda en las tareas domésticas y obtención de alimentos. La pareja de ancianos dudaron unos segundos, pero accedieron, no sin poner antes sus normas, en las cuales entraban el no llevar las armas, las cuales las guardarían ellos hasta el día que nos fuéramos. A Iván no le hizo gracia la idea, pero yo la comprendo. Con todo lo que nos ha ocurrido a nosotros, no creo que fuéramos capaces de dar cobijo a una serie de desconocidos armados.

El tiempo que llevamos aquí resguardados, me han llamado la atención cantidad de detalles. Detalles como lo son que una pareja de ancianos haya sobrevivido todo este tiempo aquí refugiados, sin ni siquiera reforzar las puertas y ventanas, haciendo vida normal, saliendo al exterior, hasta tal punto que Joaquin trabaja su campo y su pequeña granja de donde saca gran parte de los alimentos que comemos. Mercedes cocina todos los días con total normalidad, abre las ventanas y hasta la he visto en el porche remendando sabanas. Aquí es como si el tiempo se hubiese parado. La vida continúa tal cual lo habría hecho antes de que comenzara esta locura. Hay otros y curiosos detalles a los que no les encuentro explicación. No entiendo como los merodeadores no se adentran en el terreno de la casa. En la lejanía se puede divisar algún que otro merodeador, pero aunque estemos fuera de la casa, pasan de nosotros, como si no nos vieran. Quizás no nos ven. Pero aun así, me resulta extraño. Esas cosas, al mínimo síntoma de vida humana, se arremolinan como moscas a la miel. Pero aquí no ocurre esto. La pareja de ancianos lo achacan a cuestiones religiosas. No paran de repetir que Jesús los protege, que Dios esta de su lado. Iván se ríe de esto y yo lo haría si no fuera porque aquí ocurre algo realmente extraño y que escapa a mi comprensión. No lo entiendo. Al final acabaré creyendo yo también que Dios esta de su parte.

Me llevé una gran sorpresa cuando Joaquin me llevó a la granja por primera vez. Esta esta situada tras la casa. Es pequeña y solo tiene unos pocos animales. Unos cuantos cerdos, un gallo y varias gallinas, una vaca... los suficientes para darnos de comer a todos. Durante toda nuestra estancia, mis compañeros y yo (yo desde que me he recuperado, antes me era imposible), no hemos parado de ayudar a Joaquin y Mercedes. Los hombres hemos estado ayudando en la granja y en el campo, mientras que las chicas han ayudado a Mercedes en todo tipo de tareas domésticas. Nuestra intención es pagarle de esta forma todo lo que están haciendo por nosotros. Joaquin y Mercedes parecen estar contentos con nuestra ayuda, pero Joaquin no es nada flexible. Desde que me ha visto recuperado, no para de recordarnos que cuanto antes tendremos que abandonar la casa y seguir nuestro camino. Es como si nos viera... impuros. O como si nosotros fuésemos a ser los promotores del fin de su tranquilidad, como si por nuestra culpa los merodeadores fueran a poner la casa en su punto de mira. No sé... Quizás sea una manía mía, quizás solo quieren continuar su vida como lo era antes y tener víveres suficientes para ellos. Pero lo que no se puede negar es que son muy extraños. Tienen cosas que me sacan de mis casillas, pero nos toca respetarlas porque somos sus "invitados". Me parece muy bien que ellos sean beatos y crean firmemente en Dios y su divina providencia, pero no me hace ninguna gracia que sus creencias nos afecten a nosotros. Por ejemplo, intentan de todos los medios que no nos quedemos en una sala solos un hombre y una mujer. Los motivos son obvios. Cuando esto ocurre, en seguida viene Mercedes, se mete por medio y allí se queda. A la hora de asignarnos las habitaciones, lo hicieron de forma que las mujeres y los hombres estemos separados. A las chicas les dieron una habitación en el segundo piso, al lado de la suya. A nosotros nos dieron la habitación en el tercer piso. Y por supuesto, una habitación para todos y otra para todas. No comprendo porque mi novia no puede dormir conmigo. Algo absurdo. Todo este tiempo que he estado sin levantarme de la cama, mis compañeros han tenido que acostumbrarse a dormir en el suelo, con mantas y colchones viejos. Yo he sido el privilegiado que ha dormido en la cama. No es que la casa tenga muchísimas habitaciones, pero si que se que hay un par de estas libres. Una en el segundo piso y otra al lado de nuestra habitación. Esta última ha permanecido cerrada desde que llegamos. Aquí entra otra extraña manía de la pareja, y es que desde que llegamos, nos dijeron que la habitación esa la dejáramos tal cual, que ni se nos ocurriera entrar. Si lo hacíamos, nos largarían a la calle en menos que canta un gallo. No nos han dicho el motivo de porque no podemos entrar, aunque supongo que tampoco nos tienen que dar explicaciones, estamos en su casa. Pero esa habitación... me mosquea. Y más todavía desde que hace unas semanas, en plena noche, escuché una serie de ruiditos que provenían de ésta. Era unos ruidos como los que se producen al rascar un papel de pared roído. Así toda la noche. Mis compañeros sobaban a pierna suelta y no se percataron de ello, pero yo si. El dolor me mantenía despierto. Cuando se lo comenté a Joaquin, él lo atribuyo a ratas. No le dio mucha importancia. No sé...

La verdad es que estamos muy bien aquí y comienzo a sentirme seguro. Hacía tiempo que no me sentía así. Para ser exactos, desde que abandonamos la urbanización. Pero prefiero no encariñarme mucho con este lugar, ya que Joaquin es como una mula vieja y terca, y esta empeñado en que tenemos que irnos. De todas formas, si tuviese que elegir, creo que prefiero comenzar una nueva vida en una ciudad segura como lo promete ser Reus. Prefiera lo que prefiera, tenemos que marcharnos de aquí. Supongo que lo haremos en una semana o así, cuando consigamos planearlo y conseguir unos vehículos.

Voy a tomarme el café. Hasta hace unos pocos días ya había olvidado por completo el sabor de este :)


- Erik -








3 comentarios:

J-Zombie dijo...

Muy buena entrada,se puede palpar una cierta calma.Pero.....como se sabe...tras la calma siempre viene la tempestad.
Los ruidos de la habitacion,esta claro lo que son(nietos o hijos)cualquiera de los dos sirve.
La creencia religiosa,muy buena tambien,en un caso asi,creo certeramente que mucha gente se lo tomaria como un castigo de dios.
Elena podria haber explotado al caer,que tia mas paquete por el amor de dios y su inteligencia ya me mata.
Espero la siguiente entrada,espero que no tardes mucho.
SALUDOS..

Unknown dijo...

Por fin sigue la historia...la estaba esperando.
Me gustó esta entrada. Tiene acción y misterio. Me da curiosidad saber porqué no los atacan los zombis a los viejos y que habrá en esa habitación.

Saludos desde Argentina.

seeyouinthenextlife dijo...

Parece que la historia a partir de ahora va a cojer algo más de ritmo, no?.

Que les depara la habitación???, un zombitaco, esperamis ansiosos de más.

Saludos!!!.