martes, 29 de diciembre de 2009

+ 29-12-09 + El nuevo

Esta noche ha sido de las más frías. Apenas he podido dormir. Por si fuera poco, no tenemos nada con lo que taparnos. Necesitamos mantas y algo más de ropa, ya que esto es desesperante. Esta mañana se lo he comentado a Eduardo y me ha dado la razón, tenemos que estar vigilantes en nuestro camino y si vemos un edificio, debemos de explorarlo y buscar mantas o similares. Por si fuera poco, me han despertado una serie de repetitivos golpes que sonaban a la derecha del autobús. Cuando me he asomado por la ventanilla para ver que era ese ruido, he descubierto a dos merodeadores golpeando el vehículo. Que asco de cosas. Como las odio... ¿Que tienen un radar para localizar a seres humanos normales? Por suerte, el autobús es seguro y les es imposible entrar, así que ahí los hemos dejado un rato, golpeando la carrocería.

Seguimos de camino a nuestro destino inicial. Hace unos días, tuvimos que desandar varios kilómetros que habíamos transitado. El motivo fue que Eduardo se equivocó de carretera e íbamos en dirección equivocada. Espero que ahora estemos en el camino correcto...

Después de lo acontecido días atrás, el grupo sigue raro. Fede sigue recuperándose de sus heridas. Esther le ha vendado un brazo, una muñeca y le ha dado puntos de sutura por todo el cuerpo. Según nos ha dicho Esther, Fede tiene el brazo roto, la muñeca dislocada y diversos cortes y moratones por todo el cuerpo. Esos hijos de puta no han perdido el tiempo... La única persona que parece ajena a todo lo ocurrido, es Elena. Mientras todos estamos afectados por lo ocurrido, esta tía va "revoloteando" por todo el autobús, con su risa impertinente y sus preguntas absurdas. Lo siento, pero es que me saca de quicio. Supongo que ya os habréis dado cuenta, pero su actitud no ha sido la correcta desde el principio. No para ni un segundo, pero no hace nada productivo. Hace unos minutos, estaba haciéndole carantoñas a Thor y ahora vuelve otra vez a la carga con "el nuevo". Lleva días acercándose a él, abrazándole, susurrándole en el oído... en resumen, haciendo la "calienta braguetas". Y "el nuevo" le sigue el juego, no le desagrada.

Poco he hablado sobre "el nuevo". Es un tipo extraño, pero parece legal. De todas formas y a estas alturas, no me fío ni de mi sombra. Desde que partimos de la terminal portuaria, apenas habló con nosotros. Fue anteayer cuando me dirigí a él para hacerle unas preguntas. El tío tiene aspecto rudo, de violento. En su cara luce un par de antiguas cicatrices (obviando las heridas más recientes) y varios pendientes en la oreja izquierda. Bueno, a pesar de su aspecto, hablo conmigo y respondió a mis preguntas de la forma más amable posible. Su nombre es Iván y tiene 33 años. Trabajaba de mecánico en un taller que tenía montado cerca de la avenida Blasco Ibañez. Cuando le pregunté que hacía cautivo en el Palacio de las Artes Reina Sofía. Su respuesta me dejo helado:

"Es una historia muy larga, pero resumiendo, yo fui miembro del "Skull Korps" durante algún tiempo..." Tras decir esto, Eduardo, Ricardo y María volvieron la cabeza para dirigirle la mirada. Hasta Fede abrió los ojos y nos miro. Iván se dio cuenta de la desconfianza que había despertado su frase y comenzó a explicar "...yo era intimo amigo de Vladimir. Se podía decir que era su mano derecha, su persona de confianza. Eran muchos años los que nos conocíamos, hasta mucho antes de que empezara esto. Ambos cumplimos condena en la misma prisión por los mismos cargos. Cuando todo esto empezó y Vladimir me propuso organizar un grupo de resistencia, me pareció correcto. El mundo se desmoronaba y no podíamos esperar a que ningún tipo de cuerpo de seguridad del estado viniera a salvarnos el culo. Si queríamos sobrevivir, dependíamos de nosotros mismos, de nuestra capacidad de organización. Muchos de nosotros teníamos experiencia en tácticas paramilitares, así que esto era coser y cantar. Por aquel entonces, no diré que Vladimir fuera un santo, ni siquiera lo era yo, pero se podía decir que era un tío justo. Solo velaba por la seguridad de la comunidad y nada más que eso. Pero con tiempo se corrompió y mucho. Comenzó a desconfiar de todo y de todos. Era como si temiera perder el puesto de líder. Te aseguró que ninguno de nosotros conspiro en su contra, al contrario, todos estábamos contentos de tenerlo al frente de la comunidad. Yo no se quienes fueron, aunque lo sospecho, pero comenzaron a aconsejarlo mal. Alimentaron su paranoia de enemigos invisibles y consiguieron que Vladimir fijara su punto de mira en mi y en algunos compañeros más. Vladimir me fue apartando de su circulo, cada cosa que yo proponía, él me llevaba la contraria y hacía que yo ganara descrédito ante la comunidad. Aún así, yo contaba con el apoyo de gran parte del grupo. Estos se estaban dando cuenta de que Vladimir estaba perdiendo la cordura, que en las últimas incursiones estaba encrudeciendo sus actos y haciendo prisioneros a todos los supervivientes que encontrábamos. Con sus fantasmas hechos realidad, Vlad se estaba oliendo la revuelta, se estaba percatando que había un gran número de personas de mi lado, los cuales me querían hacer el nuevo líder del grupo. Yo para nada quería esta responsabilidad. Este sabía que no me podía eliminar por las buenas, así que lo intento hacer bajo mano, de forma que pareciera un accidente. Su estrategia fue entrar a mi habitación en plena noche, la cual compartía con mi buen amigo Miguel. Yo no me percate de que entraron, entonces lo que hicieron fue cortarle el cuello a Miguel. ¿Que tramaban con esto? Fácil. No se si os habréis dado cuenta de que todos, al morir de la manera que sea, acabamos reanimandonos en forma de esas cosas de ahí fuera. Sí, esa era la estrategia. Matar a mi compañero y que este se reanimara y me matara mientras yo dormía. Se jodieron, porque no contaron con que los cadáveres andantes no son nada silenciosos. Lo descubrí cuando lo tenía casi encima y tuve que apuñalarlo. Al día siguiente, la sorpresa de Vladimir y sus consejeros fue mayúscula. No esperaban que saliera airoso. Viendo que tarde o temprano iban a acabar conmigo, decidí que tenía que pirarme de la comunidad cuanto antes. Muchos compañeros decidieron acompañarme, ya que estaban enterados de en que clase de persona se había convertido Vladimir. Era de noche y me encontraba recogiendo mis cosas para intentar largarme sin alertar a nadie, cuando sonaron disparos. Dude en si acudir o seguir con mi plan de huida, ya que era muy posible que los motivos de los disparos fueran que había comenzado la purga. Al final opté por acudir. Gran error el mio, aunque no era exactamente lo que yo pensaba. Los disparos provenían del exterior. Cuando acudí, vi a una gran parte de la comunidad disparando sobre una horda de andantes que se nos venía encima. No podía comprender por donde había entrado semejante horda, pero no perdí tiempo y comencé a disparar. De nada sirvió que estuviera ayudando, entre Vladimir y dos más me cogieron por la espalda e inmovilizaron. Le dije que estaban haciendo, pero entre golpes me llevaron a una habitación donde estaban atados y amordazados todos los compañeros que iban a escapar conmigo. Allí me ataron y amordazaron, y ahí estuvimos hasta que los demás pudieron restablecer la normalidad. Acto seguido, vinieron y nos sacaron a la estancia principal atados como animales. Allí estaba toda la comunidad observando y Vladimir al medio. Acto seguido, Vladimir dio un discurso a todos los allí presentes. En su discurso dijo que nosotros eramos los culpables de que la horda entrase en el perímetro, que nosotros abrimos la verja y los dejamos pasar. Que nuestro plan era hacernos con el poder total del grupo. Yo intente decir que era mentira, pero estaba amordazado. ¿Recordáis a Sergio, el que teníais atado en el centro comercial? Ese se suponía que estaba de mi parte, pero no era así, era un traidor. Se suponía que iba a escapar con nosotros, pero ahí estaba, junto a Vladimir, corroborando la historia de este. Ni te imaginas el odio que corría por mi cuerpo en esos momentos... Cuando acabó el discurso y la comunidad vitoreaba a Vlad y pedía nuestra cabeza, él en persona, con una pistola, ejecuto a todos mis compañeros. Cuando mató a todos y solo quede yo, pensé que me mataría a mi también, pero no. Mando que me internaran en la sala de presos y ahí me torturaron día y noche hasta el día de vuestra llegada. Esto lo hicieron por placer y en algunos casos fue el mismo Vlad quién me torturo. Maldito psicópata... Así que os doy las gracias por haberme sacado de allí. En agradecimiento, os doy mi palabra que luchare y moriré por este grupo. Podéis confiar en mi..."

Podemos confiar en él... eso ha dicho, pero ¿como sabemos que podemos? Las palabras solo son palabras. Nos puede estar mintiendo perfectamente. Habiendo pertenecido a esa banda de psicóticos y más habiendo estado en la cárcel, ¿quién nos asegura que no nos matara a media noche? En realidad, no tiene porque hacerlo. No le somos ningún impedimento, al contrario. Tal cual están las cosas, no podría sobrevivir solo. Aunque si que podría tener afán a intentar ser el líder del grupo. Esto presupondría eliminar a los más notables del grupo. Él dice que no intento dar un golpe de estado en el "Skull Korps", pero es muy posible que sí lo intentase. Todo es posible y todos mienten. Me estoy emparanoiando demasiado. No sé que pensar... de todas formas, no le quitaré ojo de encima. Sus pasos van a estar vigilados día y noche, hasta que compruebe que es de fiar.


- Erik -

2 comentarios:

seeyouinthenextlife dijo...

En el mundo apocaliptico todo vale y no se debe confiar en nadie más que en uno mismo sino te puedes llevar alguna que otra sorpresa...

J-Zombie dijo...

Buena entrada,lo ultimo que hay que hacer en una situacion asi es confiar.
Pero es obvio que habra sorpresas,el ser humano es el unico animal que tropieza dos veces con la misma piedra,incluso tres y cuatro veces.
Puede ser un tipo legal,pero si nos ponemos a rizar el rizo podria incluso estar infiltrado,es lo que pienso.
Supervivencia a cualquier precio,vivir o morir,y personas como los del milagro de los Andes son prueba de que en ocasiones el ser humano puede hacer cosas inpensables.