martes, 8 de diciembre de 2009

+ 08-12-09 + Impotencia y rabia

He sido un estúpido y un insensato en no pensar que podía ocurrir esto. Jamás aprenderé. Jamás... Nunca calibro lo que puede salir mal y siempre acabo igual, pagando las consecuencias. Ahora me encuentro en un WC de una cafetería que hay en el centro comercial "El Saler". Dentro de unas cuantas horas se va a cumplir 48 horas que salimos de la terminal portuaria. Las cosas han salido mal... terriblemente mal.

El día 6 nos despertó Eduardo. El motivo era que habían decidido llevar la operación ese mismo día, en unas horas. No se de quién fue la brillante idea de llevar a cabo la misión ese día. Supongo que sería de alguno de los militares. Es como si esto se lo tomasen como un juego. Con solo deciros que unas horas antes de salir encontré a Fede y Ricardo en el baño montándose una "fiesta" con Elena, os lo digo todo. Pero ahora eso me es completamente indiferente. Tengo otras preocupaciones en mente que hablar sobre dos niñatos salidos y una guarra. Preparamos las mochilas, cogimos las armas y subimos al remolcador. Juan y Luis nos ayudaron a soltar las amarras, que estaban atadas en la cubierta de uno de los buques mercantes. Con Vicente al timón, nos dirigimos al muelle oeste. El trasto ese se meneaba como un condenado al chocar con las olas. En esos momentos, no se porque, tuve la premonición que algo malo iba a ocurrir. Lo sabía... tenía que haberles dicho de abortar la misión...

Llegamos al muelle oeste y lo recorrimos rápidamente. Los tres militares iban en cabeza, rompiendo el paso. Eduardo y yo en los laterales, Belén y Vicente en el centro y María en la retaguardia. Llegamos al autobús prácticamente sin problemas. Ni tan siquiera tuvimos que eliminar a los merodeadores que se nos cruzaron en el camino. Una vez en el vehículo, sacamos tres cadáveres devorados que había dentro, Ricardo puenteo el bus y Eduardo se puso al volante, ya que él tiene experiencia en conducir estos vehículos. Lo arrancó fácilmente y emprendimos la marcha. Tomamos las vías secundarias, ya que la autopista no pintaba nada bien. Esto nos llevo casi una hora. Tuvimos que despejar la carretera en un par de ocasiones, ya que habían vehículos colapsando el trayecto.

Cuando llegamos al centro comercial, nuestro asombro fue que la zona estaba muy despejada. Salvo unos cuantos merodeadores dispersados por la avenida, una zona bastante segura. Eso si, el caos era evidente. Coches destrozados, cadáveres, enseres en mitad de la calle... hasta divisamos lo que más tarde resulto ser una pira de cadáveres carbonizados. Alguien los había quemado. Con el autobús, nos arrimamos a la pared del centro comercial. Lo situamos aquí con la intención de que si dentro las cosas se ponían feas, pudiésemos saltar desde la terraza del primer piso al techo del bus. Una vez fuera del vehículo, buscamos la entrada al comercio. Esta estaba cerrada a conciencia. Buscamos otro acceso. Tuvimos suerte, ya que no muy lejos de la puerta principal había una puerta secundaria, la cual estaba abierta. El interior del centro comercial era como una balsa de aceite, todo completamente en calma, sin ningún indeseable a la vista. Sin pensarlo, dirigimos nuestro rumbo hacia el supermercado. No era la primera vez que estaba aquí, antes del caos solía venir mucho a este centro de ocio, así que me conocía algo el lugar. Cuando llegamos al supermercado, descubrimos que este estaba medio vacío. Lo habían saqueado a conciencia. Vagamos entre las estanterías buscando víveres que pudieran quedar. No fue fácil, pero conseguimos llenar un carro. Ya no había nada más que rascar, así que aprovechando la tranquilidad del lugar, nos dirigimos a otras secciones en busca de cosas útiles. La primera parada fue en la sección de ropa. Aquí llenamos otro carro con todo tipo de ropa. Belén se rió cuando metí en el carro ropa de bebé. Le dije "Quién sabe, ¿no?". Quién sabe...

Pasamos por varias secciones más, cogiendo todo lo que vimos útil. Acabado con esto y un pequeño susto con un merodeador que nos sorprendió en la sección de bricolaje, tumbando varias estanterías, terminamos con las compras y fuimos de vuelta al autobús. El exterior seguía igual, sin ningún cambio. Una calma que, realmente, me sorprendió y mosqueo a partes iguales. Cargamos todo en el bus y nos pusimos en marcha. Yo estaba al lado de Eduardo mientras él conducía, los demás, menos Vicente que se encontraba en la parte trasera del bus, estaban en los asientos centrales, cuando oímos una terrible explosión y el vehículo saltó por los aires, dando vueltas de campana. Ahí perdí el conocimiento.

Cuando abrí los ojos, todo me daba vueltas. No sabía donde estaba, ni que había pasado. Por momentos creí que toda esta mierda, el apocalipsis, los merodeadores, todo, había sido producto de un mal sueño. Esa falsa esperanza no duro más que unos pocos segundos. Cuando mi nublada vista se aclaró y pude enfocarla, vi un cañón apuntándome directamente a la cabeza. Empuñando el arma estaba un tío de dos metros aproximadamente. Detrás de él, habían tres más. Hablaban entre ellos y se reían. Uno de ellos portaba un lanzacohetes. A su lado habían dos jeep's como el que tuvimos nosotros en una ocasión y una moto. Mire a mi alrededor y vi el panorama. El bus estaba a mi espalda, totalmente destrozado y humeando. La parte trasera del bus estaba hecha añicos, un verdadero amasijo de hierros. Lo habían alcanzado con el lanzacohetes, pero ¿por qué? ¿qué querían de nosotros? Esa fue mi pregunta al tío que me apuntaba, pero su respuesta fue un botazo en la boca. Me incorpore de nuevo y escupí saliva y sangre a partes iguales. Entonces vi que a mi lado se encontraban mis compañeros. Parecía que nos habían sacado del vehículo y puesto a todos en fila. A mi derecha estaba Ricardo, completamente inconsciente y ensangrentado. A su lado, Eduardo, en el mismo estado y a unos metros de este, Vicente. Este tenía medio cuerpo quemado y le faltaba el antebrazo izquierdo. No había duda, estaba muerto. A varios metros de nosotros se encontraban nuestras armas, amontonadas. No veía por ningún lado a Belén, María, Ana y Fede. Comencé a mirar a todas las direcciones, pero nada. Me puse nervioso y el corazón me latía violentamente. Pregunté a mi captor sobre el paradero de los demás, pero este levantó la culata de su subfusil y se dispuso a golpearme. En el último momento, no lo hizo, ya que una voz sonó a mi espalda, diciendo "Tranquilo, chico, están bien". El hombre que dijo eso apareció de detrás del autobús acompañado de otro hombre. Ambos iban armados y se acercaron al que nos vigilaba. El que me hablo le dijo "No hay ninguno más, estos eran todos". Este tenía una pinta extraña. Llevaba un pañuelo atado en la cabeza, una chaqueta de piel y armado con un subfusil. De aspecto corpulento, ojos marrones y nariz aguileña. No pienso olvidar esa descripción...

Cuando hablo con el perro que nos apuntaba, se arrodilló a mi lado y me miró fijamente a los ojos con una sonrisa maquiavelica. Luego miró a mis compañeros y me dijo:

"Vaya, vaya... ¿Saqueando, verdad? Deberías saber que eso no se hace. Todo lo que hay en ese centro comercial nos pertenece..." Lo interrumpí diciéndole que quienes cojones eran, que querían y donde estaban los demás. A mi pregunta contesto: "Cierto, no nos hemos presentado. Nos puedes llamar los "Skull Korps" o "Los hermanos proletarios", como más te guste. Aunque preferiría que nos llamases "Los hermanos proletarios", ya que somos una graaan familia proletaria que compartimos todos los beneficios y bienes..." Cuando dijo esta última parte de la frase, lo dijo levantando las manos y mirando a sus compañeros, los cuales reían. Continuó: "...y vosotros... yo se quienes sois vosotros. No es la primera vez que os veo, atajo de bastardos. Vosotros sois los que estabais en esa urbanización. Sí, sí, nosotros fuimos los que os hicimos la visita. Tú nunca me has visto a mi, pero yo a ti si. Días antes de entrar a vuestra urbanización, cuando un miembro de nuestro grupo nos informo de la existencia de aquel sitio y de que habían supervivientes, estuvimos observándoos. Yo, personalmente, con mis prismáticos te vi en varias ocasiones asomado al balcón. Tú puta cara de cerdo no se olvida. Gracias a vosotros perdimos a varios hombres y varios vehículos. Te mereces que te despelleje vivo aquí mismo... pero no, no me voy a ensuciar las manos. Te voy a contar una cosita, pero es un secreto, ¿ok?. ¿Ves aquel edificio?..." Señaló al Palacio de las artes Reina Sofía "...ese es nuestro edén, nuestro refugio. Allí soy yo quien decide quien entra y quien sale. Ese es nuestro reino y Valencia es nuestro campo de batalla. Sabes... os invitaría a venir, pero... no. Con vuestros cuatro amiguitos como invitados, no tenemos más sitio..." Ahí fue cuando empecé a insultarle y a decirle que los dejara en paz. "...tranquilo, hombre, ¡no seas maleducado! Por tu forma de actuar deduzco que tienes a alguien muy especial entre esas personas. Y no se porque, creo que no es el maromo. ¿Cual de las féminas es? No, no me lo digas, así sera más divertido. Te voy a contar lo que vamos hacer con ellos, para que veas que no soy tan cabrón. Al tío ese lo vamos a mantener con vida un tiempo. No se cuanto, ya que mis chicos no tienen paciencia y enseguida se ponen violentos..." Lo demás rieron a su espalda. "...de todas formas, nos dará tiempo a sacarle toda la información que nos haga falta. Tenéis pinta de haber vagado mucho tiempo por las calles y debéis de conocer nuevas zonas donde conseguir alimentos, sitios seguros, donde obtener más armas y más vehículos, y porque no, si sois los únicos supervivientes de vuestro grupo. A algún sitio iríais con los alimentos, ¿no? Tranqui, no contestes, ya lo hará vuestro amigo... y vuestras amigas. Aunque ellas no tendrán fuerzas, ya que mis chicos, que son muuuchos, y yo, llevamos tiempo añorando la compañía femenina, así que estamos un poco cariñosos. Ya veras lo que van a disfrutar esas perrillas...". Al oír esto, me intente levantar. Solo quería estrangularlo con mis propias manos, aunque me ensartaran con una bayoneta. No me dio tiempo a nada. Entre él y los demás, me patearon en el suelo.

Cuando acabaron, este hijo puta se montó en la moto y su acompañante lo hizo en uno de los jeep's. Arrancó el motor y giró la cabeza hacia mi para decir por último "Mi nombre es Vladimir. Te lo digo para que lo puedas gritar en el infierno, bastardo" Luego se dirigió a los demás. "Pegarles un tiro, no nos sirven. Con los que tenemos allí es suficiente"
Dicho esto, los dos se alejaron en dirección al Palacio de las artes Reina Sofía. Los cuatro verdugos se acercaron y comenzaron a cargar las armas. Uno sacó el machete y dijo que no pensaba gastar munición. Mientras estos hablaban, algo divise a sus espaldas. Había alguien más y ellos no se habían percatado. Estos seguían hablando. Uno decía "Cierto, mejor apuñalarlos. Espera que saque el pincho". Se agachó para buscar el machete en la bota y entonces pude ver quien estaba detrás. Era el cadáver reanimado de Vicente, el cual se abalanzó contra el que se había agachado. Pude ver como le cayó encima y le mordió el costado. El verdugo dio un alarido de dolor. Los otros se giraron e intentaron liberar a su compañero. En ese momento de confusión, me incorpore de un salto y también lo hizo Eduardo. Pensaba que este estaba inconsciente, pero estaba fingiendo. Aguardaba en silencio el momento de actuar. Mientras los tres forcejeaban por liberar a su compañero, Eduardo le propino un puñetazo a uno, tumbándolo, y yo le arrebate el subfusil a otro. Estos nos miraron con cara de sorprendidos y dejaron de intentar ayudar a su compañero, el cual ya estaba en el suelo, gritando y con Vicente encima. Con el subfusil ya en la mano, solté una ráfaga de plomo y abatí a dos. El otro intento huir hacia el jeep, pero Eduardo lo persiguió y lo derribó al suelo de un barrido. Cuando lo tuvo en el suelo, comenzó a propinarle una paliza. El otro ya no chillaba, había muerto. Vicente lo estaba devorando a conciencia. No dispare al cadáver reanimado de Vicente hasta que no se puso en pie e intento atacarnos. Pobre chico... ya os dije que fue un inconsciente en querer venir.

Ricardo se despertó confuso y le expliqué por encima lo que había ocurrido. Cuando Eduardo acabó de linchar al otro individuo, lo atamos y cargamos en el jeep. Yo insistí en ir al refugio de esa escoria y buscar a Belén, pero Eduardo y Ricardo me frenaron. Yo no entraba en razón, solo quería ir allí, buscarla y matar a todo el que se me pusiera por delante. Al final Eduardo me hizo entrar en razón, alegando que "Si entras sin conocer a esa escoria y su refugio, estamos muertos. Y digo muertos, porque si tú vas, nosotros vamos. Nos mataran a todos, incluyendo a Belén y los demás. Vamos a coger a este hijo de puta e interrogarlo. Espera unos días y los sacaremos de allí. Tendremos nuestra venganza, solo tenemos que saber esperar...". Tiene razón, pero sabe que si en esta espera pierdo a Belén, no se lo perdonare jamás.

Ahora estamos refugiados en el centro comercial. Tenemos a ese bastardo atado en una habitación y lo interrogamos cada varias horas. El perro no suelta información... pero no tardara. Ayer estuvimos vigilando el refugio de esos individuos desde una posición escondidos. Parece ser que han escogido como refugio este lugar porque aparte de lo inmenso que es este teatro, esta ubicado en una buena posición estratégica, la cual puede ser defendida fácilmente. Ese sitio esta ubicado en el antiguo cauce del rio Turia, el cual hace años que esta seco y ahora hay parques y zonas de ocio. Este sitio esta por debajo del nivel del suelo, ya que es un cauce de río. En nuestra incursión de reconocimiento, nos situamos en el puente y pudimos ver que tanto la entrada como las terrazas del edificio, están fuertemente vigiladas. Estos lugares no paran de ser transitados por hombres armados, los cuales montan guardias. El exterior del edificio esta completamente lleno de vehículos: jeep's, camiones, furgonetas, turismos, motocicletas, quads... parece que ahí dentro hay toda una comunidad. En el acceso oeste del lugar, frente a una inmensa valla parapetada, tienen a miles de infectados agolpándose, pero parece ser que la puerta de la valla esta bien asegurada y no pueden entrar.

Llevamos casi dos días aquí refugiados y esto es un tormento. Necesito entrar allí y sacar a Belén. Me vuelvo loco pensando las cosas que le estarán haciendo... uff... No puedo pensar eso o terminare de trastornarme.

Necesitamos conocer más ese lugar para llevar a cabo la misión. El único que nos puede dar la información que necesitamos es el perro que tenemos como rehén, pero no suelta nada. Voy a ir a hacerle una visita ahora. Creo que estaba vez va a hablar... ¡Vaya si lo creo!

- Erik -

6 comentarios:

J-Zombie dijo...

Muy buena entrada,supuse que estos serian parte de los saqueadores que violaron a Esther,ahora va a arder troya,pero con los dias que han pasado,a Belen y a las otras les habran echo de todo.
saludos

Miembro de la resistencia dijo...

Sí, la verdad es que con los días que han pasado... Pero bueno, mientras sigan con vida, que es lo importante. Saludos

seeyouinthenextlife dijo...

He estado unos 2 dias leyendo el blog y he de decirte que es la hostia macho. Hacia tiempo que no leia una historia de zombies tan buena y encima ambientada en la ciudad donde nací y sigo viviendo Valencia.

Te mando todo el apoyo para que sigas con esta historia.

Miembro de la resistencia dijo...

Saludos! Gracias por tu comentario, company :D

Espero que sigas la historia. En breves tendréis la nueva entrada.

Un saludo!

seeyouinthenextlife dijo...

Q ha pasado con la historia??

Miembro de la resistencia dijo...

Buenas! Pues las navidades, que me traen de cabeza. Tranquilo, que esto sigue y el hilo argumental no se vera alterado.