domingo, 23 de mayo de 2010

+ 23-05-10 + Asalto y liberación

Tengo grabado en la mente el brillo de la luna de esa noche. Era... un brillo extraño. Algo me decía que algo malo iba a ocurrir. Una de esas premoniciones que no sabes de donde vienen pero sabes que se van a cumplir. Todos estaban durmiendo. Habíamos acampado al borde de la autopista. Eduardo y los demás dormían en la furgoneta mientras que en el utilitario estábamos Belén y yo. Yo miraba la luna y no paraba de pensar en todo lo sucedido. Todo lo ocurrido hasta la fecha. Por mi mente desfilaban miles de rostros de podridos. Los veía andar por ciudades vacías, por edificios públicos, por sus casas... No se porqué mi mente recreaba esas imagenes. De repente, Belén me tocó la mano. Por lo visto, llevaba un buen rato despierta. Me dijo que en que pensaba. Yo le contesté que en nada en concreto. Sin venir a cuento comenzó a besarme el cuello mientras me acariciaba el pelo. Permanecí quieto dejándome llevar. Hacía tanto tiempo que no sentía una muestra de cariño suya... De un rápido movimiento, saltó de su asiento y se situó encima mía. Comenzamos a besarnos, a quitarnos la ropa desenfrenadamente, tocarnos todo el cuerpo... y ocurrió todo. Los cristales del coche estallaron en mil pedazos. Belén gritó asustada. Un gran número de siluetas camufladas por la oscuridad de la noche rodeaban el coche. Intenté estirar el brazo al salpicadero para coger mi arma pero no me dio tiempo. La puerta del vehículo fue abierta y varias manos tiraron de nosotros con una fuerza sobrehumana. Ambos caímos al exterior. Belén se abrazó a mi mientras yo observe a nuestros agresores. Los miré a la cara uno a uno. Habían hombres y mujeres de todas las edades... No me cabía duda, conocía esas caras. Eran los del campamento de caníbales. Todos nos miraban con una extraña sonrisa. Nos observaban detenidamente. Nos devoraban con los ojos. Intente ponerme en pie para atacarles pero me inmovilizaron rápidamente. Mire al frente. Eduardo y los demás estaban en las mismas que nosotros. Comencé a gritar que nos dejaran en paz, que les daríamos comida, pero eso solo hizo que comenzaran a reírse a carcajadas. Lo que comenzaron a hacer a continuación es una imagen que no paro de recrear en mi mente. Levantaron a Iván y entre varios comenzaron a asestarle puñaladas. Una tras otra, en el pecho, en el abdomen... levantaron a los demás y comenzaron a hacer lo mismo. Los cortaban separando sus extremidades. Los estaban desmembrando a sangre fría. Mientras yo gritaba con todas mis fuerzas y los maldecía, levantaron a Belén. Ella también gritaba. Sabía que le iban a hacer lo mismo. Dos de ellos sacaron sus cuchillos y el primero se lo hundió en la garganta. Mientras la sangre se derramaba, yo entraba en estado de shock. No podía gritar, no podía moverme... solo mirar. Empezaron a tirar de sus extremidades y su cuerpo se partió en dos. Dejaron caer sus restos al suelo y, como si se pusieran de acuerdo, todos se tiraron al suelo a devorar los cadáveres. A mi me dejaron ahí tirado viendo como devoraban los cuerpos de mis compañeros y de mi novia. En ese momento me levanté y me acerque. Sin más, me tiré sobre el cadáver de Belén y me puse a comer de los restos. Con mis manos apartaba restos ensangrentados, los seleccionaba y me los llevaba a la boca. Todos a mi alrededor hacían lo mismo. Eramos bestias. Animales. Por unos instantes mire mis manos. Estaban despellejadas... podridas... Lo último que recuerdo era como del cadáver de Belén sacaba un muñeco. Un pequeño muñeco que parecía de goma. Tenía brazos y pies... era un feto. Me lo llevé a la boca y lo devoré...

No se porqué he tenido esa clase de sueño. Hacía tiempo que no tenía pesadillas de este calibre y mucho menos tan sumamente bizarras. Yo convertido en un merodeador devorando a Belén, desmembrando su cuerpo y comiendo ¿un feto?. No tengo ni idea que quiere decir este sueño. Hay algo a lo que si le encuentro explicación y es a la aparición que hacen los caníbales en el sueño. Hemos vuelto a tener contacto con ellos.

Después del destierro de la casa de Joaquin y Mercedes, permanecimos acampados en una zona segura y bien oculta. Dicho destierro nos había pillado con los preparativos del viaje a mitad, así que decidimos acampar al menos unas 24 horas para terminar de organizarlo todo bien. Pasamos todo el día con los preparativos. Recuento de alimentos, recuento de munición, limpieza de las armas, trazado de rutas alternativas en el mapa... No paramos en todo el día, pero a pesar de eso, yo solo pensaba en una cosa. En la chica que deje en el campamento de los caníbales. Mi mente era asaltada por cantidad de preguntas. ¿Estaría viva? ¿Ya la habrían devorado? ¿Por qué no la salvé cuando tuve ocasión? Era consciente de que si no volvía a por ella, el sentimiento de culpabilidad no me iba a dejar dormir como no me había dejado hasta ahora. No aguante más y cuando llegó la hora de la cena, conté a todo el grupo lo que nos había ocurrido en nuestra última incursión. Iván y Eduardo me miraron sorprendidos cuando comencé a relatar lo sucedido. Los demás, sobretodo Belén, también se quedaron boquiabiertos. Belén se llevó las manos a la boca cuando relaté todo lo que allí vimos y lo que estuvieron a punto de hacernos. Cuando termine el relato, expuse mi intención: Volver a rescatar a esa chica y a los que quedaran allí cautivos. La forma de hacerlo, entrar a sangre y fuego. La respuesta por parte de todo el grupo me dejo asombrado. Un rotundo NO. Esperaba ese NO de Belén, pero no de boca de Eduardo y Fede. Más sorprendido me quedé cuando al alegar "Son seres humanos. Tenemos que ayudarles", Eduardo me respondió "Erik, te comprendemos. Al menos yo te comprendo. Se que eres una gran persona. No soportas el sufrimiento ajeno y te dejarías la piel por ayudar a los demás. Lo has demostrado hasta ahora. Pero tienes que comprender algo. El grupo esta cansado de sufrir y yo el primero. No queremos ver más muertes, no queremos ser participes de masacres innecesarias. Solo debemos de preocuparnos por nosotros, por nuestras vidas y que el mundo siga su curso. Queremos llegar a Reus y olvidar. Olvidar todo lo que hemos visto y hemos sufrido. Es hora de que pensemos en nosotros, ya que no somos hermanitas de la caridad. Como has podido comprobar con Joaquin, cada uno mira por su propio interés y es algo que ahora veo lógico y normal. Por salvar a esa gente no podemos ponernos en peligro nosotros. Que cada palo mantenga su vela. Lo siento...". Iván me miró y acompaño las palabras de Eduardo con un "Tiene razón, hermano". No contesté. No podía comprender actitud tan poco humana y egoísta. Me fui al coche indignado, me tapé con una manta e intente dormir. En el asiento trasero estaba Thor, mirándome. Parecía que supiera que estaba enfadado. Me dio unos lametones y se tumbó a dormir. Pasaron las horas y permanecí dentro del coche, dándole vueltas al asunto. Vi como todos se metieron en la furgoneta, Iván se subió al techo de esta para hacer la primera guardia y Belén entró a nuestro vehículo. Cerré los ojos y me hice el dormido. Ella me dio un beso y se tapó. No tardo en dormirse. Paso una hora aproximadamente. Todos dormían menos Iván, que estaba haciendo la guardia. Se encontraba de espaldas a nuestro coche. Entonces hice lo que llevaba horas pensando hacer. Si nadie iba a ayudar a esa gente, iría yo solo. Si ellos podían dormir tranquilos con ese peso en su conciencia, yo no era capaz. Abrí la puerta del coche lo más silenciosamente que pude. Thor levantó la cabeza y me observó. Como si de una persona se tratase, me llevé el dedo a los labios y le hice un gesto de que no hiciera ruido. Salí y cerré la puerta muy despacio. En mis manos llevaba mi subfusil. Quedaban pocos cargadores, así que tenía que evitar abrir fuego. Iván seguía sin percatarse de mi presencia, ya que estaba de espaldas. Aproveché esto y comencé a andar lentamente rumbo a unos arbustos, con tan mala suerte que pise una rama. Eso fue suficiente para alertar a Iván, que no tardo en apuntarme. Con gestos le dije que no alarmara a los demás, que era yo. Este me miro extrañado, bajo del vehículo y se me acercó. Me preguntó que a donde iba. Mi respuesta fue "A mear", a lo que me respondió "¿Desde cuando llevas el subfusil y no la pipa para ir a mear? Erik, no me caído de un nido, tú y yo sabemos a donde vas y solo te puedo decir que estas loco...". Aguardé en silencio unos segundos, mirándole a los ojos y apuntilló su frase "...pero no tanto como yo. Vamos para allá, nos los cargamos, sacamos a esa tiparraca de allí y volvemos. Pensándolo bien, tengo ganas de marcha y de terminar lo que empezamos". Le dije que no, que debía volver a su puesto de vigía, que me dejara a mi solo. Contestó "No es negociable. O voy contigo o no vas a ningún lado. No te preocupes por la guardia, aquí no hay merodeadores cerca. Ya lo has comprobado hoy, si estuviesen cerca, habríamos visto a alguno. Además, será rápido. Vamos, cuanto antes salgamos más tardaran en echarnos de menos". No tenía otra opción. Juntos comenzamos a andar en busca de la famosa arboleda. No necesitábamos linternas, la luz de la luna era impresionante. Era como un inmenso foco que nos alumbraba.

Caminamos hasta encontrar la arboleda y, una vez en esta, nos internamos en busca del dichoso campamento. No fue fácil transitar por aquí, ya que los arboles apenas filtraban la luz de la luna y como se dice vulgarmente, no veíamos ni tres montados en un burro. Andamos durante unos minutos hasta que divisamos una pequeña luz anaranjada en la lejanía. No cabía duda. Era el campamento de los antropófagos. Conforme nos íbamos aproximando, descubrimos que dicha luz era de una hoguera todavía encendida. Alrededor de esta se vislumbraban algunas tiendas de campaña. Parece ser que después de nuestra escabechina, los supervivientes no habían perdido el tiempo y habían reconstruido su pútrido poblado. Nos situamos a una distancia prudente y observamos. Tenían que tener a alguien haciendo guardia. Tenían que tenerlo... Buscamos con la mirada, hasta que lo vimos. Caminando entre las tiendas de campaña, con una escopeta en sus manos, apareció un individuo. Se situó junto a la hoguera, se desperezó y acto seguido se sentó en una silla que allí había. De su cinturón saco un machete y cogió algo que había cerca de la hoguera. Era un trozo de carne. Restos de la cena de esa noche, supongo. Lo peor de todo es que os podéis imaginar que clase de carne debía de ser. Verlo cortar rodajas y llevárselas a la boca me produjo un profundo asco por el cual casi vomito. Miré a Iván y le pregunté que se le ocurría. Él me contestó "Me voy a alejar unos metros. Tú solo tienes que hacer algo para llamar su atención. Cuando se acerqué para ver que es, lo sorprenderé por la espalda. Fácil y rápido". Iván se alejó de mi posición reptando y yo busqué alguna forma de llamar su atención. Lo único que se me ocurrió fue mover unos arbustos que tenía delante de mi. Cuando hice esto, el individuo miró rápidamente, se levantó y apuntó a mi dirección. Recé porque no fuera de los que disparan y luego preguntan. A Dios gracias no fue así, ya que de lo contrario no estaría aquí relatándoos lo ocurrido. Como os iba diciendo, se levantó y apuntando con la escopeta, comenzó a mirar. Ocultó en los matojos, moví una vez más los arbustos. Este, sorprendido, comenzó a andar cautelosamente hacía mi posición. Como dice el refrán, la curiosidad mato al gato. Cuando estaba a mitad de camino entre mi posición y el campamento, Iván emergió de las sombras, por su espalda, y le asestó una serie de golpes en la espalda mientras le tapaba la boca. Me sorprendió que dichos golpes dejaran fuera de combate a ese hombre, entonces comprendí que los golpes no fueron tales golpes. Descubrí que Iván le había asestado unas puñaladas cuando vi un cuchillo ensangrentado en sus manos. Lo primero que le dije fue que por que había hecho eso, que no había necesidad de matar a nadie. Su respuesta fue contundente: "Tú eliges: Esto o pedirles por favor que nos entreguen a los rehenes. No me seas niño, joder, sabías a que venías. No perdamos tiempo". No comparto ni apruebo el matar a sangre fría. Aunque pensándolo detenidamente, soy el menos adecuado para hablar. Andamos casi agachados por el campamento. Caminamos entre las tiendas intentando hacer el menos ruido posible. Mientras andábamos, yo me iba fijando en todos los detalles. Había ropa tendida, juguetes por todos los lados, libros y revistas, hasta un balón de fútbol... Sigo sin comprender como gente tan aparentemente normal, podía actuar de esa forma.

No tardamos en llegar a las vallas donde encerraban a su "comida". Inconscientemente, comencé a buscar a esa chica. Deseaba con todas mis fuerzas que siguiera viva, que estuviera allí, que no la hubieran devorado. Allí estaba, acurrucada en un rincón y tapada con una manta. Parecía dormida. Junto a ella, habían dos personajes más, un chico joven que permanecía sentado y nos observaba con cara de desconcierto, y otro que estaba tumbado y durmiendo, al menos, aparentemente. Miré al que estaba despierto y le hice el mismo gesto que momentos antes le había hecho a Thor. La pequeña diferencia estaba que ahora se la estaba haciendo a un ser racional que entendía mi gesto. Iván cogió las llaves del candado, que estaban colgadas en el mismo árbol de días atrás. Lentamente y sin hacer ruido, abrió el candado y retiró la cadena. La chica y el individuo del suelo se despertaron y nos miraron sorprendidos. Entendieron a la perfección nuestro gesto de "salir de aquí". Una vez estaban todos fuera, les dijimos en voz baja que nos siguieran y emprendimos la marcha. Pero no andamos unos cinco pasos cuando nos detuvimos en seco. La cremallera de una de las tiendas se abrió y de ella salió un personaje diciendo "Manué, ya voy a darte el relevo...". Se cayó en seco cuando en vez de a "Manué" nos vio a nosotros, encañonandolo. Iván desenvaino su cuchillo y, de un rápido movimiento, se lo puso en el cuello, diciendo "Cualquier tontería y eres comida para los perturbados de tus amigos". Este comprendió que Iván iba en serio y no dijo ni mú. En ese mismo instante recordé lo que había hecho momentos antes con el otro individuo y deduje que lo iba a repetir con este. Mis palabras fueron "Iván, no lo hagas si no da motivos. Nos lo llevamos con nosotros. Al menos, hasta que estemos lo suficientemente alejados para que no de problemas". Mi compañero me miró atónito y dijo "¿Que qué? ¿Que lo llevamos con nosotros? Sí, y ya de paso lo emparejamos con Esther, no te jode... ¿Estas en tus cabales?". Le dije que me hiciera caso por una vez. Le costó, pero accedió a regañadientes. Con este individuo delante, encañonado y sin perderle de vista, y los liberados detrás de nosotros, comenzamos a transitar por el campamento. Una vez salimos de este, Iván me dijo "Se me olvidaba, Erik. Cuando entrabamos al campamento he visto unas latas de gasolina llenas. Nos son de utilidad, así que voy a volver a por ellas. Me acompañara uno de estos que hemos liberado, para ayudarme. No tardaré, pero de todas formas, ves yendo a nuestro campamento con los demás. Y no pierdas de vista a tu amigo el caníbal". No me dio tiempo a decirle que se olvidara de la gasolina, en cuestión de segundos ya había cogido de la camiseta y arrastrado al chico más joven que habíamos liberado e iban de vuelta al campamento. Yo seguí transportando al rehén y a los otros dos.

Habíamos recorrido las mitad de nuestro trayecto, cuando ya me extrañaba que Iván y el otro no estuvieran de vuelta. Fue entonces cuando algo me llamó la atención. A nuestras espaldas, se había levantado una tremenda luz que iluminaba casi toda la arboleda. Era una luz anaranjada que cubría todo el campamento. Esa luz eran llamas que estaban devorando el campamento entero. El fuego cubría todas y cada una de las tiendas de campaña. No tardaron en oírse gritos desesperados. Podía ver fulgurantes siluetas que, cubiertas en llamas, corrían e intentaban alejarse de la tremenda hoguera en la que se había convertido el campamento. No llegaban muy lejos y caían desplomados. El rehén se dejo caer de rodillas al suelo y con la mirada clavada en su comunidad, nos dedico un "Hijos de puta... Sois unos hijos de puta asesinos...". Al escuchar sus palabras no pude evitar pensar la frase de "Le dijo el muerto al degollado". Las llamas no tardaron en propagarse de árbol en árbol. El incendio ya se había declarado y era obvio que dicha arboleda tenía las horas contadas. Mientras observábamos las inmensas llamas, no tardaron en aparecer Iván y su acompañante, ambos cargados con latas de gasolina. Cuando, exhausto y sonriente, llego a nuestra posición, le pregunté que cojones había hecho. Su respuesta fue "Que les jodan. Se lo merecían" y comenzó a andar. En ese campamento habían mujeres y niños y acababan de perecer engullidas por las llamas. Los de ese campamento no merecían vivir por todos sus actos, pero hasta que punto esta justificado lo que había hecho Iván. No lo sé. Por una vez, decidí no juzgar su acto y no decirle nada. Que lo juzgue Dios si existe. Yo mirare el lado bueno, esa gente no volverá a matar a nadie más. Cuando Iván paso junto a a nuestro rehén, le dio las latas de gasolina y le dedicó unas palabras, que fueron "Y tú, no te acostumbres mucho a respirar, que en cuanto pueda te convierto en comida de perro". Este escupió a sus pies en respuesta.

Cuando llegamos al campamento, todos estaban despiertos. Parecía que nos habían estado buscando durante un buen rato. Todos se asombraron al ver que veníamos con más gente. Lo primero que hizo Belén fue darme un tortazo, por el susto que le había dado, y seguidamente un abrazo, por la alegría de ver que estaba bien. Mientras yo conté todo lo sucedido, Iván ató y amordazo al rehén. No fue idea suya, sino mía. Lo hizo a regañadientes, como no. Sigue pensando que lo mejor es matarlo. Yo solo quiero una cosa de esa persona, así que estando yo aquí no le a tocado ni le va a tocar ni un pelo por el momento. Cuando conté lo ocurrido y aguanté la bronca de todos (Eduardo, a día de hoy, sigue sin dirigirme la palabra), los nuevos se presentaron. El chico que había ayudado a Iván a quemar el campamento, se llama Juanca. Es un chico de unos 27 años, de estatura media y pelo castaño. El otro se llama Hans, de 38 años y, como delata su pelo rubio y ojos azules, es alemán. Se que es un tópico, pero saltaba a la vista. Habla un español perfecto. Y la chica... la chica no dijo su nombre. Por no decir, no ha dicho nada hasta ahora. Es como si estuviera muda o en estado de shock. No habla, no se comunica ni por gestos, nada. Solo nos observa con mirada de asustada y se pasa largas horas lloriqueando. Por más que le hablamos y la consolamos, no sale una palabra de sus labios. No se que le pasa. Quizás los acontecimientos de los últimos meses la han dejado así o quizás era una chica con problemas mucho antes de que todo esto comenzara. Sea como fuere, me alegro de que la hayamos salvado. A ella y a los otros dos. Hemos salvado tres vidas. Aunque el precio haya sido quitar unas cuantas. Esto último no me quita el sueño.

Al contrario.

Por fin puedo dormir tranquilo. He enmendado mi error.


- Erik -


3 comentarios:

J-Zombie dijo...

Buena entrada,aqui no puedo criticar a Elena hoy(es una pena),a destacar la mentalidad de Ivan,...¡¡¡¡¡ESTA COMO UNA PUTA REGADERA!!!!!,Aunque sus frases son un despolle.
Los nuevos.....no se la vida que tendran dentro de la historia(lo que duraran).
Y otra cosa,¿a cual se zumbara Elena?
¿A cual se le insinuara Elena para que este posteriormente se la zumbe?
¿Por cual cambiara a Ivan para que se la zumbe?
¿A cual le rompera la cabeza Ivan por haberse zumbado a Elena?
Esa muchacha es tan ......
En fin,buena entrada.
pd: Al canibal ese no lo veo yo volviendose vegetariano.

irakolvenik dijo...

Iván es un psicópata y a mí me daría miedo dormir a su lado. No voy a defender la antropofagia pero... ¿a cuántas personas habían matado los caníbales? ¿Lo hicieron por sobrevivir? ¿Y a cuántos ha matado Iván por venganza? Más les vale no hacerlo enfadar.

Miembro de la resistencia dijo...

@Juanmanuel: Veo que sigues con tu profundo aprecio hacía Elena. No se que vas a hacer cuando ella no este XD

@Irakolvenik: A Iván hay que darle de comer a parte. Es un caso. Y sobre si el acto de Iván esta bien o mal... es muy elástico. No se puede medir bajo ninguna moral ya que están en un mundo sin moralidad. El concepto del bien y del mal ya no existe. Lo mismo opino de los caníbales. Aunque yo, personalmente, creo que habría apoyado a Iván en esa situación :$

Un saludo!