miércoles, 2 de diciembre de 2009

+ 02-12-09 + Mi historia

Hoy he pasado gran parte del día tirado en la cama. Es más, son las 11 de la mañana y aún sigo aquí. Hoy me encuentro en uno de esos días que mi estado anímico esta por lo suelos. Belén se ha percatado de ello y ha estado toda la mañana intentado animarme, pero de nada me sirven los ánimos. Al final ha salido fuera con los demás y aquí sigo yo, dándole vueltas a la cabeza. Ahora mismo estoy casi en plena oscuridad, salvo por los rayos de sol que se cuelan por las rendijas de las cortinas. Tengo cero ganas de salir y hablar con los demás, solo quiero estar solo. Ya no solo pienso en los acontecimientos más próximos, en los caídos o en lo mal que lo he pasado vagando en soledad, sino en acontecimientos de mi vida poco antes de que comenzara esto.

¿A cuantas personas he dejado atrás? ¿Cuantos sueños rotos por esta puta basura? ¿Cuantos recuerdos han caído en el olvido? Sí, lo sé, no soy el único. Mis compañeros sufren lo mismo, hasta vosotros, que me leéis desde vuestros refugios, habéis sufrido tanto como yo. Habéis visto la muerte de cerca, habéis visto morir a vuestros seres queridos, habéis tenido que matar... es duro. Yo, por lo menos, nunca pensé que en una situación limite como esta, fuera capaz de hacer todo lo que he hecho. He enterrado a un compañero con mis propias manos, he matado a no se cuantas de esas cosas, hasta he llegado a matar personas no infectadas para defenderme... Quién diga que en una situación extrema no haría ciertas cosas, miente. No tiene ni idea de lo que dice. En una situación en la que tu vida o la de los tuyos corre peligro, eres capaz de todo. Y cuando digo todo, digo TODO. Matarías a tú vecino con el que veías el fútbol si de ello dependiera tu situación, matarías a tu hermano sin pensar si este intentara descarnarte los huesos, matarías a quien fuese por sobrevivir. Que os voy a explicar yo, si de esto ya os habréis dado cuenta...

En alguna ocasión y según ellos me han contado, os he relatado algunos retazos de la vida de mis compañeros. De Belén, de Eduardo, hasta de Manuel y Esther, pero nunca os he relatado nada de mi vida antes de que todo se fuera a la mierda. Si no lo he hecho, ha sido porque aparte de no encontrar ocasión, nunca he tenido ganas de hablar de ello. Ahora que me encuentro tan sumamente melancólico, necesito contarlo y que nadie me diga el típico "hiciste lo correcto" o "que podías hacer en esa situación". No quiero oír tópicos que solo sirven para consolar y engañar al que se lamenta, así que mejor contarlo aquí, que nadie me contestara.

Recuerdo como si fuese ayer mi rutina diaria. Una vida aburrida, llena de rutina repetitiva y asqueante. Una vida que no distara mucho de lo que debió ser las vuestras. Y pensar que me quejaba de eso... La única diferencia que se puede encontrar entre mi vida y las vuestras, es que yo iba de mal en peor. No tenía ni mujer ni hijos, es más, cuando comenzó el caos, hacia apenas dos meses que acababa de romper una relación que fue completamente destructiva y que solo consiguió hundirme un poco más. Pasaba noches en vela, torturándome, pensando en que mi vida iba a la deriva, mientras ahogaba las penas en el fondo de un vaso de whisky. El abrir los ojos cada mañana y levantarme para ir al trabajo, para mi era un eterno suplicio. Se que estaréis pensando en que era y soy demasiado joven para amargarme con "tonterías", que con juventud no hay problema que no tenga solución salvo la muerte. Pero, ¿como puedes explicar a alguien que creé en un dogma que esta equivocado? Es imposible. Solo lo puede entender cuando se da cuenta por si mismo, de nada sirve darle charlas para abrirle los ojos. Os aseguro que ahora si me doy cuenta de lo idiota que era. Es irónico que cuando todo iba bien, me sentía completamente solo, y ahora que el apocalipsis se ha cernido sobre el mundo, me encuentro rodeado de gente a la que aprecio.

Mi profesión era policía. Ahora estaréis pensando "ooh, policía, todo el día armado y deteniendo a maleantes, poniendo orden, etc..." Pues no, era policía local, de esos que van arriba y abajo con la única tarea de vigilar el barrio y poner multas. En mi cortisima vida de local, jamás me vi obligado a desenfundar mi arma o a detener a alguien. Yo siempre quise entrar en el cuerpo de la policía nacional, pero por diversos motivos de los que no quiero hablar, eso se convirtió en un sueño frustrado y ha caído en mi saco de proyectos imposibles. Esa decepción me perseguirá siempre. Para mi, la vida de local era muy aburrida. Siempre patrullando por los mismos barrios, libreta en mano, poniendo papeletas en los parabrisas y aguantando las quejas de los conductores a los que multaba. Algo agobiante...

Mi vida personal era un completo desastre. Por ejemplo, no tenía nada de suerte en temas sentimentales. He pasado hasta ahora buscando un equilibrio en mi vida y como si de una burla del destino se tratase, lo encuentro ahora. Hasta entonces, solo había encontrado parejas que no merecían la pena. Para nada era lo que yo buscaba. Era como si de un campeonato se tratara, siendo el premio para la que más me putease. El premio se lo llevó la última que tuve...
En temas de amistad, bueno, supongo que como todo el mundo. Rodeado de gente falsa, la cual solo mira por su propio interés, siendo su bienestar y egoísmo lo único importante para ellos. Los típicos que están a tu lado cuando hay que pasarlo bien pero se olvidan de ti cuando estas atravesando un mal trago. Amigos de verdad los puedo contar con los dedos de una mano.

A mi, todo esto me ha pillado en lo que podíamos denominar como la peor etapa de mi vida. Noches en soledad, días de monótono trabajo y fines de semana calcados al pasado, pero con la diferencia de que cada borrachera era más grande que la anterior.
Fui consciente de que el mundo estaba cambiando cuando yo me encontraba trabajando. Hacía días que en la tele y periódicos no se hablaba de otra cosa. También oía hablar de ello a compañeros de trabajo y a viandantes. Todos hablaban de un mal. Unos decían que era un virus, otros decían que histeria colectiva, otros enfermedad mental, hasta habían charlatanes que lo achacaban a un castigo divino... Ahora se que nadie sabía a ciencia cierta la procedencia de esta basura, hablaban desde la más pura ignorancia, con la desesperación de darle una explicación a lo que estaba ocurriendo. La verdad es que no hice ni el más mínimo caso al tema. Todos los años, salía siempre algo alarmante, como la neumonía atípica o la gripe porcina, ¿por qué iba a prestar atención a la misma historia de siempre? Yo caminaba por las calles y veía que el mundo no se paraba, la gente hacía su vida normal, iban a la compra, iban a los bares, reían, discutían... y aparcaban en sitios no habilitados.

Ahora no se que día fue exactamente, se que fue un par de días antes de que comenzara a escribir en el diario, cuando fui consciente de la gravedad de la situación. Ahí me percate que había algo que escapaba a todo lo que conocíamos y que después de eso, ninguno seríamos el mismo. Ese mismo día, a la hora del almuerzo, María me llamó al teléfono móvil para contarme que su jefe se había trastornado y atacado a unos clientes. Yo, dentro de mi ignorancia, me reí mientras ella me aseguraba que estaba ocurriendo algo extraño. Yo no vi la gravedad de la situación hasta un rato después. Me encontraba en horas de trabajo, iba por la larga avenida de Blasco Ibañez con el coche de servicio, cuando presencié como un coche arrollaba a dos chicos que iban en motocicleta. No se a que velocidad iría el vehículo, diría que a 90 o 100 Km/h. El coche se había saltado el semáforo y embestido a la moto de forma lateral. Los chicos y la moto salieron volando una barbaridad de metros. Al ver esto, mi corazón se acelero a mil por hora. Jamás había sido testigo de algo semejante y creo que no estaba lo suficiente preparado para esto. Rápidamente, solicite una ambulancia por radio mientras aparcaba el coche y baje a asistir a los implicados. Como es habitual, los curiosos se acercaban en masa. El coche esta completamente destrozado. Corrí en ayuda de los motoristas. Estos estaban tendidos en el suelo, con el cuerpo hecho un verdadero 8. Sus articulaciones estaban totalmente desarticuladas y sus cuerpos ensangrentados. Uno de ellos tenía el casco integral a su lado, completamente partido por la mitad. No me atreví a moverlos, ni siquiera sabía que debía hacer en esa situación. De la teórica a la practica hay un abismo. Estaba completamente bloqueado. Les tome el pulso y me di cuenta que no habían constantes vitales. El tío del coche idem de lo mismo. En seguida llegó la ambulancia y certificaron la muerte de los tres. Cubrieron los cuerpos y con la ayuda de unos compañeros que acudieron al lugar del siniestro, intentamos disipar a los curiosos. Comenzaron los tramites para el levantamiento del cadáver, cuando ocurrió lo que ahora ya estoy acostumbrado a ver. Uno de los cadáveres empezó a moverse. Todos nos quedamos atónitos y enseguida pensamos que eso se debía de tratar de un milagro, ya que esa persona había sido dado por muerta. Los sanitarios destaparon el cuerpo y vimos como el chico se movía, intentándose levantar, cosa que le era imposible según tenía las articulaciones. En el suelo se movía y movía, entre lamentos. Los sanitarios se arrodillaron a su lado y le pidieron que por su bien no se moviera. Cuando uno de los sanitarios extendió su mano, el accidentado le propino un mordisco. El sanitario apartó rápidamente la mano, en la cual pude ver una herida en forma de dentadura. Todos nos acercamos, cuando otro de los sanitarios gritó. El otro chico que yacía "muerto" a unos metros, le acababa de morder en el pie al otro sanitario. La confusión fue general. No sabíamos que pasaba. Los curiosos empezaron a apartarse y la mayoría a irse asustada del lugar. Oí voces a mi espalda y me giré. Detrás nuestra, el tío del coche de acercaba a rápidas zancadas, aunque cojeando de un pie. Visto lo visto, le dimos el alto y dos compañeros se le abalanzaron para inmovilizarlo. Se les revolvió y atacó a ambos, mordiéndoles. Los pocos curiosos que habían y se seguían acercando, comenzaron a huir de la zona en un momento de histeria colectiva. No sabíamos que hacer, cuando un coche atravesó el perímetro del accidente, arrollando a mis compañeros y a gran parte de los viandantes que huían de la zona. Por poco me arrolla a mi también. Me encontraba rodeado de personas heridas, cadáveres convulsionando en el suelo y uno que andaba y se acercaba rápidamente a mi posición. De un empujón lo aleje de mi y corrí hacía mi coche. Una vez dentro, solicite más ambulancias y refuerzos, pero la radio era un caos. No era el único que solicitaba ambulancias y más personal. En ese momento, el cadáver andante se me abalanzó contra el parabrisas y movido por el pánico, arranqué el coche e intente escapar de la zona.

Arrollando al cadáver andante, me aleje a toda prisa. Solo podía pensar en mis padres y mi hermano. Dirigí mi rumbo hacía su casa. Por todo el trayecto que hice, solo podía ver caos. La gente corría, salían de los comercios como almas que llevan el diablo, los coches se estrellaban, arrollaban a la gente... un infierno. Llegué a la calle donde vivían mis padres y dejé el coche en un lado de la calle. La gente pasaba a toda prisa a mi alrededor. Vi como muchas familias viajaban ataviadas con equipajes y cargaban los coches. Llamé al timbre pero nadie me contestó. Tenía una copia de las llaves de mis padres, así que pude acceder. Subí por las escaleras hasta llegar al rellano. Entré a la casa y comencé a llamarlos a todos. Miré en el salón pero no había nadie. Busqué por las habitaciones y ni rastro. Cuando abrí la habitación de mi hermano fue cuando encontré a alguien. Encontré a mi hermano. Mi querido hermano... 2 años menor que yo... ahora mismo pasa por mi mente toda nuestra infancia...

Disculparme unos minutos...

Ya. Allí estaba mi hermano Ezequiel. Se encontraba convertido. Se me abalanzó y yo solo pude correr por puro instinto. Él comenzó a correr tras de mi mientras yo lo llamaba por su nombre y le pedía que reaccionara. Tuve que salir al rellano y cerrar la puerta a mi paso. Tras de la puerta, podía oírlo propinar golpes. No se porque, pero yo sabía que ese ya no era mi hermano. No aguante ni un minuto más y me marche de la zona. No tenía ni idea de donde podían estar mis padres. No podía buscarlos sin saber donde se encontraban. Baje a la calle y esta estaba más sumida en el caos. La gente seguía corriendo, pero esta vez podía ver a sus perseguidores. No se cuantos habrían, pero pude divisar a una multitud de corredores. Muchos de ellos conseguían dar caza a sus presas. Corrí hacía el coche, pero a varios metros, entre la multitud que corría, vi a una niña de apenas 6 años, en plena calle, sola y llorando. La gente pasaba a su alrededor sin prestarle atención. Fui rápidamente hacia ella, apartando a empujones a la gente. La cogí en brazos y me dirigí hacia el coche. La niña lloraba y lloraba. No era para menos. Una vez frente al coche, busqué las llaves y nos las encontré. Dejé a la nena en el suelo y busqué por los bolsillos, hasta que las encontré. En ese momento, alguien paso por mi lado y de un choqué me derribo. Caí al suelo temiéndome lo peor, pero por lo visto no era ningún corredor. Cuando me puse en pie, la niña ya no estaba allí. La busqué con la vista pero no la encontré. Pobre niña... que habrá sido de ella...

Con el corazón en la boca, conducí como pude hasta mi casa entre toda la confusión reinante. En varias ocasiones, estampé el coche con otros vehículos o tuve que frenar en seco para no llevarme por delante a algún viandante. Cuando me encontraba a apenas unas pocas manzanas de mi casa, me vi obligado a dar un volantazo que hizo que estrellara el coche con un árbol. El coche quedó inutilizado, así que tuve que seguir a pie. Baje del vehículo y corrí a toda prisa hacía mi urbanización. Solo podía pensar en que tenía que llegar a mi casa fuese como fuese. Varios corredores me empezaron a perseguir y tuve que hacer uso de mi arma reglamentaria. No era el único, por todos los lados resonaban detonaciones. Entre la confusión y la carrera, perdí el arma y no pude recuperarla. Cuando llegué a la puerta de mi urbanización, esta estaba cerrada a cal y canto. Dentro no había nadie, parecía que toda la gente había huido a toda prisa. No podía ponerme a buscar las llaves, así que salté la valla. Dentro no había ningún tipo de movimiento. No estaban ni los seguridades, ni los conserjes... nadie. Llegué al portal y subí a mi casa. Una vez aquí, puse la tele. En todos los canales hablaban de lo mismo, del caos reinante y del extraño mal que estaba azotando a toda España. Valencia, junto a Barcelona y Madrid, era una de las ciudades peor paradas. Sacaron imágenes de las calles. El panorama era el mismo que acababa de ver con mis propios ojos. Recuerdo que uno de los directos en plena calle lo tuvieron que desconectar, ya que los reporteros fueron atacados. Ese día había ido al trabajo en moto, así que tenía el coche en el garaje y pensé en coger todo lo necesario e irme de la ciudad. Era lo que estaba haciendo todo el mundo. Pensé que era lo más lógico, hasta que en el telediario de última hora que estaban haciendo sacaron imágenes aéreas de todas las autopistas que salían de las más importantes ciudades, incluida Valencia. Una caravana de coches se extendía por toda la autopista. Ya no me quedaba más opción que recluirme en casa y no salir.

Cuando eché mano al teléfono móvil, vi que en este tenía tres llamadas perdidas. Dos de Raúl y una de María. Rápidamente llamé a Raúl. Este me cogió la llamada y contestó con voz de sofocado. Apenas hablé cuando me preguntó sí estaba en casa. Me dijo que estaba con Alicia, María y José y se encontraban por la zona, que todo era un caos y no podían ir a sus casas, que les tenía que dar cobijo. Que me iban a contar a mi... Les dije que vinieran y saltaran la valla, que yo les abriría la puerta. En pocos minutos se presentaron aquí, saltaron la valla y les abrí el portal. Sus caras eran un verdadero poema. Subieron a casa y comenzaron a contar la situación desesperados. Alicia lloraba, Raúl hablaba tan rápido que ni se le entendía y María permanecía callada con la cabeza agachada. Le dije que no hacía falta que me contase nada, yo también había visto lo que estaba pasando. Estuvimos horas viendo la televisión, viendo los informativos de todos lo canales. Aquí no paraban de decir que las calles eran territorio hostil, que el ejercito estaba trabajando en acabar con esto y, que bajo ningún concepto, pisáramos la calle. Debiamos permanecer en casa hasta que la situación se consiguiera controlar. Como bien sabéis, no se pudo controlar. No tardaron en cortar todas las transmisiones y dejarnos incomunicados. Fue a los dos días cuando tuve la idea de publicar nuestras vivencias en este diario. A partir de ahí, ya conocéis todo.

Esta es mi historia y no creo que vuelva a hablar de ella. Ni siquiera mis compañeros la conocen. A llovido mucho desde entonces. Muchos momentos de desesperación, miedo y pocas alegrías. Lo único bueno que podría destacar de la situación es que, si no hubiera sido por esto, jamás habría conocido a Belén. Pero, ¿realmente compensa? ¿Sería mejor no haberla conocido nunca y seguir con mi monótona pero segura vida, que no conducía a ninguna parte? Poneros las manos en la cabeza, pero no se que contestar a ello. Solo se que en momentos como este, me encuentro abatido. ¿Cuanto más podemos aguantar esta situación? ¿Cuanto más podemos vivir en este mundo enfermizo? No lo se... no se cuanto más puedo aguantar. Me horroriza todo. Me horroriza pensar que dentro de unos días tendremos que salir a buscar alimentos, me horroriza la posibilidad de perder a Belén, me horroriza pensar en que puedo quedarme solo de nuevo, me horroriza pensar en que no parece haber lugar seguro, el que esto jamás acabe y tengamos que vivir en un mundo donde la muerte esta a la orden del día, que en una esquina aceche mi fin... todo. No quiero ser un esclavo de mi vida. Si por vivir debo sufrir... No se, ahora mismo no soy yo. Hablo inducido por la desesperación y el agotamiento.

Estar aquí encerrado en la habitación no me hace ningún bien, solo consigue sumergirme en un circulo vicioso del que no salgo. Creo que debería salir afuera con los demás e intentar despejarme.

Sí, creo que es lo mejor...

- Erik -


6 comentarios:

J-Zombie dijo...

Muy buena entrada,la verdad es que hacia falta conocer un poco mas al personaje de Erik,conociamos mas o menos el pasado de los otros,pero no el de Erik,as pensado en poner otra entrada contando lo que les ocurrio al resto hasta llegar hasta ahi?
saludos

Miembro de la resistencia dijo...

Gracias Juanma. No se si os imaginabais el pasado de Erik así. Sobre como llegaron los demás ahí, quizás en alguna conversación salgan retazos. Un saludo!

irakolvenik dijo...

Llevaba unos días sin pasarme y me he llevado una agradable sorpresa al descubrir unas cuantas entradas nuevas. Ya tocaba conocer el pasado de Erik! Sinceramente no me lo imaginaba así, no sé, lo había caracterizado de otra forma, aunque me parece que todo este apocalipsis le da una especie de "segunda oportunidad", de empezar de cero, y creo que en este sentido es algo que te puede servir mucho para desarrollar el personaje.

Un saludo!

Miembro de la resistencia dijo...

Hola Irakolvenik! Se te echaba de menos! :)

Espero que te hayan gustado las entradas. Es difícil seguir un buen hilo argumental.

Sobre el pasado de Erik, ¿que te ha sorprendido más? Ya le expliqué a Juanma que la vida de Erik no distaba mucho de la cualquier civil. Hacía poco tiempo que estaba en el cuerpo de la policía local y no era ningún tipo de héroe, solo una persona con un trabajo y una vida que no entraban en sus planes.

Un saludo!

Jesus Miguel dijo...

Pero no era conductor de autobuses????

Miembro de la resistencia dijo...

No, el conductor de autobuses era Eduardo. Un saludo