domingo, 17 de octubre de 2010

+ 17-10-10 + La bestia que hay en mi

Maldita incertidumbre... Esto es un jodido sin vivir. Pero en todos los aspectos. Eduardo no ha vuelto. Y hace un tiempo que se fue. Más tiempo hace que Iván se marchó. Hace meses. Pero por lo que a él respecta, lo doy por muerto. Todos los damos por muerto. Es algo que ya tenemos asumido. Pero Eduardo, yo se que sigue vivo. No hace tanto tiempo de que se marchó. Y algo me dice que esta rumbo hacía aquí. Pero no lo podemos esperar más. No sé cuanto podemos aguantar bajo este techo. Desde que me enteré de las últimas noticias, las cosas no pintan nada bien. Han ido a peor. Al día siguiente de esto, lo primero que hice fue, discretamente, informar a María. Ella se sorprendió tanto como nosotros. Sus palabras fueron el sentimiento que corre en mi interior: "Tenemos que irnos cuanto antes. Este lugar no es seguro, estos individuos son peligrosos". Sí, pero como irnos. Como hacerlo sin Eduardo. Esto es un verdadero dilema. Mi corazón dice "Tenemos que esperarlo, no podemos irnos sin él", pero mi cerebro dice "Vámonos esta misma noche. Más vale llorar por una persona que no llorar por todo el grupo". Pero yo se que Eduardo me esperaría. Yo lo sé. Y como hacerle esto después de que él esté en esta situación por mi culpa. Pero la situación se ha vuelto insostenible. En cuanto cae la noche, bloqueo siempre la puerta de la habitación con el armario y duermo con la pistola debajo de la almohada. Cada noche, entro en un estado de alerta que apenas duermo. Cada ruido que oigo, por muy leve que sea, me sobresalta y me hace empuñar el arma esperando que alguien intente entrar por la puerta. Todas las noches el mismo cantar. Y cuando no es un ruido, es mi mente el que produce este para sobresaltarme y avisarme de que no baje la guardia. Belén me pide que me relaje, pero no puedo. No me fío de Miguel y de su gente después de todo lo que me he enterado y visto. Traman algo contra nosotros. Saben que Esther me ha contado todo, se que saben que nos queremos ir de aquí pero no lo hacemos por no abandonar a Eduardo. Y esto me acojona. Me siento entre la espada y la pared. Le he pedido a María que no baje la guardia, que en los momentos que yo no esté presente, que no se separé de Belén y de los demás. Ella es una chica valiente y sé que con ella, el grupo esta seguro. También le he pedido a Belén que no se separé de su pistola en todo momento. Que a la mínima señal de peligro, le meta una bala en la cabeza a quién le intente hacer algo. Quizás me estoy volviendo paranoico, pero prefiero volverme esto antes que un confiado. Con todo lo que he y hemos vivido me avala, así que esta vez no me va a pillar nada por sorpresa. Estoy dispuesto a vender cara mi vida. Ya lo creo que sí...

Y más, después de todo lo de hoy.

Sobre hoy, que decir. Es un ambiente muy raro el que fluye aquí. Durante la comida, Miguel ha notificado que la misa se iba a hacer nada más acabar esta. Yo, como siempre, he ignorado esto. Nunca voy a estas misas y menos lo iba a hacer ahora. Pero he recordado que Esther si acude a estas. Aunque ahora lo haga por guardar las apariencias. Esto me ha hecho recapacitar en algo que hasta ahora no había recapacitado. He pensado en mi plan de no mantenernos separados y que las misas no eran una excepción. Por precaución, tenía que evitar que Esther acudiese a esta misa y a todas las siguientes, o por el contrario, acudir todo el grupo. Nada más acabar la comida, toda la gente se ha levantado de sus asientos y se ha dirigido hacía la puerta de salida con la intención de ir a la iglesia. Yo he seguido a Esther y esta se ha percatado de esto, entonces se ha metido en uno de los baños. Yo, disimuladamente, me he metido tras ella. Ella estaba junto a un lavamanos y me ha dicho "Que te ronda la cabeza, Erik". He sido contundente y le he dicho "No debes ir a esa misa. Ni a esta ni a ninguna más. No sabemos hasta donde son capaces de llegar, por eso, no debemos mantenernos separados". Ella me ha dicho rotundamente "No. Tengo que ir. Si no voy, sospecharan aun más. Tengo que guardar las apariencias hasta que llegue el momento de marcharnos de aquí. Además, no hay ningún peligro en estos actos. No va a pasar nada, no padezcas". Mi contestación ha sido "Ok. Pues si tienes que ir, acudiremos nosotros también. Tú dices que no hay ningún peligro y puede que tengas razón. Pero no me voy a arriesgar. No nos tenemos que separar bajo ningún concepto. No tenemos que cometer errores que si hemos cometido en el pasado. Ves a la misa, yo voy a avisar a todos. Nos vemos allí. Estaremos sentados en la última fila". He salido del baño y he corrido a buscar a los demás para comunicarles la noticia. Primero he encontrado a Belén y le he dicho "Vamos a asistir a la misa. Ya sabes que Esther sigue acudiendo y comienzo a pensar que estas pueden ser peligrosas. No me fío. Ves a la habitación y coge las pistolas. Cárgalas y guárdate una en la chaqueta. La otra guárdala y dámela antes de entrar a la iglesia. Seamos discretos, no se como pueden reaccionar si ven que acudimos armados a su templo". Belén me ha dicho "Ok", me ha dado un beso y ha salido a toda prisa a hacer lo que le he pedido. Mi siguiente objetivo ha sido buscar a los demás para avisarles de el plan. No he tardado en encontrar a María. Le he expuesto brevemente el plan y me ha dado la razón. En cuanto le he dicho que no podemos bajar la guardia, ella ha levantado su camiseta y me ha enseñado un cuchillo que llevaba guardado entre el pantalón y ha dicho "¿Quién dice que la he bajado?". Ya solo me quedaba avisar a dos: a Hans y a Elena. Esto se me planteaba difícil, ya que cuanto apenas conocen que esta ocurriendo. Después de todo lo que ha ocurrido, a ellos solo les he dicho que algo estaba ocurriendo, que permanecieran con mil ojos y sin fiarse de nadie de aquí. Hans me hizo muchas preguntas al respecto, las cuales no conteste. El motivo, a Hans no lo conozco lo suficiente y no se hasta que punto sabe mantener la boca cerrada y Elena, que con su cerebro de mosquito seguro que se le escapaba algo de la información y se terminaban enterando los sectarios. Bueno, eso es lo que yo les había dicho hasta el día de hoy y ahora tenía que ingeniármelas para que acudieran a la misa sin saber más de lo que saben. Los he buscado por todas partes: en sus habitaciones, en las salas comunes, en los exteriores... nada. Nada hasta que me ha dado por buscar en uno de los baños. Y en que mala hora. Al entrar a este, he ido abriendo las puertas de los retretes hasta que.. he dado con ellos. Debía de haber llamado antes. Al abrir la puerta, me he encontrado un panorama algo incomodo. A Hans, con los pantalones bajados y a Elena... bueno, de rodillas... ya me entendéis. Hans ha puesto una cara de sorpresa mezclada con vergüenza, pero antes de que dijese nada, he cerrado la puerta a toda prisa. Me disponía a irme cuando Hans ha salido diciéndome "¡Erik! ¡Erik! ¡Espera! ¡No es lo que parece!" mientras se subía los pantalones. Yo me he girado y le he dicho "Ah, ¿no? Vaya, que mal pensado soy. Ha tropezado y se ha caído al suelo, dando la casualidad que ha caído de morros en tu paquete... (Elena ha salido del retrete en ese momento con la cabeza agachada y Hans, al oír mi contestación, se ha quedado con la boca abierta) Vamos a ver, Hans, que ni soy idiota ni me importa lo que hagáis. Pero tendríais que tener un poco de vergüenza y centraros. Sobretodo tú, Elena, que solo piensas en lo mismo (esta me ha mirado tímidamente con la cabeza agachada) Ese es el respeto que le guardas a Iván. Que poca vergüenza...". Lo que me ha contestado Elena ha sido el colmo: "Tengo derecho a rehacer mi vida. Tengo asumido que Iván esta muerto. Soy libre de hacer lo que quiera". Ni siquiera le he contestado. Creo que la mirada de asco que le he lanzado ha sido más que suficiente. He dado media vuelta y me he salido de los lavabos. Pero Hans ha salido corriendo tras de mi y me ha dicho "Yo... lo siento... tienes razón. Esto ha estado muy mal y desubicado de lugar. No tenía que haber pasado. Pero es que ella lleva un tiempo insinuándose y no soy de piedra... Ahora me siento culpable... mi mujer... como he podido hacer esto. No sé ni siquiera si estará viva y yo haciendo esto...". No le he dejado acabar: "Te creía hecho de otra pasta, Hans. No me esperaba que te traicionases a ti mismo tan fácilmente. Pero es tú problema, te has fallado a ti mismo. Y a tú familia. A mi no me des explicaciones, Elena no es nada mio. Dale las explicaciones a tú mujer cuando la encuentres. Solo te digo que acudáis ahora a la misa. Vamos a ir todos y quiero que estemos unidos en estos momentos. Pronto comprenderás esto". De Elena no me sorprende esto. Es una chica muy ligera que, hasta día de hoy, se ha tirado a casi todo el grupo y su cerebro no da para más. Pero Hans, un hombre hecho y derecho, entrado en años y con una familia a la que se suponía que quería, haciendo esto... Me ha decepcionado. Pero como ya le he dicho, es su problema. Allá su consciencia. Si él puede dormir tranquilo a partir de hoy, que lo dudo, es problema suyo.

He acudido a la iglesia y cuando he llegado a la puerta, he descubierto que aun estaba entrando gente. En la puerta, dando la bienvenida a cada feligrés, estaba Miguel. Al final de la cola, Belén y María. Me he acercado a ellas y Belén me ha abrazado. Mientras hacía esto, he notado como metía mi pistola en la parte trasera de mi pantalón. Yo le he dado un beso y le he guiñado el ojo en símbolo de complicidad. Hemos esperado nuestro turno para entrar a la iglesia, tiempo en el que se nos han unido Hans y Elena. Cuando ha llegado nuestro turno para entrar, Miguel nos ha dicho: "¡Que alegría, hermanos! ¡Acudís a esta misa! El altísimo me avisó de esto en su última revelación. Él me dijo que acudiríais a esta misa tan importante. Él os ha dado el empujón para que vengáis. Pasad, pasad y coger asiento". Le he dedicado mi mejor sonrisa falsa y no he dicho nada. Hemos pasado y tomado asiento en la última fila, donde siempre. Con todos sentados, Miguel ha transitado por el pasillo central, ha bordeado el foso todavía en obras y ha llegado hasta el altar. Allí ha comenzado a hablar:

"Hermanos... Hermanas... Bienvenidos todos de nuevo a la casa del Señor. Gracias por acudir todos y cada uno a la cita que os ha marcado Dios. Como sabéis, corren tiempos oscuros. Tiempos de dolor, de violencia, de horror... Pero nosotros nos mantenemos firmes y seguimos las palabras de nuestro Señor. Y por ello, él nos protege y nos ayuda. Él nos ha brindado una segunda oportunidad, mientras que a todos aquellos que desobedecieron sus enseñanzas y mandatos, les ha mandado a su ejercito divino para acabar con sus vidas de desenfreno y lujuria, les ha mandado a su ejercito de malditos para acabar con todos ellos y unirlos como nuevos soldados de su ejercito hasta el día del juicio final. Ese día, todas las almas sobre la tierra serán llamadas ante él y ante su tribunal de ángeles. Cada alma será pesada en la balanza divina. Los actos a lo largo de la vida pasada de cada alma determinaran el veredicto. Las almas que han llevado una vida de pecado y desenfreno, almas negras como el carbón y pestilentes como el estiércol, sus pecados hundirán la balanza y pesarán más que sus pocos actos puros. Esa almas serán inmediatamente capturadas por ángeles caídos, ángeles de alas de fuego y cuerpo de ceniza, y arrastrarán a esos desdichados al infierno por los siglos de los siglos, hasta que el fuego despoje y limpié toda la inmundicia de esas almas corrompidas. Por el contrario, todas aquellas almas libres de pecado, de vidas de sacrificio, limpias como el agua pura y cristalina, sus actos buenos pesarán mucho más que sus actos negativos. Benditas esas almas, que sobre blancos y puros corceles alados serán conducidos ante las puertas del paraíso, allí donde corren torrentes de agua clara, allí donde los pájaros cantan y juegan día y noche, allí donde no existe el dolor y solo hay que bondad y gozo. Ese será el premio a vuestro sacrificio, la vida eterna, mientras que para todos aquellos pecadores, su premio será fuego y azufre. ¿Por qué os hablo de todo esto, hermanos? Porque el día del juicio esta cerca. Dios empieza a llamarnos. Él quiere que comencemos a tomar consciencia y preparemos todo para ese gran día. Y por ello, él me ha encomendado, entre otras cosas, que realicemos esta obra (ha señalado el foso en construcción). Él quiere que terminemos esto para el gran día. El día que todo acabara y marcharemos de vuelta a su seno. Porque en su última revelación, él me ha dado a conocer la fecha del fin de este mundo terrenal..." Todos los sectarios han soltado prácticamente al unisono una exclamación de sorpresa y han comenzado a murmurar. Nosotros nos hemos quedado un poco sorprendidos de esto y hemos intercambiado miradas entre nosotros. Miguel ha continuado "...No, hermanos, no... No os asustéis. Que no os invada el miedo. No tenéis nada que temer. Nosotros estamos en la senda correcta. Nosotros seguimos su palabra. Relegar el miedo para aquellos que, a pesar de conocer la palabra del altísimo, siguen haciendo caso omiso a sus deseos. Aquellos que giran la cabeza ante las palabras de nuestro señor todopoderoso. Aquellos que parecen tener un velo sobre sus ojos. Esos deben temer, porque la ira de Dios no conoce limites (no se porque, pero esta serie de lindezas me da que nos la ha dedicado a nosotros...). Nosotros hemos escuchado su llamada y llevamos tiempo transitando la senda verdadera que él nos ha marcado. Por ello, en vez de miedo debemos sentir ansia, ansia de que ese día llegue lo antes posible y dejemos este infierno terrenal para entrar en el jardín eterno donde viviremos para siempre. Hermanos... Él no me ha permitido que os de a conocer la fecha del gran día. Tampoco os puedo decir que ocurrirá. Pero si quiere que sepáis que las obras que estamos llevando a cabo aquí hay tienen que ser terminadas lo antes posible. El motivo, ya lo conocéis. El día en que esta pesadilla acabara, daremos una última misa. Y el todopoderoso quiere que en esa misa también estén presentes cierto número de sus huestes divinas. 66 reanimados para ser exactos. El por qué es sencillo. Si bien son pobres pecadores pagando parte de su castigo, también son tan hijos de Dios como lo somos nosotros. Y tienen el mismo derecho que nosotros a estar presentes en la misa del gran día...". El silencio se ha hecho en la sala en ese momento y yo, ante tanta tontería y sin darme cuenta, he pensado en voz alta diciendo "Locos... Esto es un nido de locos... 66 merodeadores compartiendo techo con tantas personas... Un suicidio". A pesar de la distancia que nos separaba con Miguel, él me ha escuchado. Ha sido mala suerte que haya hablado justo cuando se ha hecho el silencio. La cuestión es que él se ha dirigido a mi, diciéndome delante de toda la gente, la cual se ha girado a mirarme "¿Algún problema, hermano Erik?". He estallado perdiendo los papeles, lo confieso. En voz alta, casi gritando, he contestado "Pues sí. ¿Donde te has dejado la cordura, Miguel? Tanto merodeador aquí dentro, aunque estén dentro de un foso, es un suicidio. ¿Que no piensas en toda esta gente? Me parece muy bien vuestra fe y toda la parafernalia que habéis montado aquí en todo este tiempo. No lo niego, la mayoría de esta gente esta viva gracias a tu iniciativa, pero ¿por qué llevarlo todo hasta este limite?". Miguel, con voz serena, me ha respondido "Yo no dicto las normas, hermano. Solo hacemos lo que Dios nos dice que hagamos. Yo solo soy el portavoz". Justo ha acabado de decir eso cuando toda la gente que había girada en sus asientos ha empezado a murmurar y a gritar "¡Infiel!" e "¡Infieles!". Yo no me he dejado acogotar y he replicado "¿Dios dice que hagáis esto? ¡Mentira! Todo esto es producto de tu fantasía, Miguel. Y ya es hora de que se lo hagas saber a toda esta pobre gente que te sigue incondicionalmente. ¡Háblales de tu mal! ¡Diles que el motivo de que no te ataquen los merodeadores es porque no sudas a causa de la enfermedad que padeces! ¡¿Y tus revelaciones celestiales?! ¡Simples delirios febriles! Venga ya... Ya de paso, ¡cuéntales que Reus sigue en pie y que tú lo has estado encubriendo, diciendo lo contrario para que tus fieles no te abandonen!". La he cagado y lo reconozco. Ahora ya si que tenemos que tener cuidado. Miguel ya sabe que conocemos su secreto. Y todo por perder los papeles y dejarme llevar por mi carácter. Varias filas delante nuestra, pude ver a Esther, mirándome fijamente con la boca abierta y completamente sorprendida. Si en ese momento pudiese haberle leído la mente, se que ella estaría pensando "Maldito insensato, ¿que haces? ¿así guardas el secreto?". Rodeado de todas esas personas mirándome, con Miguel callado en el altar y envuelto de un denso silencio, he temido que diese la orden de que nos atraparan y por ello he dirigido mi mano a la parte trasera de mi pantalón y me he preparado para desenfundar la pistola y liarme a tiros con todo aquel que nos quisiera hacer daño. Pero no. Miguel ha dicho "Erik, no sabes lo que dices. Te invade la ira. Solo te diré una cosa. Te compadezco... Tú jamás entraras en el reino de los cielos. Esta noche rezaré por tu alma". He dado media vuelta y me he dirigido hacía la puerta. No quería escuchar más mamarrachadas. Cuando he abierto la puerta de la iglesia y he salido, he comenzado a maldecir y patear un cubo de basura. Acababa de delatarnos ante Miguel. Soy un completo idiota. Lo acababa de informar y era justo lo que tanto quería evitar. Y lo peor de todo, que he delatado a Miguel y nadie se ha sorprendido ni me ha hecho caso. Están completamente hipnotizados. Me dirigía al edificio cuando Esther ha salido de la iglesia y ha corrido hasta mi. Entonces, me ha dicho "¡Estas capullo! ¡Ahora si que corremos peligro! ¡Ni si quiera hace falta que siga fingiendo, ya saben que he sido yo quién te lo ha dicho!". No le he hecho caso y me he dirigido a toda prisa hacía la habitación. Tenía que meterme allí, sentarme en la silla, tranquilizarme y aclarar mi cabeza. Pensar que hacer. El problema ha sido cuando he llegado a esta.

Nada más llegar a la habitación ha sido cuando me he llevado la sorpresa inesperada. La puerta, la cual siempre cerramos al irnos, estaba entreabierta. Con sumo cuidado, la he abierto despacio y he descubierto a un individuo rebuscando en los cajones. Al grito de "¡Eh, tú! ¡Que haces aquí!" se ha girado y he descubierto de quien se trataba. Era Juanca. Este, con cara de sorprendido, me ha dicho "Nada. No busco nada". Yo, mirando la habitación, la cual estaba revuelta y con signos de que había estado buscando algo, le he contestado "Claro, claro. Y estas aquí porque la has confundido con tu habitación, ¿no?". Juanca ha dicho "No te tengo que dar explicaciones, infiel". Mientras yo cerraba la puerta, le he dicho "Claro. No tienes porque dármelas... pero me las vas a dar". Este ha reculado hacia una esquina, diciendo "¿Qué... qué vas ha hacer?". Mi respuesta no han sido palabras, sino abalanzarme sobre él. Juanca, de un rápido movimiento, me ha esquivado al tiempo que me ha lanzado una silla sobre mi. Esta me ha impactado, pero he conseguido cogerlo de la camisa antes de que abriese la puerta. Le he propinado un fuerte puñetazo en la mandíbula seguido de dos más. Juanca se ha tambaleado y casi pierde el equilibrio. Le iba a propinar un cuarto golpe cuando él me ha respondido con una patada en mis partes. No os puedo describir con palabras el dolor que he sentido. Pero aun así, le he devuelto el golpe en forma de patada a la altura de la barriga. Ha caído derribado y le he seguido golpeando. No se como lo ha hecho, pero se ha rehecho y se ha lanzado sobre mi, derribandome en el suelo y cayendo sobre mi. Acto seguido, me ha cogido con ambas manos del cuello y ha comenzado a estrangularme. Os confieso que por unos momentos he pensado que me iba a matar. Me estaba ahogando y no me podía soltar. Como he podido, he estirado mis brazos y he agarrado con fuerza su cabeza. Entonces, he dirigido mis dedos pulgares sobre sus ojos y he apretado con fuerza. Este, a toda prisa, me ha soltado el cuello y ha dirigido sus manos sobre las mías. Si hubiese querido, le habría hundido los ojos lo suficiente como para destrozarlo, pero por humanidad, no lo he hecho. Su pago ha sido levantarse y coger mi machete, que estaba sobre un montón de ropa procedente de un cajón. Lo ha sacado de la funda y, empuñándolo en alto, ha corrido hacía mi con la intención de apuñalarme. No me daba tiempo a levantarme ni tampoco a intentar repeler el ataque. En ese mismo instante, estaba vendido. Pero si que he podido desenfundar mi pistola del pantalón y encañonarle. He estado a nada de apretar el gatillo, pero Juanca se ha frenado en seco antes de que lo hiciera. Aun así, he dudado en si disparar. Algo dentro de mi me estaba gritando que lo matase. Pero no lo he hecho. Todavía no me he convertido en un monstruo. Aunque comienzo a plantearme que quizás me queda poco... Juanca, al ver el arma apuntándole, me ha pedido que no dispare. Mientras me levantaba del suelo, le he ordenado que tirara el machete al suelo, cosa que ha hecho, entonces le he apoyado el cañón de la pistola sobre la frente y le he dicho "Si no quieres que te haga un agujero en la cabeza, habla. ¿Que buscabas y quién te ha mandado que lo hagas?". Me ha respondido "Matame. No te voy a decir nada. Así que hazlo. No vivo en pecado como tú, por lo tanto, no temo a la muerte". En ese mismo instante, la puerta se ha abierto y Belén ha hecho aparición. Al ver el panorama, ha gritado "¡Erik! ¡No lo hagas!". Han transcurrido unos largos segundos en que ninguno de los presentes ha hecho nada. Nuevamente he estado a nada de disparar. Entonces, le he dicho "Eres un jodido traidor y un sucio chivato. Así nos pagas todo lo que hemos hecho por ti. En que mala hora te saqué de aquella jaula. Te tenía que haber dejado allí metido para que te hubieran comido esa panda de caníbales. En que mala hora... Se que te ha mandado Miguel. Dile de mi parte que, como siga con esto, se las va a ver conmigo. Que no se preocupe, que nos vamos a ir de aquí cuanto antes, pero que en el transcurso de tiempo que permanezcamos aquí, por su bien y por el de todos, ni se os ocurra hacernos algo a mi o a los míos, porque seré yo mismo en persona quien os despelleje uno por uno. ¡Corre! ¡ves y diselo, chivato traidor!". He bajado el arma y Juanca ha dado media vuelta y se ha dirigido hacia la puerta. Mientras iba camino de esta, ha cogido del suelo una mochila y se la ha colgado del hombro. Belén, de un rápido movimiento, le ha dado un estirón y se la ha arrebatado. Tras esto, Juanca ha corrido y ha desaparecido por el pasillo. Belén ha abierto la mochila y ha sacado de esta lo siguiente: mis dos pc's portátiles, el libro de notas de Belén y los mapas con los cuales nos hemos estado valiendo todo este tiempo. Este hijo de la gran puta estaba buscando información de lo que estamos planeando hacer. Él conoce que escribo en este blog, por eso quería robarme los pc's. María y los demás han aparecido en ese instante. María ha preguntado que ha ocurrido, pero le he dicho "Ves al trastero donde guardan nuestras armas. Esto es algo que debimos hacer hace mucho tiempo. Tráelas aquí, junto con la munición. Coge la que quieras y dales una a Esther, Hans y a Elena. Las demás se quedarán aquí. Y asegurar las puertas esta noche. Darme tiempo y nos iremos de aquí en cuanto podamos". Belén me ha mirado y me ha dicho "Erik... No eras tú mismo... Creía que lo matabas... ¿Que te esta pasando?". Solo he podido responder con un "No lo sé... no lo sé ni yo".

Y esa es la verdad. No sé que me ha pasado. He logrado controlar la situación, pero he estado a punto de dispararle aún teniéndolo reducido. Y lo peor de todo es, que si lo hubiera hecho, creo que no habría tenido remordimientos. No es la primera vez que mato a alguien que no es un merodeador, pero no es por esto por lo que no habría tenido remordimientos. Es extraño. Es como si esta situación me estuviese desbordando, como si el saber que pendemos de un hilo y la incertidumbre de este peligro latente que nos acecha, estuviese despertando en mi un instinto de supervivencia el cual me lleva a hacer cosas horribles para defender a los míos. Y se que si me obligan a hacerlo, cumpliré mis amenazas y acabaré con todos y cada uno de los de esta comunidad. Sin remordimientos.

- Erik -


3 comentarios:

seeyouinthenextlife dijo...

Joderrr, como se a puesto el tema. Me acabo de leer las 2 últimas entradas seguidas y tengo que decirte que la historia te está quedando de la leche.

Tengo ganas de que salgan por patas de alli y lleguen a la zona protegida de Reus pero me temo que antes se dejarán a algunos por el camino y mucha sangre.

Miembro de la resistencia dijo...

Hombre! Se te echaba en falta! Como he tardado en publicar, he supuesto que no te habias enterado de que habian nuevos capis. Por eso os he recomendado en la entrada anterior que pongais seguir el blog.jeje.

Pues si, la cosa se esta liando que da gusto. Y os dire que si todo va como lo tengo previsto, las siguientes entradas van a ser explosivas. Espero que os gusten tambien!

Un saludo!

seeyouinthenextlife dijo...

De PM, la historía va de buena a ser la leche. Ya es como nuestro libro que siempre tenemos en la mesita de noche y se desgusta antes de ir s dormir.

Espero esas entradas con un ansia viva que no veas ;).